En los últimos meses ha aparecido un cúmulo de artículos en el extranjero sobre México. La mayoría han sido muy favorables, hablando del buen inicio de sexenio, la buena impresión de EPN, la aprobación de reformas estructurales vitales y el gran potencial que surge ahora del país. Entre otras cosas, los escritores sugieren que México será uno de los países de mayor crecimiento económico en los siguientes años. Incluso, Michael Barone escribió en el DC Examiner esta semana que la economía mexicana está creciendo a una tasa de 5%.
Puede que sea válido el optimismo que expresan, pero lo que no se ve es el supuesto crecimiento de 5%. En 2010 el PIB creció 5.3%, en buena medida impulsado por la base de comparación de 2009. En 2011 y 2012 el crecimiento fue 3.9%, lo que da un promedio de 4.3% en los últimos tres años. Los datos disponibles del primer trimestre de 2013 sugieren que será el de menor crecimiento de los últimos 15. El consenso para este año es de 3.5%, mientras que la expectativa para 2014 se ubica en 3.9%. ¿De dónde sacan la idea de que estamos creciendo a 5%?
El ciclo económico clásico tiene tres etapas: recesión, recuperación y expansión. La recesión empieza en el momento en que la economía registra un punto máximo y empieza a disminuir. La recuperación arranca cuando se toca fondo y empieza de nuevo el crecimiento. La recuperación se convierte en expansión cuando se rebasa el punto máximo anterior. Sin embargo, el ciclo económico no sólo abarca el crecimiento económico sino además el mercado laboral. Por lo mismo, aunque superamos el punto máximo anterior del PIB (primer trimestre de 2008) en el primer trimestre de 2011, tardó mucho más la etapa de recuperación dado que la tasa de desempleo todavía no regresa a niveles pre-crisis.
¿Cómo se puede dar seguimiento puntual del ciclo económico en México? Mediante un conjunto de indicadores coincidentes, el INEGI construye el “Índice Compuesto de Indicadores Coincidentes”, que replica el comportamiento cíclico de la economía. Sin embargo, es importante señalar que existen dos escuelas de ciclos económicos que en un momento dado pueden mandar señales diferentes e interpretaciones distintas sobre el avance de la economía. La primera escuela es la “clásica”, que nace de los estudios de Wesley Mitchell que empezaron en los años veinte del siglo pasado. La mayor parte del desarrollo de esta escuela se llevó a cabo en la prestigiada institución, National Bureau of Economic Research (NBER), en Estados Unidos.
La segunda escuela o enfoque se denomina “ciclo de crecimiento” y su desarrollo se llevó a cabo mucho más tarde, fundamentalmente, en Europa en la sede de la OCDE. La diferencia básica es que define los periodos del ciclo en función de las desviaciones de la tendencia de largo plazo. Partiendo del hecho de que las series de tiempo se pueden descomponer en cuatro partes (tendencia de largo plazo, comportamiento estacional, dirección cíclica y movimiento aleatorio), esta escuela calcula la tendencia de largo plazo y lo iguala a lo largo del tiempo a 100, para entonces ver sólo las desviaciones cíclicas respecto a esta tendencia.
La crítica principal al enfoque de crecimiento es que no nos dice cuál es la tendencia de largo plazo. La forma de calcular la tendencia es prácticamente igual a la medición del PIB potencial, por lo que es muy similar al estudio de la brecha del producto (output gap), que se utiliza para tratar de medir la presencia (o ausencia) de presiones inflacionarias que pudieran provenir de la demanda agregada. En cambio, el enfoque clásico es mucho más intuitivo y fácil de interpretar.
El INEGI empezó a calcular indicadores compuestos a principio de la década pasada, mediante la metodología de la escuela clásica. Sin embargo, a mediados de 2011 cambió la metodología a la de la OCDE y es la que presenta ahora en su “reloj de los ciclos económicos” y en los indicadores denominados “SIC”. Dado que este enfoque no es compatible con la que predomina en Estados Unidos, el INEGI sigue publicando los datos del enfoque clásico en su Banco de Información Económica (aunque no los divulga en un boletín de prensa) con la denominación original de “SICCA”.
Si analizamos los datos de la escuela clásica, el índice compuesto de indicadores coincidentes registró su punto máximo en enero 2008 (113.7 puntos) para iniciar en ese momento la recesión. El índice disminuye por 17 meses y llega a su punto mínimo en mayo 2009 (en 98.2 puntos). En ese momento empieza la recuperación, que tarda 38 meses (junio 2012) en superar el punto máximo anterior. Por lo mismo, la economía mexicana inicia una nueva fase de expansión a partir de mediados del año pasado.
El problema es que la expansión arranca justo cuando la economía empieza a desacelerarse. En diciembre disminuyó a un nivel por debajo del máximo anterior (113.6) y en enero se ubicó en 114.2, el mismo nivel de junio del año pasado. Esto nos dice que más que una expansión propia, la economía parece haber tomado una tendencia lateral.