Según el estimado oportuno del INEGI, el crecimiento del PIB del primer trimestre fue 1.1 por ciento. La noticia, más o menos anticipada, es buena, ya que señala el mejor comienzo para cualquier año de este sexenio. Falta ver el cálculo tradicional del PIB, que se publicará el 23 de mayo y los componentes por el lado del gasto, que conoceremos hasta el 20 de junio, para tener un retrato completo del desempeño económico en este periodo. Sin embargo, con los datos parciales que tenemos ya podemos aventurar ciertas hipótesis sobre el arranque del año.
Según las cifras del IGAE, vimos que empezamos con un pequeño tropiezo. En enero, la actividad económica global disminuyó -0.6 por ciento, como resultado de caídas en la producción manufacturera y las actividades terciarias. Aunque la inversión fija bruta tuvo buen desempeño mediante la mejoría reciente en la construcción, el consumo de los hogares experimentó un retroceso de -1.0 por ciento. Hubo una clara recuperación en febrero ante el avance de 0.7 por ciento en el IGAE, con cifras positivas en la mayoría de los indicadores, aunque solo podemos intuir que se repuso el consumo privado (el dato de febrero lo conoceremos hasta el 8 de mayo). Para marzo podemos anticipar muy buen desempeño al calcular implícitamente el avance del mes para obtener el crecimiento de 1.1 por ciento para el trimestre. De hecho, no solamente significa cierta aceleración en la actividad económica, sino que además la tasa anualizada (para comprarnos con nuestros vecinos del norte), de 4.4 por ciento, fue casi lo doble (2.3 por ciento) de lo que creció Estados Unidos.
Sin poder corroborar completamente, todo apunta a que las hipótesis sobre el comportamiento de la economía para la primera mitad del año se van cumpliendo. Aparentemente, hubo un incremento notable en el consumo de gobierno, motivado por el proceso electoral. El consumo de los hogares se mantiene, apoyado en parte por la desaceleración de la inflación y buenos datos laborales. Las exportaciones mantienen su dinamismo ante un tipo de cambio real favorable y el desempeño de la producción manufacturera de Estados Unidos. La incógnita radica en el comportamiento de la inversión, en especial de la privada, que podría haber registrado un pequeño avance a pesar de las incertidumbres prevalecientes de la renegociación del TLCAN y el proceso electoral.
La otra noticia fue la decisión del Banco de México de modificar su estrategia de comunicación, al incluir una nueva sección a las minutas de las juntas de Gobierno en torno a las decisiones de política monetaria, que hará explícita la identidad de cada miembro en cuanto a su voto. No solo conoceremos cómo votó cada uno, sino además las razones de cada miembro que haya votado en un sentido diferente, explicado en español y en inglés. Aparentemente, no conoceremos los nombres de cada opinión que se va vertiendo a lo largo de la discusión, pero habrá que esperar a las minutas de la Junta del 17 de mayo, que se publicarán el 31 del mismo mes, para ver los detalles fines del nuevo formato.
Habrá que estar atentos a las minutas para ver si realmente mejora la efectividad de la comunicación. No hay duda de que la medida brindará más transparencia, pero faltará ver si mejorará el mensaje y diagnóstico en sí. En especial, tendremos que ver si el nuevo formato sea más ágil, menos pesado y más concreto. Habrá que recordar que el FMI lanzó una crítica severa a las minutas de Banxico el año pasado, al decir que eran excesivas, llenas de discusiones repetitivas y hasta confusas. Dijo al Banco que lo fundamental era que no ayudan mucho a predecir las decisiones de política futura que, en otras palabras, significa que estaba fallando su política de comunicación. Comparó el número promedio de palabras de las minutas publicadas por Banxico con el de las minutas de los bancos centrales de Chile, Colombia y Perú, para mostrar que Banxico pone casi lo doble que Chile, cinco veces más que Colombia y como 10 más que Perú. Implícitamente, le dijo a la Junta de Gobierno que echan demasiado rollo y que sus discusiones son aburridas. Terminó por sugerir que Banxico podría fortalecer su política de comunicación y transparencia para mejor el anclaje de expectativas e incrementar la eficacia de la política monetaria. Pues parece ser que el nuevo Gobernador tomó nota y ya está tomando medidas al respecto. Enhorabuena.