Inflación Preocupante

La noticia ya la conocen. Terminamos 2017 con una inflación de 6.77 por ciento, la más elevada desde 2000. Sin embargo, en 2000 la inflación terminó en 8.96 por ciento, por debajo de la meta de inflación de 10.0 por ciento. Más bien, tenemos que remitir a 1998 para encontrar una desviación respecto al objetivo tan marcada como este año. Desde 2003, año en que oficialmente adoptó el Banco de México la política monetaria conocido como “inflation targeting” y que se determinó que el objetivo sería 3.0 por ciento, nunca habíamos observado una inflación tan elevada ni con una desviación tan marcada respecto al objetivo. El Banco Central erró en su cálculo de que empezaría a marcar una tendencia a la baja en la segunda mitad del año y, por lo tanto, falló en instrumentar una política monetaria más adecuada para contener la merma en el poder adquisitivo de la población.

Existe cierto consenso que los riesgos principales para el 2018 radican en las negociaciones para el TLCAN 2.0, en las elecciones presidenciales, en la política monetaria de la Reserva Federal y en los posibles efectos adversos de la reforma fiscal de Estados Unidos. Todos han creado incertidumbre que frena la inversión privada y limita el crecimiento económico. Sin embargo, al ver los resultados de la inflación, no solo tenemos que añadir el fenómeno inflacionario a la lista, sino incluso, posiblemente ponerlo en primer lugar.

¿Por qué? Si vemos la merma en el poder adquisitivo de las clases socioeconómicos más vulnerables del país, vemos que alcanza ya una cifra de doble dígito. El costo implícito de las canastas alimenticia y de bienestar que monitorea Coneval, va muy por encima de los cálculos de inflación general que lleva el INEGI. Si analizamos la estructura del INPC, vemos que la elevación tan marcada no es simplemente producto del gasolinazo de enero pasado (solo explica 26 por ciento de la inflación anual), sino de aumentos generalizados en prácticamente todos los precios. De hecho, si eliminamos los precios de los energéticos del cálculo, aún así la inflación anual rebasa 5 por ciento.

Sabemos que en enero la inflación anual bajará sustancialmente mediante el efecto de la base de comparación, pues ya no estaremos incorporando el efecto del gasolinazo. Sin embargo, hace medio año se pensaba que ya para enero de 2018 la inflación podría estar mucho más cerca al 4 por ciento. Ahora vemos que en el mejor de los casos se ubicará por debajo del 6 por ciento, pero todavía muy por arriba de 5 por ciento y que la trayectoria a la baja será mucho más lenta de lo que se anticipaba. Peor aún, si Banxico se queda viendo lo que pasa sin responder o incluso, con aumentos efímeros como el del pasado diciembre, podríamos ver una corrección sustancial al alza en las expectativas de inflación para este año.

Dado que la brecha de producto fue negativa, o por lo menos muy cerca a cero, durante el año, no podemos achacar el fenómeno inflacionario a un exceso de demanda agregada. Más bien, el factor más importante en las alzas de precios de este año es el incremento sostenido que ha tenido el tipo de cambio a lo largo de los últimos tres años. De 2014 a la fecha, el tipo de cambio promedio ha aumentado alrededor de 42.5 por ciento, mientras que la inflación acumulada en el mismo periodo apenas registra 12.7 por ciento. Si bien, el coeficiente de traspaso no se ubica cerca a la unidad, estos números sugieren que tampoco esta tan cerca a cero. Dado que la incertidumbre relacionada al TLCAN, las elecciones y la reforma fiscal de Estados Unidos continúen, es muy probable que no tengamos mayores flujos financieros hacia el país y que el tipo de cambio permanezca presionado. Al mismo tiempo, la inflación elevada de 2017 dará pie a aumentos salariales más elevados que en años anteriores, mientras que muchas empresas trasladarán estos incrementos al consumidor. Esto nos hace pensar que la inflación no va disminuir tan rápidamente como desea Banxico.

¿Qué hará el Banco de México? Tendrá que mostrar su autonomía y apegarse a su cometido constitucional de procurar estabilidad en el poder adquisitivo, justo en el momento que entramos de lleno en el proceso electoral. Ya se fue Agustín Carstens y la Junta queda cojo ante la falta de un integrante. El nuevo Gobernador no solamente enfrente su mayor reto, sino todavía más complicado de cualquier momento que enfrentó Carstens en su tiempo.

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