Antes de tratar de entender las perspectivas de 2013, es interesante repasar cuales eran las perspectivas de 2012 de hace un año. En ese momento, los mercados financieros experimentaban una volatilidad extrema ante las incertidumbres europeas respecto a una crisis de deuda soberana, la salida de Grecia de la unión monetaria europea y perspectivas pesimistas de crecimiento económico. Al mismo tiempo, Estados Unidos enfrentaba posibilidades crecientes de entrar de nuevo en recesión y las consecuencias de una disminución en su calificación de riesgo soberano. Al final de cuentas, se esperaba que la economía norteamericana se desacelerara y que México pagara las consecuencias de una menor demanda por nuestras exportaciones.
Ahora, un año después, vemos que las perspectivas mundiales no han cambiado mucho. Los problemas principales son los mismos. Permanecen dudas sobre el futuro de Grecia, casi toda Europa está en recesión y la economía de Estados Unidos se ha desacelerado. Recientemente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja sus proyecciones para el crecimiento mundial y alertó sobre los riesgos crecientes de una recesión global en 2013. Dado que el motor de crecimiento principal de nuestra economía son las exportaciones no petroleras, deberíamos compartir ésta angustia y prepararnos para un 2013 sumamente difícil. Debemos recordar que existe una muy elevada correlación entre los ciclos económicos de Estados Unidos y México, en especial entre las producciones industriales de ambos países. También tenemos que tomar en cuenta que nuestra economía interna no parece poder crecer sin el apoyo de las exportaciones manufactureras.
Sin embargo, cuanto volteamos a ver el desempeño económico de México en los últimos (casi) tres años, vemos que se han roto paradigmas. A pesar del desempeño mediocre de Estados Unidos, nuestras exportaciones crecen y hemos ganado participación de mercado. La economía interna ha respondido y ahora parece tener una dinámica propia. La actividad económica creció 4.3% en la primera mitad del año y todo apunta a que el crecimiento de 2012 terminará muy cerca de 4%. Por primera vez desde 1996 estamos creciendo a contrapelo de Estados Unidos. La pregunta central que debemos contestar para ubicar las perspectivas de 2013 es si vamos a poder seguir el paso actual ante perspectivas económicas mundiales muy desalentadoras.
Para esto debemos entender los factores que ayudaron a México crecer más de lo esperado ante la desaceleración en Estados Unidos. A pesar de la falta de dinamismo de nuestros vecinos, el PIB de México logró crecer 5.5% y 3.9% en 2010 y 2011, respectivamente, por encima del promedio mundial, impulsado principalmente por el buen crecimiento en las exportaciones no petroleras. En estos años hemos recapturado una porción del mercado norteamericano que habíamos cedido a China y incluso, ahora se oye hablar de nuevo de nuestra competitividad. Hemos visto nuevos anuncios de inversión extranjera directa y un renovado optimismo en México como centro manufacturero. No sólo fue la industria automotriz que despegó a gran velocidad, sino también las exportaciones manufactureras no automotrices. Pero todavía más sorprendente es que la economía interna ha respondido bien y parece tener ahora mejores perspectivas.
¿Cuáles son los factores que explican nuestro mejor desempeño vis-a-vis los demás países? En principio, son tres: un reacomodo de líneas de producción (en especial en la industria automotriz) dentro de América del Norte, mediante el cual se busca reducir costos de producción e incrementar la eficiencia a raíz de los efectos de la recesión en Estados Unidos; una moneda más competitiva (depreciada) a raíz del ajuste significativo que sufrió el tipo de cambio en 2008; y un cambio fundamental en la política económica de China.
A raíz de la profunda recesión de 2008-2009 en Estados Unidos, varias de las empresas automotrices estuvieron a punto de quebrar. Recibieron incluso ayuda gubernamental y tuvieron que implementar medidas profundas para volver hacer competitivos y rentables. Muchos de estos cambios involucraron reubicaciones de sus líneas de producción de Estados Unidos hacia México, que en parte fue un reconocimiento de que la productividad de la industria automotriz mexicana no solamente era buena, sino de las mejores a escala mundial. Ahora no sólo hemos observado nuevas inversiones en las plantas de capital norteamericano, sino también en las europeas y asiáticas. El resultado ha sido que en apenas un par de años después de la crisis, México ha ganado mucha participación en la producción automotriz mundial.
En los años anteriores a la crisis, el dólar se había depreciado respecto a las principales monedas del mundo. Dado que el peso mexicano está muy ligado al dólar, México aprovechó parte de esta depreciación para incrementar sus exportaciones a países distintos a Estados Unidos. Luego como consecuencia de la crisis, el peso sufrió una depreciación significativa respecto al dólar en un momento en que el dólar se recuperó respecto a los demás países. De nuevo, ganamos competitividad hacia el exterior y nos posicionamos muy bien cuando el comercio exterior empezó a recuperarse.
