Como comentamos el mes pasado, la tasa de desempleo se define como la proporción o porcentaje de la Población Económicamente Activa (PEA), que no tiene trabajo y que busca activamente tener una ocupación. Para ser considerado parte de la PEA se tiene que tener presencia en el mercado laboral, ya sea como empleado (ocupado) o realizando una acción de búsqueda de trabajo. Por lo mismo, para considerar a una persona como “desempleada”, no es suficiente estar en una situación específica (que es no trabajar), sino es necesario un comportamiento (adoptar acciones de búsqueda de trabajo). En otras palabras, el desempleo involucra una situación (no tener trabajo) y un comportamiento (buscar activamente un empleo).
Esta definición es la recomendada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las Naciones Unidas (ONU), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y varias organizaciones internacionales más. Los lineamientos establecidos para las definiciones de los mercados laborales son los mismos para países desarrollados, como emergentes y subdesarrollados. A raíz de esta definición, como lo hemos comentado en artículos pasados, la tasa de desempleo en México es más baja que la de Estados Unidos y de la mayoría de los países con los cuales nos comparamos. ¿Por qué? La respuesta está en la estructura misma del mercado laboral mexicano.
De entrada, cuando analizamos la tasa de desempleo en México, hay que separa el desempleo “urbano” del “rural”, ya que obedecen a dos problemáticas muy diferentes. La tasa rural es muy baja y al incluirla en una tasa “nacional”, disminuye la percepción del desempleo. Por lo mismo, siempre debemos enfocarnos en la tasa de desempleo urbano. También es la que debemos utilizar para compararnos con Estados Unidos, ya que la tasa de referencia de nuestro vecino NO incluye el desempleo agrícola (equivalente en buena medida a la rural en México). Simplemente con este ajuste, las dos tasas no son tan diferentes como se piensa (ver gráfica).
En seguida, lo que debemos tomar en cuenta es que el desempleo es un concepto de una economía de mercado. Si no existieran mercados, prácticamente no habría desempleo. Hace dos o trescientos años, casi toda la población se dedicaba a la agricultura con una proporción elevada de autoconsumo. Por lo mismo, debemos asociar el desempleo con el desarrollo de nuestra economía, con la inserción de la industria y con la demanda de trabajo que surge de las fábricas y empresas productivas. Esto significa que entre más desarrollado sea un país, más visible e importante es su mercado laboral. Obviamente, Estados Unidos es mucho más desarrollado que México, lo que explica de inmediato parte del hecho de que tiene una tasa de desempleo mayor.
Justamente, parte del desarrollo de un país es su nivel de riqueza y la fortaleza de sus instituciones. En muchas ocasiones esto le permite desarrollar redes de seguridad, como el seguro de desempleo. También implica tener un nivel educativo mucho mayor, con conlleva aspiraciones socioeconómicos mayores. ¿Esto qué significa? Si una persona se queda sin trabajo en Estados Unidos, utiliza su seguro de desempleo y sus ahorros para “financiar” una búsqueda de trabajo de un cierto nivel, es decir, la persona no va estar contento en aceptar cualquier trabajo, sino un empleo digno de su nivel educativo y aspiracional.
En cambio en México, el nivel educativo menor, la falta o dificultad de movilidad social y el nivel promedio de riqueza de las familias, impiden este lujo, es decir, la gran mayoría de la población aceptan el trabajo que sea y son pocos que se dan el “lujo” de un largo periodo de búsqueda. Esto se puede apreciar en un hecho contrastante entre ambos países: en Estados Unidos, entre menos sea el nivel educativo de una persona, mayor es el desempleo; en México, entre mayor sea el nivel educativo, mayor es el desempleo. La explicación es que en Estados Unidos, la educación abre las puertas a mejor y mayor empleo, mientras que en México, la educación trae consigo una aspiración de un mejor empleo, por lo que las personas están dispuestos a buscar más y no emplearse en lo que sea. Sin embargo, dado que la gran mayoría de la población económicamente activa en México es de menos ingresos y niveles educativos relativamente bajos, no tienen estas aspiraciones, no cuentan con recursos para financiarse una buena búsqueda y están forzados a aceptar cualquier trabajo, en muchas ocasiones simplemente para comer y salir adelante en el corto plazo. Aunque la tasa de desempleo es más elevado en Estados Unidos para los que no han terminado nivel preparatoria, se pueden dar el lujo de estar desempleados por más tiempo, ya que gozan del seguro de desempleo.
Aun con estas diferencias estructurales, las tasas de desempleo en ambos países fueron muy parecidas a fines de la década de los noventa y entre 2005 y 2007. Se agrandó el diferencial en los tres periodos de recesión en Estados Unidos, mientras que México sufrió una tasa mayor en los años de su crisis más grande de 1995 a 1997. Lógico, ¿no?
Esta artículo fue publicado en febrero de 2011