El INEGI informó la semana pasada que el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) en septiembre disminuyó 0.02% respecto al mes anterior y así ligó dos meses consecutivos a la baja. Dado que es la primera vez desde marzo-abril 2009 que registra dos meses al hilo a la baja, la cifra atrajo mucha atención. Por un lado, habría que considerar el dato como preliminar y sujeto a cambio, ya que no es realmente significativamente diferente a cero (en términos estadísticos) por lo que pudiera cambiar a un número ligeramente positivo en los siguientes meses. Pero esta aclaración no sirve de mucho consuelo ya que la tasa anual de 1.32% fue la más baja desde diciembre 2009 y la tendencia-ciclo apenas aumentó 0.03% respecto al mes anterior, mientras que registró cuatro meses consecutivos de desaceleración. Queda claro que septiembre fue un mes muy flojo dentro de un trimestre decepcionante.
Si analizamos las cifras de las actividades terciarias, encontramos que son los que marcan la tendencia ya que son muy similares. La tasa anual fue 1.31% (vs 1.32% del total), la mensual fue -0.33% (y el mes anterior 0.0%) y la tendencia-ciclo aumentó apenas 0.02% (con siete meses consecutivos de desaceleración). En principio no debe sorprender, ya que las actividades terciarias representan alrededor de 65% del PIB y su comportamiento suele estar muy en línea con el ciclo económico.
Cinco días después de que el INEGI proporcionó la información del IGAE sobre estas actividades, nos da a conocer indicadores adicionales sobre las mismas al informar sobre las ventas de los establecimientos comerciales y los ingresos agregados por la prestación de servicios del sector privado no financiero. ¿Qué tanto más nos dicen estos indicadores?
Lo primero que llama la atención es que se reportan los datos casi una semana después de reportar el IGAE del mes y el PIB del trimestre. ¿No debería ser al revés? En principio, uno pensaría que estas cifras serían más oportunas y nos ayudarían a adelantar la expectativa de lo que sería el IGAE. También se esperaría que el INEGI necesitara esta información antes para incorporarlo en su cálculo del agregado. Sin embargo, nuestra intuición nos dice lo contrario, es decir, todo parece indicar que no existen vasos comunicantes entre los cálculos de las cuentas nacionales y estos indicadores. La razón es que existe demasiada confusión en torno a cómo exactamente encaja la información entre las dos partes.
Primero tenemos los resultados de la encuesta a establecimientos comerciales, que claramente separa las ventas al por menor (sector 43 del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte, SCIAN) de las ventas al por mayor (sector 46). Las primeras aumentaron 1.0% respecto al mes anterior y 3.8% respecto al mismo mes del año anterior; el acumulado de enero a septiembre incrementó 4.5% respecto al mismo periodo del año anterior. Las secundas (por mayor) registraron una disminución de 1.12% respecto a agosto, su tasa anual cayó 3.3% y la tendencia-ciclo es negativo. ¿Cómo se incorpora esta información al cálculo de las actividades terciarias del IGAE?
El primer problema es que no sabemos qué ponderación lleva cada sector, ya que las cuentas nacionales no los separan; se reporta el comercio como un solo sector (43-46) que representa cerca de 15% del PIB. El segundo problema es que la encuesta a establecimientos comerciales incluye únicamente establecimientos formales grandes y medianos, que cubren entre 50% y 85% de la actividad en cada ciudad cubierta. ¿Cuál es el papel de los establecimientos pequeños y de los informales? En principio, el PIB abarca parte de estas actividades mediante cálculos indirectos, pero para los usuarios es simplemente una caja negra.
Enseguida tenemos la información del indicador de servicios, que tiene todavía mayores problemas de interpretación. En principio, los servicios representan alrededor de 50% del PIB, pero el indicador agregado de ingresos de servicios no incluye cuatro sectores (52, 55, 81 y 93 del SCIAN) que tienen que ver con servicios financieros, corporativos y actividades gubernamentales, mientras que los nueve restantes tienen ponderaciones dentro del indicador agregado distintas a las utilizadas por las cuentas nacionales. Por lo mismo, el hecho de que el indicador de servicios aumentó 0.12% respecto a agosto y 1.0% respecto al mismo mes del año pasado, no proporciona mucho valor analítico. Lo único que podemos decir es que con una ponderación diferente al incluido en el PIB, ciertos sectores de servicios mostraron el desempeño anual más baja de los últimos 18 meses.
La única conclusión a que podemos llegar es que existe una desaceleración marcada en las actividades terciarias, pero eso ya lo sabíamos. Entonces, ¿para qué nos sirve la información proporcionada cinco días después? Creo no tener la respuesta.
Al final de cuentas, lo más interesante del boletín de prensa del INEGI es que dice que “para deflactar las ventas, compras y remuneraciones, la EMEC [Encuesta Mensual de Establecimientos Comerciales] utiliza los índices de precios publicados por el Banco de México”. Uno pensaría que utilizaría los propios.