Finalmente, China empezó a poner más énfasis en su mercado interno, empezando por otorgar mejores salarios a sus obreros y permitiendo ajustes escalonados (aunque menores) en su tipo de cambio. Como consecuencia, la distancia abismal que había entre nuestros costos laborales se acortó y las ventajas de seguir produciendo en China se empezaron a cuestionar. Después de casi una década en la cual China absorbió una buena parte de la actividad manufacturera global, muchas empresas se dieron cuenta que los costos de logística y de transporte eran igual o más importantes que los laborales. Al final de cuentas, la cercanía geográfica de México y las posibilidades de abastecer oportunamente al mercado norteamericano volvió a posicionar a México como creciente posibilidad de producción manufacturera.
Cuando abarcamos el tema de las perspectivas económicas del país, típicamente empezamos por explorar las posibilidades de crecimiento de Estados Unidos para sentar las bases de nuestro propio desempeño. Por lo pronto, existe un consenso de que la economía de nuestros vecinos crecerá igual o menos el próximo año que en 2012. Sin embargo, como hemos crecido a contrapelo en los últimos años, lo que necesitamos saber es si la economía mexicana podrá mantener su paso a pesar del bajo crecimiento externo.
Uno de los sectores claves es el automotriz. Sin dudas, ha sido el más dinámico de los últimos años y el principal motor de crecimiento del país. Representa alrededor de 28% de nuestra producción manufacturera y cerca de 30% de nuestras exportaciones no petroleras. Dado que una buena parte del impulso ha sido la reubicación de líneas de producción, deberíamos esperar que el aumento fuera de una sola vez por todas, es decir, que el efecto sobre la producción vaya desvaneciendo poco a poco en el tiempo. De ser cierto, en poco tiempo regresaremos a la alta correlación que hemos mantenido con el ciclo económico de Estados Unidos. Sin embargo, el hecho de que la mayoría de los productores están realizando cuantiosas inversiones para aumentar su capacidad instalada, nos hace pensar que el dinamismo observado podrá continuar todavía por unos años más.
Después del ajuste en el tipo de cambio nominal derivado de la crisis de 1995, el peso mexicano mostró un periodo relativamente largo (principios de 1999 hasta mediados de 2008) de estabilidad. Sin embargo, en términos reales se apreció, por lo que hubo una lenta pérdida en su competitividad. El ajuste que sufrió a mediados de 2008 implicó una importante recuperación, pero fue seguido de tres años de una parsimoniosa apreciación. Finalmente, hubo de nuevo un ajuste a mediados de 2011 que ayudó a situar el tipo de cambio en una posición muy favorable para las exportaciones. Intuitivamente, deberíamos esperar ahora una etapa paulatina de apreciación, aunque es necesario admitir que el tipo de cambio es de las variables más difíciles de anticipar. De ser cierto, tendríamos por lo menos un par de años más de nivel favorable antes de que la apreciación sea lo suficiente como para contrarrestar la ventaja actual.
Por mucho tiempo, China sostuvo una política cambiaria de subvaluación, al mantener el tipo de cambio fijo respecto al dólar para favorecer sus exportaciones. Esta política requeriría comprar constantemente los excesos de dólares del mercado, lo que provocó a través de los años una acumulación exagerada de reservas internacionales. Sin embargo, últimamente ha dejado de acumular más reservas y ha permitido que su moneda se aprecie (aunque en forma muy controlada). Incluso, ahora el valor del renminbi registra su nivel más elevado de los últimos 19 años. Este giro a permitido que el poder adquisitivo de los trabajadores se fortalezca, incrementando el costo unitario laboral, con miras a impulsar más su mercado interno. La política económica de China es el resultado de una cuidadosa planeación, por lo que es poco probable ver giros en los siguientes años. Esto significa una oportunidad enorme para México para seguir conquistando una mayor participación del mercado de las importaciones estadounidenses.
Por lo tanto, todo apunta a que existirán las mismas condiciones en 2013 que favoreció el crecimiento de la economía mexicana en los tres años anteriores, aunque con un poco más de riesgos a la baja que al alza. Por lo mismo, el consenso de crecimiento para el siguiente año es de una pequeña desaceleración, hacia 3.5%, respecto al esperado en 2012 de 3.9%.
Inflación
La inflación promedio (no la de doce meses) en 2011 (3.41%) fue la más baja desde que existe la actual índice de precios (desde 1969), a pesar de haberse acelerado en el último trimestre del año. Al mismo tiempo, la inflación subyacente ha permanecido por debajo de 4% a lo largo de los últimos 30 meses. Por lo mismo, el Banco de México no ha modificado su postura monetaria expansiva a lo largo de los últimos 40 meses. Sin embargo, la tasa anual de inflación ha aumentado significativamente en los últimos cinco meses y por primera vez en varios años parece ser signo de preocupación.
