El INEGI acaba de dar a conocer la tasa de desempleo para octubre, que en principio parece ser buena noticia. La tasa desestacionalizada disminuyó 0.5% respecto al mes anterior y la sin ajustar resultar ser 0.7% menor a la del mismo mes del año anterior. Si comparamos nuestra tasa con la de Estados Unidos, apunta a que aquí si vemos una mejoría en el desempleo, mientras que allá permanece estancada alrededor de 9%.
El problema es que no es tan fácil hacer dicha comparación. De entrada, la tasa de Estados Unidos es lo que se llama “non-farm”, que excluye el sector agrícola. Esto es equivalente a nuestra tasa urbana. La razón por la cual se excluye a las zonas rurales es que la problemática laboral es completamente distinta a la urbana. Mezclar las dos, ayuda a que el gobierno se vea mejor al presentar una tasa menor, pero es equivalente a juntar peras con manzanas y brinda una cifra muy distorsionada. Si observamos la tasa urbana mexicana vemos que si presenta una mejoría respecto a cómo estaba hace un año, pero aumenta ligeramente, de 5.9 a 6.0% respecto al mes anterior.
Si queremos analizar nuestra tasa en los mismos términos que Estados Unidos, debemos hacer tres cosas: utilizar la tasa urbana, fijarnos exclusivamente en la tasa ajustada por estacionalidad y ver la cifra redondeada a un solo punto decimal.
Otra diferencia que tenemos con Estados Unidos es que nuestra tasa registra una varianza mucho mayor a la de nuestros vecinos, por lo que en un momento dado nos podemos ir con la finta de pensar que hay una mejoría (o empeoramiento) significativa y al mes siguiente vemos que siempre no. Por lo mismo, también nos conviene ver la tasa urbana ajustada y redondeada a un punto decimal con su tendencia. En este respecto, encontramos que nuestra tasa de desempleo ha estado básicamente estancada desde principios de año, mostrando una tendencia marginal a la baja que parece ser más lateral que cualquier otra cosa.
Desde que la tasa tocó su punto más bajo de 3.0% en octubre de 2000 (veníamos de cinco años consecutivos con un crecimiento promedio de 5.5%), mostró una tendencia alcista por unos años, hasta situarse en un rango de 4.5 a 5.0% por cinco años (de 2003 a 2008). A pesar de que hubo crecimiento económico en ese periodo, la economía no fue capaz de crear empleos suficientes para reducir la tasa de desempleo. Con la crisis de 2008-2009, la tasa aumentó hasta 7.3% (en agosto de 2009), para posteriormente mostrar una tendencia a la baja en 2010 y un cierto estancamiento en 2011.
Todo parece indicar que la única forma de bajar la tasa de desempleo es con crecimientos en la actividad económica superiores a 5%. El problema fundamental es que actualmente la tasa de PIB potencial (que es parecido a la tendencia de largo plazo) es alrededor de 3.5%. Esto significa que si crecemos entre 3 y 4% en los siguientes años, estamos condenados a mantener una tasa de desempleo alrededor de 6%. Esta problemática se hace más complejo todavía si consideramos que la migración laboral hacia Estados Unidos ha disminuido y es muy probable que ya no sea la válvula de escape para los que no tiene empleo como lo fue en otros años.
Dr. Jonathan, quiero felicitarlo por publicar esta clase de explicaciones, pues muchas veces los datos estadísticos que se publican en México suelen confundirse en su interpretación y se tiende a pensar que son de mala calidad.