De todos los indicadores económicos que se dan a conocer en Estados Unidos, posiblemente el más importante es la tasa de desempleo. Lo consideraría por encima del crecimiento del PIB, ya que refleja más el bienestar de las familias que la actividad económica. Es más importante que toda la población (en edad de trabajo) tenga un empleo y percibe suficiente ingresos que el crecimiento, ya que una expansión en la actividad económica no necesariamente implica una mayor generación de empleos. Al mismo tiempo, el crecimiento del PIB es un promedio que no dice mucho acerca de la distribución de ingreso o el bienestar de las familias.
También es muy importante ya que es uno de los primeros indicadores que se dan a conocer y con su divulgación empieza el reto de armar el rompecabezas de la marcha de la coyuntura. Típicamente la tasa de desempleo se da a conocer el primer viernes de cada mes. Es de las variables que más puede influenciar el comportamiento de los mercados si es que se aparta mucho de la expectativa.
En cambio, en México la mayoría de los analistas le otorga muy poca importancia. Prácticamente no hay reacción de los mercados, aún en el caso de que la cifra reportada resulta ser muy diferente a la esperada. Únicamente los medios le dan un lugar en las primeras planas, pero siempre y cuando la tasa sea mayor al mes (o año) anterior.
¿Por qué? ¿No debería ser igual de importante como en Estados Unidos? En principio, sí, sin embargo, la historia de las encuestas de desempleo no ha sido tan afortunada, mientras que la forma de presentar los resultados en los boletines de prensa deja mucho que desear.
De inicio se debe enfatizar que la estructura del mercado laboral en México es muy distinta al de Estados Unidos. Por ejemplo, mientras que en Estados Unidos la tasa de desempleo disminuye entre mayor sea el grado de educación, en México sucede lo contrario. En buena medida este fenómeno es un reflejo de las aspiraciones mismas que se desarrollan cuando una persona logra una mayor educación. Sin educación, no hay muchas esperanzas de conseguir mejor empleo, mientras que las necesidades son abrumadoras. Las diferencias entre la oferta y demanda de empleos va en aumento vis a vis la educación de la persona.
También es fundamental entender que el empleo y desempleo son conceptos de una economía de mercado. Si no hay un mercado en donde una persona puede ofrecer sus servicios, no puede existir el desempleo. Hace siglos, cuando no había manufactura ni una economía de servicios, la gran mayoría de la población vivía del autoconsumo y por definición no eran empleados ni desempleados. La concepción misma del mercado laboral va muy de la mano con el grado de desarrollo de un país. Esto significa que no debemos mezclar el empleo/desempleo urbano (donde por definición existe mayor desarrollo) con el rural (donde no sólo existe menor desarrollo sino también mayor autoconsumo). Esto se puede observar claramente en México al ver que no sólo aumenta el desempleo a la par de la educación, sino también a la par con el tamaño y desarrollo de las ciudades.
Los primeros esfuerzos por medir el desempleo en México se iniciaron en 1972 con la Encuesta Nacional en Hogares (ENH), que a partir de 1973 se empezó a levantar bajo el nombre de Encuesta Continua de Mano de Obra (ECMO). Al poco tiempo se afinó el cuestionario y siguió aplicándose bajo el nombre de Encuesta Continua sobre Ocupación (ECSO). La ECSO se mantuvo de 1974 a 1984 con frecuencia trimestral y con criterios más amplios a la que se maneja ahora. Con la idea de incorporar recomendaciones internacionales, a partir de 1983 se empezó a aplicar una encuesta mensual, más afinada, que se llamó la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU). Esta encuesta se utilizó hasta 2004, pero con múltiples rediseños (en 1985, 1987, 1989 y 1999) y cambios de cobertura: empezó con tres ciudades y se fue extendiendo poco a poco hasta llegar a 48 en 2003. Finalmente en 2004 se tomó la decisión de reducir la cobertura a 32 ciudades.
Todos los cambios anteriores hicieron que la continuidad analítica de la encuesta se perdiera. Si uno quisiera compara la tasa de un mes de 1997 con una de 2001, no quedaba muy clara su validez. Al mismo tiempo, había suficientes diferencias de definiciones con encuestas de otros países y muchas recomendaciones de organismos internacionales por aplicar. Por ejemplo, un estudio realizado en 1994 por expertos de Estados Unidos decía que si México actualizara sus definiciones y incorporara todas las recomendaciones internacionales, la tasa promedio aumentaría entre un uno y uno y medio puntos porcentuales.
Todos estos rediseños, cambios de cobertura y cuestionamientos metodológicos llevaron a muchos analistas a descartar la información publicada cada mes. A la par, se fueron gestionando varios mitos acerca de la encuesta: de que estaba manipulada, se utilizaba definiciones equivocadas y la metodología mexicana era de creación propia. Posiblemente uno de los problemas de fondo es que nunca se hizo un intento serio de explicar las diferencias estructurales del mercado mexicano vis a vis otras economías.
El INEGI trabajó arduamente en una nueva encuesta que incorporara la gran mayoría de las mejorías y recomendaciones de la OCDE, la OIT, las Naciones Unidas, el FMI y otros organismos internacionales, hasta desarrollar la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que se empezó a aplicar a partir de 2005. Al comparar los resultados de la ENOE con los de la encuesta anterior, se encuentra de entrada que la tasa de desempleo urbana aumenta en promedio 1.3 puntos porcentuales, muy en línea con lo que el estudio de 1994 había vaticinado. Aunque presentaba de nuevo un corte en las series históricas, por lo menos se contaba con una serie que ya difícilmente representaba las debilidades antes mencionadas.
Los resultados de la nueva encuesta muestran que las tasas de desempleo de Estados Unidos y México no son tan diferentes en tiempos de expansión en ambas economías. Si Estados Unidos entra en recesión, tiende a tener una tasa mayor a la de México. De igual forma, cuando México entra en recesión (sin que coincida con una en Estados Unidos) como en 1995, la tasa en México suele ser mayor a la de su vecino.
En principio, la introducción de la ENOE debería haberle otorgado mucha mayor credibilidad a la tasa de desempleo en México. Sin embargo, se cometió el grave error de incorporar la tasa rural a la urbana para producir una tasa “nacional”. Al mezclar las dos (que representan dos problemáticas distintas), la tasa nacional disminuye y ya no se percibe las diferencias introducidas con la encuesta. Al no observar diferencias con las anteriores, la nueva encuesta y sus mejorías pasaron desapercibidas.
A pesar de haber presentado la ENOE desde 2005, los boletines de prensa siguen presentando los mismos errores al no enfatizar la tasa de desempleo urbana. Si vemos uno de los boletines, por ejemplo, el del 23 de marzo con datos de febrero, encontramos que no se menciona la tasa de desempleo [nacional] hasta el tercer párrafo, sino que antes se menciona información mucho menos relevante como la tasa de participación y el porcentaje de empleados. Pero peor aún, no se habla de la tasa urbana hasta la página 7 y mediante un párrafo pequeño y sin gráfica. En otras palabras, el boletín enfatiza primero aspectos poco relevantes como para distraer la atención y evita casi por completo hablar de lo más importante y significante para la economía mexicana, que es la tasa de desempleo urbana.
Este viernes, 20 de abril, se va dar a conocer los indicadores oportunos de ocupación y empleo. Habría que ignorar la tasa nacional y buscar directamente la tasa urbana. Más importante aún, habría que ver la tendencia de esta tasa para realmente conocer la evolución de este indicador. Debería ser el indicador económico más importante que da a conocer el INEGI. Desafortunadamente, la mayoría de los analistas y el público en general no lo ve así.
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