Mañana jueves el INEGI dará a conocer el PIB del segundo trimestre. El consenso apunta hacia una tasa anual de 1.5 por ciento, pero no sorprendería que fuera todavía menor. Si utilizamos al IGAE como guía, encontramos que el crecimiento promedio de abril/mayo fue 0.95 por ciento. Esto significa que para que el PIB alcance una tasa de 1.5 por ciento para el trimestre, el IGAE de junio tendrá que haber crecido alrededor de 2.5 por ciento. Hace un par de semanas nos informó el INEGI que las actividades secundarias crecieron 2.0 por ciento en junio, por lo que necesitaríamos que las actividades terciarias (comercio y servicios) hubieran crecido significativamente por encima de 3.0 por ciento en el mismo mes.
Cuando veamos el dato debemos recordar que la tasa anual que se publicitará será sin corregir por efectos de calendario y que contendrá un sesgo significativo a la baja. Ahora vamos a ver el efecto contrario al primer trimestre cuando se reportó una tasa sin corregir de 1.8 por ciento y ya corregido de 0.6 por ciento. Si la tasa es cercana a la anticipada, también significa que la actividad económica tendrá que crecer por encima de 3.5 por ciento en la segunda mitad del año para llegar al consenso actual de crecimiento de 2.5-2.6 por ciento en 2014. Seguramente nos dará mucho de qué hablar.
Ante el crecimiento mediocre de los primeros dos años del sexenio y después de las declaraciones polémicas de Miguel Mancera, el debate sobre el salario mínimo ha avanzado bastante. Todavía estamos lejos de llegar a un consenso sobre cuánto y cuándo se debería aumentar e incluso, si debería de existir tal cual, pero creo que ya hay algunos puntos en que la mayoría podría estar de acuerdo. Primero, el salario mínimo mexicano es realmente un mínimo exagerado, sea como sea que lo queramos medir y contra cualquier parámetro pensable. Su poder adquisitivo se ubica por debajo de cualquier umbral de pobreza, es menor a cualquier otro país y no ha existido ningún esfuerzo por mantenerlo, ni siquiera en la última década. Existe una clara violación al Artículo 123 de la Constitución, que no solo establece que debe existir, sino que marca explícitamente cómo se debe fijar. En este sentido, existe una disyuntiva inobjetable: o cambiamos la Constitución o subimos significativamente el mínimo.
Segundo, el manejo del mínimo ha sido totalmente absurdo y abusivo, desde su utilización como ancla contra la inflación hasta la indexación para multas, tarifas y similares. Independientemente si se incrementa o no, deberíamos eliminar por completo su uso como referencia para fijar cualquier parámetro fuera del salario en sí. También debemos dar por concluido su uso como un instrumento complementario a la política monetaria. Es tan bajo, que existe gran margen para incrementarlo sin perjuicio alguno a la inflación.
Tercero, el mínimo no es la panacea para resolver nuestros problemas de pobreza y distribución inequitativa del ingreso. Independientemente si se incrementa o no, se debe buscar ampliar y mejorar las políticas que buscan fomentar la productividad, la educación y la formalidad. No queda claro si un aumento en el mínimo aumentaría la productividad, o si un aumento en la productividad permitiría incrementar el mínimo. Lo que sí queda claro, es que todo está relacionado. Esto significa que necesitamos una solución integral que busca fomentar todo en conjunto.
Cuarto, urge cambiar o eliminar la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, por ineficaz, inútil y contraproducente. No sé cuántas personas laboran allí o a cuánto asciende la nómina total, pero la remuneración total registrada del presidente es más de 86 veces el salario mínimo. La Comisión no ha funcionado ni siquiera para mantener el poder adquisitivo y no produce estudios relevantes al respecto. Es tan así, que en medio del debate que se ha presentado en los últimos meses, no se ha dado a conocer un estudio, un análisis o comentario relevante de su parte. Es uno de muchos ejemplos de cómo el gobierno federal desperdicia recursos a lo bruto.
No hay duda de que existe amplio margen para aumentar el mínimo sin prejuicio a la inflación o al desempleo. También queda claro que el debate actual es más político que económico: su amento no va resolver el problema de pobreza o incrementar mucho el poder adquisitivo. Lo que necesitamos es un estudio serio, de fondo, que incorpore muchos de los parámetros que se han manejado. No es trivial que 13 por ciento de la población ocupada gana el mínimo o menos, pero tampoco debemos ignorar el hecho de que 93 por ciento de este segmento laboran en la informalidad.
Hola Jonathan, hoy Beteta le hizo una entrevista a Aportela (SHCP). En el programa se leyó un extracto de un documento de Monex, en donde se dice que para alcanzar una tasa del +2.8% en el 2014 se requieren tasas trimestrales de crecimiento anualizadas del +6.1%… y Beteta le pregunta que serían entre +3.0% y +4.0%… a lo que Aportela dice que si… Según yo es un error de Aportela, ya que su PIB de 2.7% requiere tasas trimestrales anualizadas ligeramente por debajo del +6.0%?
Esta es la liga… la parte a la que me refiero es en el minuto 10:25… [http://201.148.81.110/entrevista/Enlostiempos/20140822_FernandoAportela.mp3]
saludos
Según mis cálculos, las tasas trimestrales anualizadas tendrían que estar cerca de 5% para llegar a 2.7%. Si las tasas son parecidas al 2T (4.2%), llegaremos a 2.5-2.6%, por lo que se necesita una ligera aceleración.
HOLA JONATHAN, EL PAN REGIOMONTANO USA LO DEL SALARIO MINIMO COMO ATRACCION POLITICA, NO SERIA MAS VIABLE EL DARLE TOTAL SEGURIDAD A LOS MICROEMPRESARIOS ,QUE EDUCADOS EN ESTA LINEA, INICIEN UNA EMPRESA PROPIA Y BIEN ESTUDIADA POR ESPECIALISTAS ,PARA QUE SE DESARROLLEN MEJORES SALARIOS Y SE ENTIERRE EL CONCEPTO DE «SALARIO MINIMO»?
SALUDOS,CARLOS CORRAL.