La Política Monetaria

Hace unos días observamos el vigésimo aniversario luctuoso de Donaldo Colosio, que ocurrió justo nueve días antes de que iniciara la autonomía del Banco de México. El resultado fue que en su primer mes de independencia, el banco central tuvo que lidiar con la mayor salida de capitales en la historia ante un régimen cambiario inflexible. Al mismo tiempo, el entonces Secretario de Hacienda cambió la definición del balance fiscal para omitir la intermediación financiera y así ocultar un incremento sustancial en el déficit público. Las autoridades monetarias terminaron por financiar la expansión del gasto al trasladar recursos financieros de sus fondos al gobierno. Entre los acontecimientos económicos y los políticos, México vivió una época de inestabilidad y vulnerabilidad, que terminó en una magna devaluación y uno de los años más oscuros de nuestra historia económica reciente.

Así empezó el Banco de México y la política monetaria su emancipación del gobierno federal y de la política fiscal. Entre tropiezos, dudosa autonomía y una inflación que se fue de 7.0 por ciento a 52.0 por ciento en sus primeros 21 meses, las autoridades monetarias tuvieron que asentar cabeza, sacar la casta y mostrar a la sociedad que la autonomía era una buena decisión. Lo primero fue librarse del miedo a la flotación, que aunque hoy parece una decisión trivial, fue traumático en su momento. La mayoría de los funcionarios del gobierno federal y muchos dentro del propio Banco, pensaban que resultaría en una volatilidad incontrolable. Sin embargo, a la postre resultó ser una de las mejores decisiones que se pudiera haber tomado.

Lo segundo fue construir una política monetaria funcional, que no solo lograra revertir la tendencia alcista en la inflación, sino que funcionara en un ambiente hostil. Hay que recordar que la economía creció en promedio por arriba de 5.0 por ciento en los siguientes cinco años (de 1996 a 2000), por lo que seguramente había una brecha de producción positiva. Sin embargo, el Banco logró reducir la inflación de 52.0 por ciento a 9.0 por ciento en el mismo periodo. Sin lugar a dudas, este esfuerzo le dio credibilidad y esperanza de que México podría ser un país estable. Esta primera etapa fue reconocido por las agencias calificadoras, que en ese momento nos dieron la primera calificación de riesgo-país, ya en la zona de grado de inversión.

El momento fue propicio para el cambio de sexenio y el inicio de una nueva etapa democrática del país. Afortunadamente, el nuevo presidente se dio cuenta del logro y respetó por completo el concepto de autonomía. Vicente Fox ratificó toda la Junta de Gobierno y le dio luz verde para construir la siguiente etapa de la política monetaria: primero, la transición hacia el régimen de objetivos de inflación y posteriormente, su plena implementación. En los siguientes doce años vimos una tasa promedio anual de 4.4 por ciento de inflación y la consolidación de la estabilidad económica del país.

En 2013 la inflación terminó el año en 3.97 por ciento, el tercer año consecutivo con una tasa menor a 4.0 por ciento. La inflación subyacente finalizó por debajo de 3.0 por ciento y apunta a que se quedará en esos terrenos por un rato. No obstante, la volatilidad de los precios agrícolas y la política de aumentos en los precios de los energéticos, ya llevado a que la inflación no subyacente, la parte fuera del control del Banco Central, registre promedios cercanos al 8 por ciento anual. Sin embargo, la promesa gubernamental de empatar los aumentos en la gasolina con el objetivo de inflación a partir de 2015, da esperanza de que pronto veremos una tasa general de inflación cercana al 3.0 por ciento anual.

Aunque el esfuerzo por abatir la inflación hacia el objetivo de 3.0 por ciento ha sido difícil y prolongado, el debate actual es si la inflación quedará por debajo de 4.0 por ciento o no. El hecho de que hoy nos estemos peleando por ese último punto porcentual es un verdadero homenaje al progreso en materia de estabilidad de precios de la última década. Las autoridades monetarias no han cesado en su esfuerzo y siguen con la mira en el mismo objetivo. Sin embargo, están conscientes de que se debe lograr al menor costo social posible y en el corto plazo han enfocado la política monetaria más hacia el apuntalar el crecimiento económico.

Si hay una sola institución en este país que funciona plenamente y que ha cumplido cabalmente con su cometido, es el Banco de México. Nos debemos felicitar y celebrar juntos el próximo 1 de abril este vigésimo aniversario. Enhorabuena.

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