La Balanza Comercial

El TLCAN ha sido un tratado provechoso para los tres países firmantes, en especial para México. Ayudó a cimentar las bases para una economía más abierta, competitiva y capaz de generar sus propias divisas, para así dejar atrás los años difíciles y obscuros de la crisis de deuda externa. No cumplió con todo lo prometido, ya que no se ha reducido la brecha salarial que tenemos con Estados Unidos, ni ha mejorado la distribución del ingreso en el país. Pero, aunque los beneficios generados no han sido equitativos, el balance ha sido positivo. Ahora conviene modernizarlo y al mismo tiempo, buscar como dinamizar la economía interna, mejorar los salarios y resolver otros problemas mucho más complicados como la corrupción, la impunidad y la inseguridad.

El problema fundamental de la negociación del TLCAN 2.0 ha sido la ignorancia del presidente actual de Estados Unidos, que ve el comercio exterior como un juego de suma cero. Al contrario de toda la teoría económica, él piensa que si un país tiene un déficit comercial es un perdedor, mientras que para ser ganador se necesita tener un superávit. Por lo mismo, quiere forzar un tratado para que el déficit que tiene su país con el nuestro desaparezca.

En sí, la balanza comercial es irrelevante en el buen desempeño económico de un país. Efectivamente, queremos exportar más, ya que el aumento en la producción crea empleos e ingresos para más mexicanos. Sin embargo, también es positivo importar ciertos bienes, no solo porque aprovechamos así nuestras ventajas competitivas, sino también porque son complementos para nuestro crecimiento y bienestar. Por ejemplo, el INEGI reporta que en lo que va este año, las importaciones de bienes de uso intermedio, fundamentales para la producción en general, representan 76.7 por ciento de las totales. En este sentido, no importa si en un mes dado exportamos más de lo que importamos, o al revés, si importamos más de lo que exportamos. Lo que es fundamental es que crezcan ambos, ya que son signos de una economía sana.

Por lo mismo, no debemos caer en el error de Trump de otorgar demasiado importancia a la balanza comercial. Claro está que debemos evitar los grandes desequilibrios, ya que su financiamiento puede crear problemas. Pero para esto, se debe considerar que la balanza comercial es solo una parte de la balanza de pagos. Un desequilibrio se da en como se conforman todas las partes. Pero mientras tengamos un déficit comercial moderado, que se complementa con superávits en otros rubros y flujos financieros para su financiamiento, podemos crecer adecuadamente sin problemas. Incluso, para un país como México con ahorro interno insuficiente, será más fácil el proceso de crecimiento con déficits moderados. En los años en que hemos tenido grandes superávits, como en los ochenta, prácticamente no crecimos.

La semana pasada, el INEGI dio a conocer la balanza comercial de noviembre. La noticia importante es que en los primeros once meses del año las exportaciones crecieron 9.7 por ciento, mientras que las importaciones avanzaron 8.6 por ciento. El buen desempeño de ambos, sin considerar si hubo superávit o déficit, es signo de que esta parte de la economía va muy bien. Sin embargo, en el comunicado de prensa el INEGI comete el mismo error de Trump, al poner en el primer párrafo la noticia del saldo de la balanza. Al destacar primero el saldo y relegar para después el crecimiento de los componentes, manda el mensaje equivocado. El saldo no es importante, al no ser que fuera excesivo. Un superávit no es necesariamente una noticia positiva, al igual que un déficit no es necesariamente una noticia negativa.

Si las importaciones de bienes de uso intermedio crecen, su demanda significa que la producción manufacturera ira en aumento, por lo que habrá una mayor contribución al crecimiento del PIB. Si hay un incremento en las importaciones de bienes de capital, significa que habrá más inversión, lo que contribuye positivamente al crecimiento económico. Si las importaciones de bienes de consumo van en aumento, es reflejo de que existe demanda por parte de los hogares, gracias al buen desempeño de sus ingresos. Es justo en este sentido que las importaciones no se deben ver como algo nocivo y mucho menos debemos darle mucha importancia a que si superan las exportaciones o no. Lo importante es el crecimiento de ambos.

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