A partir de 2010, el año después de la gran recesión, crecimos a una tasa promedio de 4.1% por 10 trimestres consecutivos. Sin embargo, a partir del tercer trimestre del año pasado, el promedio disminuyó a 2.0%. Estamos en espera del dato del segundo trimestre de este año, que es muy probable que jale hacia abajo el promedio actual. La tasa de referencia no es la anual (para evitar su sesgo intrínseco), sino la tasa anualizada de cada trimestre respecto al inmediato anterior a partir de series desestacionalizadas (cual debe de ser).
Las razones de la desaceleración han sido ampliamente discutidas: la falta de dinamismo de la economía mundial (y subsecuente debilidad en las exportaciones no petroleras), la crisis de la construcción, la disminución del gasto público, la caída en las remesas, la menor entrada de inversión extranjera directa a raíz de la percepción de mayor inseguridad y la inestabilidad financiera internacional. Todos estos factores empezaron a tomar efecto desde mediados del año pasado y no apenas a partir del primer trimestre de este año. Debemos recordar que el crecimiento del tercer trimestre de 2012 fue menor al del primero de 2013.
Empezamos el año con una expectativa (de consenso) de 3.5% de crecimiento para el año. Al conocer los resultados del primer trimestre, fue revisada a la baja a 3.1%. Recién, con suficiente información acerca del comportamiento del segundo trimestre, se ha modificado a 2.7%. No obstante, estos números implican una reactivación de la actividad económica en la segunda mitad del año, fincada en la esperanza de un mejor desempeño de la economía norteamericana, la reactivación del gasto público y un impulso a la construcción. Queda claro que si no empieza a mejorar a partir del tercer trimestre, veremos de nuevo una revisión a la baja.
Aunque apenas llevamos tres días del tercer trimestre, existen indicadores oportunos que tienen características de “adelantados”. El lunes se dio a conocer el Indicador IMEF Manufacturero y No Manufacturero de junio con datos alarmantes (ver gráfica pic.twitter.com/uKJXKWDO4S). Para interpretar estas cifras, conocidos como índices de difusión, no debemos concentrarnos en el último dato, ya que su propia volatilidad nos puede llevar a sobre analizar un número negativo (o positivo). Más bien, nos debemos concentrar en las tendencias. El Indicador Manufacturero mostró una clara tendencia negativa, no sólo por debajo del umbral de 50 puntos por segundo mes consecutivo, sino con tasas negativas por cinco meses contiguos para ubicarlo en el nivel más bajo visto desde junio de 2009. Aunque todavía no cae por debajo del umbral de 50 puntos, el Indicador No Manufacturero lleva una tendencia a la baja desde septiembre del año pasado. Estas cifras auguran estancamiento en los siguientes meses.
No es fácil romper la inercia de la actividad económica. Se necesita un choque positivo fuerte (que no se ha visto), o bien, la reactivación de algún motor con su respectivo rezago (que todavía no sucede). Aunque permanece la expectativa de un mayor dinamismo norteamericano, no parece ser suficiente para reactivar la economía mexicana en el muy corto plazo.
Obviamente faltan muchos datos, pero con la información que tenemos y las tendencias actuales, parece ser que el crecimiento de 2013 será mucho más cerca de 2%.