Estados Unidos dio a conocer que el PIB del segundo trimestre creció 1.3 por ciento respecto al trimestre anterior, un poco más de la estimación previa de 1.0 por ciento que se dio a conocer hace un mes. La revisión al alza obedeció a un ajuste en el consumo personal, que es uno de los motores principales de crecimiento de ese país. También hubo noticias positivas en torno al mercado laboral, donde las solicitudes iniciales de apoyo por desempleo fueron menores a lo esperado, y los contratos de compra-venta de casas mejoró. En general estas noticias atenúan un poco los temores de recesión que han surgido en los últimos dos meses y nos dicen que la actividad económica de Estados Unidos sigue en aumento, aunque a un paso ciertamente lento.
Al examinar la economía norteamericana, encontramos que las ventas al por menor siguen creciendo y ya se encuentran por encima de su nivel máximo registrado antes de la recesión de 2008-2009. Al mismo tiempo, encontramos que la recuperación de la producción industrial ha sido mucho más lenta, aun en el caso de concentrarnos únicamente en la manufactura. El patrón de la recuperación en ese país es muy parecido a los anteriores en el sentido de que los estímulos fiscales y monetarios alimentan el consumo privado, que es el motor de crecimiento más importante del país, mientras que la producción industrial se rezaga un poco más. La diferencia principal es que la recuperación en general ha sido mucho más lenta, con los mercados laboral y de vivienda básicamente estancados.
Lo interesante de esta recuperación es que a las empresas les ha ido relativamente bien. Han gozado de buenas utilidades a raíz de las ganancias en productividad que obtuvieron al reducir costos durante la recesión. Sin embargo, a pesar de contar con mucha liquidez no han querido realizar grandes inversiones para ampliar su capacidad productiva ni contratar a más personal. Ante las incertidumbres que todavía existen, han optado por una actitud mucho más cautelosa. Por lo mismo, vemos un paso muy lento en el cual la inversión fija bruta es de las variables más rezagadas.
Ante esta lectura y antes de voltear a ver las cifras de la economía mexicana, podríamos esperar que nuestra recuperación fuera muy parecida a la de 2003-2005, posterior a la recesión de 2000-2003. Primero, tuvimos una recesión más prolongada a Estados Unidos y una recuperación muy larga, debido a que fue la mejoría en el consumo privado fue lo que provocó el fin de la recesión norteamericana, mientras que la producción industrial se quedó estancada por un par de años más. Debido a que la conexión entre ambos países se da por la actividad manufacturera, el estancamiento norteamericano provocó una recesión (y recuperación) mucho más prolongada en México.
Sin embargo, cuando volteamos a ver los números mexicanos, encontramos otra historia. De entrada, el PIB de México creció 5.5 por ciento en 2010, mientras que la norteamericana aumentó 2.8 por ciento. Esta diferencia lo pudiéramos explicar por la base de comparación, ya que el PIB de Estados Unidos disminuyó 2.6 por ciento en 2009, mientras que el de México cayó 6.1 por ciento.
Sin embargo, todavía seguimos creciendo mucho más que nuestro vecino. Mientras que Estados Unidos creció 1.3 por ciento en el segundo trimestre de este año, nosotros avanzamos 4.5 por ciento (con la misma metodología para que los números sean comparables). El INEGI acaba de anunciar el crecimiento del IGAE para julio, que avanzó a una tasa anualizada equivalente a 11.2 por ciento. Las primeras cifras disponibles de agosto sugieren un crecimiento de la actividad económica todavía mayor. Lo más sorprendente de todo es que nuestro motor de crecimiento son las exportaciones no petroleras, cuya demanda proviene de Estados Unidos, a pesar de que su producción industrial no crece a tasas muy boyantes.
Resulta que observamos un comportamiento muy distinto a la del ciclo económico anterior. Nuestras exportaciones no petroleras crecen a tasas elevadas que no parecen compatibles con el comportamiento de nuestro principal socio comercial. Nos hemos visto favorecido con una ganancia competitiva mediante la depreciación real del peso mexicano respecto a todos nuestros socios comerciales y un incremento en los costos laborales chinos que ha reducido su margen de competitividad. Mientras que perdimos mercado ante los chinos en el ciclo económico anterior, ahora lo estamos recuperando. Además, nos hemos visto favorecido con transferencias de líneas de producción de Estados Unidos hacia México, no solamente en la industria automotriz, sino también en otras manufacturas.
La gran incertidumbre reflejada en el comportamiento de los mercados financieros mundiales en los últimos dos meses sugiere que eventualmente la economía de Estados Unidos pueda disminuir aun más su paso. No podemos ignorar el hecho de que esto nos hace sumamente vulnerable. No es lógico pensar que el paso de nuestras exportaciones se mantendrá en medio de un estancamiento norteamericano. Sin embargo, la evidencia concreta que tenemos hasta el día de hoy todavía no señala una desaceleración. Tendremos que esperar.
Jonathan; como siempre es un gusto el poder leer tus artículos.