Una de las aspiraciones principales del país es crecer más y en forma sostenida. Por múltiples razones, México ha crecido muy por debajo de su potencial en las últimas décadas, a tal grado que hemos ocupado prácticamente las últimas posiciones dentro de las economías principales de América Latina. Peor aún, el crecimiento promedio anual ha marcado una clara tendencia a la baja en los últimos tres sexenios. Por lo mismo, el gobierno entrante y el propio sector privado han puesto como prioridad recuperar la capacidad de crecimiento. Han surgido movimientos sociales como el de “México ¿Cómo Vamos? que han puesto como meta explícita crecimiento sostenido del PIB por encima de 6%.
México sufrió grandes brotes de inestabilidad en las décadas de los setentas, ochentas y noventas, en detrimento del poder adquisitivo de la población. Las altas tasas de inflación perjudicaron al propio crecimiento económico y culminaron en masivas devaluaciones que buscaban corregir los grandes desequilibrios. Aunque la inflación bajó notablemente la década pasada y ahora registra niveles promedios cercanos al 4%, la población todavía percibe al incremento generalizado de precios como problema mayor. Los aumentos constantes en precios muy visibles como la gasolina y los alimentos son percibidos como la pauta general de la inflación, lo que le ha restado credibilidad al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). A pesar de que el Banco de México presuma una tasa de inflación subyacente por debajo de 3%, el objetivo puntual de alcanzar una tasa de inflación general de 3% no se ha alcanzado.
México quiere y requiere más crecimiento y menos inflación como pilares para apuntalar menos desempleo, mayor igualdad, menor pobreza y más bienestar social para la población. Obviamente, los caminos incluyen el impulso de la productividad, estimular la inversión, instrumentar políticas públicas que contribuyen al crecimiento, fortalecer los derechos de propiedad y edificar un estado de derecho mucho más sólido. No obstante, también se necesitan estadísticas económicas actualizadas.
Resulta medio irónico que lo más seguro es que el Producto Interno Bruto crece a tasas mayores de lo que se registra, al igual de que la inflación es probablemente menor a la que se calcula. La razón es que la modernización de la sociedad, la incorporación de nuevas tecnologías y la adaptación de nuevos patrones de consumo, implican que el crecimiento económico sea mayor en ciertos sectores que cada vez aportan más al crecimiento, mientras que es menor en los sectores más tradicionales. Esto implica que la actualización de las cuentas nacionales para incorporar estos cambios es fundamental, ya que de lo contrario estaremos midiendo menos crecimiento de lo que realmente tenemos.
Las cuentas nacionales actuales tienen como base al 2003, lo que refleja una estructura económica de hace diez años. Por ejemplo, en esta última década los mexicanos consumen más servicios y compran más aparatos de telecomunicación que antes. Sin embargo, la estructura de las cuentas nacionales no se ha modificado para reflejar estos cambios. En agosto de este año, el INEGI actualizará sus cuentas para cambiar el año base a 2008. El resultado seguramente reflejará mayores tasas de crecimiento en los años anteriores y capturará un mayor crecimiento hacia delante.
Igual sucede con el INPC, que actualmente utiliza el patrón de gasto de los hogares de la ENIGH 2008. A partir de abril el INEGI actualizará las ponderaciones de los precios dentro de la canasta de bienes y servicios que utiliza para medir la inflación, para incorporar los cambios reflejados en la ENIGH 2010. El INPC se ha actualizado seis veces desde su introducción en 1968, pero esta será la primera vez que no se aplica cambio de base, modificaciones a los genéricos o ampliaciones de cobertura y cotizaciones.
La actualización del INPC otorgará mayor ponderación a los servicios y menor peso a las mercancías y a los genéricos no subyacentes. Dado que hemos observado menor aumento de precios en los servicios y mayores aumentos en las mercancías alimenticias y los energéticos (no subyacentes), es casi un hecho de que las tasas de inflación de abril en adelante serán menores a la medición con los ponderadores anteriores. Mediante un ejercicio simple, si utilizamos los ponderadores nuevos para los subíndices de mercancías, servicios y no subyacente, la inflación de 2012 hubiera sido 3.51% en vez del 3.57% reportado. Es muy probable que el ejercicio completo refleje todavía una disminución mayor.
La respuesta para obtener mayor crecimiento y menor inflación no radica en la modificación de estos indicadores. Sin embargo, su actualización oportuna brindará resultados más cercanos a la realidad. No se debe considerar estos cambios como manipulaciones oportunistas simplemente para obtener mejores resultados, sino un esfuerzo sensato en mejorar nuestras mediciones, que necesariamente reflejarán que el crecimiento económico es un poco mayor al que pensábamos y la inflación ligeramente menor al que percibimos.