El INEGI reportó hoy, viernes 30 de marzo, que el valor de producción generado por las empresas constructoras disminuyó 1.3 por ciento en enero respecto al mes anterior, lo cual lleva a un incremento de 3.1 por ciento respecto a enero del año pasado. Hace un par de semanas (13 de marzo) ya nos había informado que la construcción había crecido 0.8 por ciento en enero (eliminando el efecto estacional), lo que implicaba un avance anual de 4.8 por ciento. Regresando de Semana Santa (10 de abril), se va divulgar el crecimiento de la construcción, que es un componente importante de la inversión fija bruta. En ese momento nos vamos a enterar que creció a una tasa distinta al 3.1 y al 4.8 por ciento que ya nos dijeron.
Cada mes el INEGI da a conocer tres distintas tasas de crecimiento para la construcción. Primero, cuando da a conocer la producción industrial, ya que la construcción representa 20 por ciento de las actividades secundarias. Como a las dos semanas divulga los resultados de la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC), la cual proporciona información sobre el valor de la producción del sector. Finalmente, casi un mes después de haber informado sobre la actividad industrial, publica los datos en torno a la inversión fija bruta (IFB), de la cual la construcción representa el 66.1%. Si uno no conoce bien las diferencias entre las tres cifras, no sólo puede prestarse a la confusión, sino que puede derivarse en un análisis erróneo del sector.
De entrada, el valor de la producción que reporta la ENEC es en miles de pesos constantes (a precios de diciembre del 2003), que se obtiene al deflactor los valores nominales por el índice de precios al productor de la construcción, mientras que las otras dos series se reportan mediante índice base 2003. Si comparamos el valor reportado con el de cuentas nacionales, observamos que son números muy distintos, siendo el primero alrededor de una séptima parte del segundo. El boletín de prensa advierte que el comportamiento de esta variable puede diferir del proveniente de las cuentas nacionales, ya que este último considera además la autoconstrucción que realizan las empresas que se ubican en las distintas actividades económicas, así como la construcción que realizan los hogares.
El ENEC y las encuestas con otros nombres que se aplicaban antes, siempre han mostrado problemas muestrales. Por ejemplo, subsistieron dos encuestas (ENICO y ENSFIC) para el periodo 2000-2002 y uno indicaba un valor de producción promedio de un poco más del doble que el otro. Posteriormente, hubo dos encuestas (la ENEC original y la ENEC nueva) que se levantaron para 2006-2011 y de nuevo los valores de la nueva son casi el doble de los de la original. Una parte intrínseca del problema es que las empresas constructores se dan de baja con mucha frecuencia y luego reaparecen con otra razón social y configuración.
Queda claro que los resultados de la ENEC reflejan un subconjunto del sector. Pero si es así, ¿cómo es que se reportan las cifras del sector en su totalidad (en la producción industrial) dos semanas antes? ¿Significa esto que el INEGI no utiliza la información de la ENEC para la elaboración de la actividad industrial? ¿Qué valor analítica aporta la ENEC en adición a la que conocimos a mediados de marzo? Estas preguntas lleva a la mayoría de los analistas a no considerar los resultados de la ENEC para entender la coyuntura.
Pronto conoceremos otro dato de la construcción para enero, el que proviene de la inversión fija bruta (IFB). ¿Le debemos hacer caso?
En principio, las cifras de la construcción que reporta el IFB se obtienen de los mismos índices incorporados a la elaboración de la producción industrial. No obstante, existen algunas diferencias básicas entre ambas series, ya que no toda las actividades de construcción se consideran inversión y viceversa. Algunos de los trabajos especializados (subsector 238 de la clasificación SCIAN) abarcan labores menores relacionadas con la construcción, pero de escala más baja, que incluye reparaciones menores y trabajos de pintura y yeso; este tipo de actividades se consideran como gasto corriente y no de capital.
Al mismo tiempo, existen algunas actividades que el SCIAN clasifica en otros sectores aunque se consideran como obras de construcción, por lo cual se tienen que incluir al considerarlas como gasto de inversión. Éstas se registran como construcción por cuenta propia de cada sector. Un claro ejemplo son las obras de perforación de pozos por parte de Pemex; al contabilizar su producción se clasifican como actividad petrolera (dentro del sector de minería) y no como construcción propia que, sin embargo, se incluye en el subíndice de construcción al constituir el indicador de inversión.
En cada tipo de obra, el SCIAN agrega los servicios referidos como administración y supervisión de obras, además de otros servicios relacionados con la construcción, pero ninguno de éstos son parte de la formación bruta de capital fijo, aunque sí se integran en el valor de la producción de la construcción (sector 23 del SCIAN).
Por último, otra diferencia entre la inversión y el valor de producción en construcción es en cuanto al tratamiento de los precios. Mientras el subíndice de construcción de la actividad industrial hace su evaluación a precios básicos, el subíndice de la inversión fija se refiere al gasto en construcción valuado a precios comprador, por lo que incluye impuestos a los productos y margen de intermediación.
En resumen, las cifras reportadas a mediados de marzo (producción industrial) son las mejores para entender el valor de producción del sector de la construcción en su conjunto. Los datos reportados a fin de marzo sirven sólo para observar un poco más cerca a un subsector de la construcción relacionada más a la parte formal de la industria. Finalmente, las series que conoceremos el 10 de abril funcionan para analizar las decisiones de inversión en su conjunto y no tanto para conocer más a fondo la actividad de la construcción.