Las presiones inflacionarias pueden surgir de varios lados, cada uno con su propia problemática y características. Dependiendo de su fuente, pueden ser permanentes o temporales, difíciles o fáciles de controlar, y de mayor o menor consideración. Por lo mismo, las decisiones de política monetaria no se pueden generalizar ante un resurgimiento de presiones, sino se deben aplicar sólo después de un análisis considerado de la situación. Para esto, el índice de precios se presenta con un desglose analítico mediante el cual se puede entender mejor sus implicaciones.
El primer desglose es dividir el índice entre “subyacente” y “no subyacente”, para separar los precios de bienes cuya dinámica es diferente a las presiones de oferta y demanda normal. Estos precios, los no subyacentes, son los que aumentan en función de decisiones políticas (los energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno), o bien, de carácter sumamente volátil que hacen más difícil su comprensión. Por ejemplo, los precios de bienes agrícolas suben y bajan constantemente en función de consideraciones muy específicas relacionadas a su oferta. Por lo mismo, este conjunto de bienes se deben analizar a parte de los demás precios. Muchas veces los aumentos en estos precios son temporales, productos de choques de oferta y no susceptibles a las acciones de política monetaria.
El segundo desglose es entre bienes comerciables (mercancías) y no comerciables (servicios), ambos siendo los dos componentes principales de el índice subyacente. La separación obedece al hecho de que las mercancías son mucho más susceptibles a las variaciones en el tipo de cambio y a los precios internacionales, dado que son comerciables (se pueden exportar e importar). En cambio, los precios de los servicios son más sensibles a variaciones en los salarios y a las presiones de demanda agregada que pueden surgen de una economía sobre calentada. Las acciones de política monetaria son más efectivas para contrarrestar presiones inflacionarias que surgen de los precios subyacentes.
Esto permite analizar el incremento actual en la inflación para ver si obedece a presiones de demanda y de naturaleza más permanente, o bien, por choques de oferta y de carácter temporal. Queda claro que la mayor parte del incremento en los precios proviene principalmente de choques de oferta en ciertos precios agrícolas (como el huevo y el pollo) y de la política gubernamental de incrementar los precios de los energéticos con miras a reducir el subsidio implícito en el precio de la gasolina. Los precios más relacionados a la marcha de la economía, como de los servicios, son los que menos han aumentado. Por último, los precios de mercancías no alimentarias han aumentado un poco más ahora que antes en respuesta al tipo de cambio, aunque su efecto ha sido relativamente marginal.
Esto significa que el panorama inflacionario es más de carácter temporal y no muy susceptible a una política monetaria más restrictiva. Esperamos que la inflación anual empiece a bajar paulatinamente en el último trimestre de 2012 para cerrar el año alrededor de 4% y ubicarse por debajo de esta tasa en 2013. Por la misma naturaleza de las presiones actuales, no se anticipan modificaciones en la postura monetaria del banco central el año entrante.
Riesgos
La gran mayoría de los riesgos al panorama económico del año entrante son externas, en especial, las relacionadas a la actividad económica mundial. Los problemas de Europa todavía no se han resuelto, el abismo fiscal de Estados Unidos sigue amenazando sus posibilidades de crecimiento y los mercados financieros siguen relativamente nerviosos ante tantas indefiniciones. A pesar de que México ha remado exitosamente en contracorriente últimamente, se tiene que reconocer que es un país muy abierto, susceptible a los vaivenes de la economía mundial y a los temperamentos de los mercados financieros.
El déficit de la cuenta corriente es muy pequeño, sin problemas de financiamiento. Sin embargo, existe mucha liquidez en los mercados financieros en busca de la combinación ideal de rendimiento y riesgo, que puede cambiar repentinamente. La tenencia de bonos mexicanos en manos de extranjeros es muy elevada, por lo que somos muy vulnerables a los movimientos de capital de inversiones en portafolio. Dado que la Reserva Federal de Estados Unidos decidió entablar la tercera ronda de expansión monetaria, conocida como Q3, los riesgos de movimientos buscos en el tipo de cambio son significativos.
Finalmente, la economía interna per se no aparenta enfrentar riesgos distintos a los externos, incluso podría verse beneficiado de mejores expectativas a raíz de la aprobación de algunas de las reformas. No obstante, podría verse más afectado por la desaceleración en las exportaciones no petroleros que lo previsto.
Marco Macroeconómico 2012-2013
2012 2013
Gobierno Consenso IMEF Gobierno Consenso IMEF
Producto Interno Bruto 3.5% 3.8% 3.8% 3.8% 3.5% 3.6%
Inflación (fin de año) 3.0% 4.0% 4.1% 3.0% 3.7% 3.7%
Tipo de Cambio (promedio) 12.80 12.97 12.90 12.8 12.76 12.90
Tasa Política Monetaria 4.5% 4.5% 4.5% 4.5% 4.5% 4.5%
Cuenta Corriente -0.9% -0.8% -0.8% -1.2% -1.1% -1.0%
PIB de Estados Unidos 2.1% 2.1% 2.1% 2.0% 2.1% 2.1%
Fuente: Comité de Estudios Económicos del IMEF
Valiosa y muy oportuna información, estimado Jonathan. Un abrazo.