Trimestre Incierto

Ha sido evidente desde que el INEGI publica el PIB trimestral, que siempre se observa una desaceleración en la actividad económica en la segunda mitad del último año de cada sexenio. Típicamente, el gobierno saliente pierde el interés, su enfoque es otro y ya no hay presupuesto. Al mismo tiempo, el sector privado empieza a resguardarse, ser más cauteloso ante posibles cambios y decide posponer algunos planes de inversión. Ante los cambios sexenales, hasta el consumo de los hogares empieza a moderarse, ya que habrá reacomodos en muchos puestos de trabajo, tanto en el sector público como en el privado. ¿Pasará lo mismo ahora?

Hasta ahora, todo parece indicar que sí. Si observamos las encuestas de expectativas económicas, observamos revisiones sistemáticas a la baja para el crecimiento de este año desde octubre del año pasado. Por ejemplo, la Encuesta Mensual de Expectativas del IMEF tenía en octubre del año pasado un consenso para el crecimiento de 2.4 por ciento para 2018. Desde entonces a la fecha, observamos una revisión paulatina a la baja hasta llegar desde el mes pasado a 2.1 por ciento. La disminución en la expectativa se dio aún en los meses en que el INEGI reportó una tasa de crecimiento relativamente bueno para el primer trimestre. Cuando INEGI divulgó una tasa negativa para el segundo trimestre, las revisiones continuaron.

No obstante, julio fue buen mes, lo que daba indicios de un buen comienzo para el tercer trimestre. El IGAE creció 0.4 por ciento y su nivel se situó 2.8 por ciento por encima del mismo mes del año anterior, la mejor tasa anual observada desde abril de 2017. En especial, fue notorio el crecimiento de la construcción de 1.4 por ciento, lo que daba indició de un buen avance en la inversión fija bruta (IFB). Dicho y hecho, cuando se dio a conocer la IFB de julio, vimos que creció 0.7 por ciento en el mes, empujado principalmente por la construcción residencial que avanzó 2.3 por ciento en el mes.

Sin embargo, ahora que están empezando a salir los datos de agosto, vemos que julio fue más que nada una excepción, mientras que agosto no pinta bien. La producción industrial disminuyó -0.5 por ciento en el segundo mes del tercer trimestre, empujado a la baja fundamentalmente por una caída marcada de -2.9 por ciento en la construcción, producto de disminuciones en sus tres sectores: edificación -4.1 por ciento, obras de ingeniería civil -0.2 por ciento y trabajos especializados para la construcción -1.0 por ciento. Dado la elevada correlación entre el sector de la construcción y la inversión en construcción, podemos anticipar una tasa negativa en el IFB mensual para agosto.

En julio, el consumo de los hogares aumentó 0.2 por ciento, empujado por crecimiento en el consumo de servicios, pero con disminuciones en el consumo de bienes, tanto de origen nacional como importado. Las remesas siguen creciendo en forma significativa, aunque el incremento de precios ha vuelto ha afectar negativamente el poder adquisitivo de las familias. La tasa de desempleo urbano aumentó a 4.1 por ciento en agosto, de 3.9 por ciento observado en el mes anterior. En términos generales, no hay evidencia de una mejoría en los indicadores, mientras que la mayoría señalan cierta desaceleración.

Con la información que tenemos a la fecha, la expectativa de crecimiento de alrededor de 2.0 por ciento para el año empieza a sentirse optimista. Debemos esperar todavía menos gasto publico en estos siguientes meses, aunado a una mayor desaceleración en la inversión. El consumo de los hogares seguirá creciendo, aunque es de esperarse que a tasas ligeramente menores. Esto deja prácticamente solo a las exportaciones como el fiel de balanza en lo que resta del año.

¿Qué debemos esperar para 2019? Con los recortes anunciadas en las plazas de funcionarios públicos, aunado a reducciones en los salarios, en el marco de un presupuesto austero, no podremos contar con el gasto público como motor de crecimiento al iniciar el sexenio. Es muy probable que la inversión privada arranque lento en lo que se evalúan las perspectivas, aunque la firma del acuerdo comercial podría ayudar a que no disminuye demasiado. La inversión pública empezará a levantarse ya tarde, en lo que los rezagos administrativos, de planeación y de implementación se van venciendo. Será un lento arranque sin duda.

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