El INEGI acaba de anunciar que la tasa anual de inflación subió de nuevo en julio (por tercer mes consecutivo), a 4.42% de 4.34% en junio. Anteriormente, la mayoría de los analistas habían revisado sus proyecciones para la inflación a fin de año al alza. Los especialistas en economía del sector privado (encuestados por el Banco de México) ya ven la inflación en diciembre en 3.9%, mientras que las instituciones financieras (encuestados por Banamex) la ubican en 4.0%. Tal parece que está en tela de juicio si las autoridades monetarias podrán contener la inflación por debajo de 4.0%, que representa el umbral superior de su rango de volatilidad alrededor de su objetivo permanente de 3.0%.
El año pasado, la inflación promedio fue 3.41%, la más baja en toda la historia del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), que nació en 1969. Sin embargo, hemos observado una tendencia alcista en la promedio en el transcurso de todo el año hasta llegar a 3.73% en julio. Un análisis de los números y tendencias nos dice que lo más probable es que termine por encima del 4.0% este año. Dado que el objetivo de 3% del Banco Central es permanente, la inflación promedio es el mejor barómetro para medir el desempeño de las autoridades monetarias.
¿Qué es lo que ha motivado el alza? En principio, salvo los precios de los servicios, prácticamente todos los demás subíndices muestran una tendencia alcista en sus tasas promedios. Sin embargo, los que más han aumentado son los precios de los energéticos, las mercancías alimenticias y los precios agropecuarios. Los analistas de Banamex dicen que el “mayor precio relativo de las mercancías se debe entre otros factores a la depreciación del tipo de cambio de hace unos meses.” Aunque puede ser, no termina por explicar por qué los precios de las mercancías alimentarias han aumentado mucho más que las no alimentarias (casi lo doble). Habría que realizar un análisis más exhaustivo, pero una primera hipótesis es que la estructura competitiva de las mercancías no alimentarias es mejor que las alimentarias. Otra hipótesis es que las alimentarias se han visto afectadas por mayores alzas en los precios en los mercados mundiales, mientras que las no alimentarias no han aumentado mucho como resultado de una brecha de producto negativa a nivel mundial y mejoras tecnológicas que han ayudado a contener costos.
Los precios de las mercancías han aumentado 4.91% en los últimos 12 meses, resultado de incrementos de 6.61% en las alimentarias y 3.60% en las no alimentarias. En el mismo lapso, los precios de los servicios han subido tan sólo 2.50% para llegar a un promedio (ponderado) de lo que llamamos la inflación subyacente de 3.59%. Dado el comportamiento disímil en sus diversos componentes, parece que más que un fenómeno inflacionario tal cual, estamos ante un reacomodo de precios relativos.
El resto del INPC, lo que llamamos la parte no subyacente, aumentó 7.30% en los últimos 12 meses, lo que explica por qué la inflación general se ubica por encima del umbral superior del rango de volatilidad del Banco de México. Aquí también encontramos comportamientos distintos en sus diversos componentes. Mientras que las tarifas autorizadas por el gobierno se ubican prácticamente al mismo nivel de hace un año, los precios de los energéticos han aumentado 8.01% y los precios agrícolas 11.27%. De estos últimos, tenemos que subrayar una diferencia sustancial: mientras que los precios de los energéticos seguirán subiendo, representando una contribución permanente a la inflación, es muy probable que los precios agropecuarios disminuyen pronto.
¿Seguirá la tendencia al alza? No queda tan claro, pero todo apunta a que la inflación de fin de año deberá ubicarse por debajo de la tasa actual. De hecho, los analistas de Banamex vaticinan que la tasa anual de julio “es el pico de la inflación anual en este año”. Argumentan que a pesar de que la brecha del producto se ha cerrado, tampoco se ubica en una posición como para ejercer presiones inflacionarias. En adición, piensan que los precios agrícolas bajarán pronto y rápidamente (incluso, la inflación de la última quincena de julio fue negativa en este rubro), y la recién apreciación del tipo de cambio ayudará a contrarrestar las presiones de los meses anteriores.
No obstante su opinión informada, no queda claro que el pico de la inflación anual sea julio por la simple razón de que las tasas de inflación de agosto y septiembre del año pasado fueron bastante bajas (0.16% y 0.25%, respectivamente). Independientemente del mes exacto, sí parece ser que la inflación de doce meses llegará a su máximo en el tercer trimestre y bajará hacia fin de año. La clave para ver si logra ubicarse por debajo (o encima) del umbral de 4% seguramente será el comportamiento de los precios agrícolas.