El Gasto y el Rumbo Futuro

El INEGI informó hace buen tiempo que el crecimiento del primer trimestre del año (1.1 por ciento) fue muy bueno. Resultó ser el mejor empiezo para un año desde 2006 y el cuarto mejor trimestre del sexenio. Si lo anualizamos para comparar con Estados Unidos, resulta que crecimos 4.6 por ciento, más del doble que nuestros vecinos al norte (2.2 por ciento). Habíamos observado una desaceleración continua entre el cuarto trimestre de 2016 y el tercero de 2017 (que resultó negativa), interrumpida en el último trimestre de 2017 ante un rebote después de los temblores e inundaciones del trimestre anterior. La razón de la desaceleración era por la incertidumbre creciente en torno a las negociaciones del TLCAN, que provocó una disminución en 2017 en la inversión privada (-0.5 por ciento) y el esfuerzo de consolidación fiscal, que arrojó una caída en el gasto público ( -1.4 por ciento). Sin embargo, el primer trimestre tuvo muy buen desempeño a pesar de que persiste la incertidumbre.

La semana pasada, el INEGI divulgó las cifras del PIB por el lado del gasto del primer trimestre. Resulta que hubo una mejoría en todos los rubros (salvo exportaciones) respecto al trimestre anterior. El consumo privado tuvo su mejor cometido desde el tercer trimestre de 2016 y el tercer mejor del sexenio. Como se anticipaba, hubo una mejoría en el consumo de gobierno (su mejor crecimiento desde el tercer trimestre de 2014), relacionada con el proceso electoral. Sin embargo, sorprendió el brinco observado en la inversión pública (el mejor desde el cuarto trimestre de 2013), ya que a nivel anual hila ocho años consecutivos con tasas negativas. Pero posiblemente la sorpresa más grande fue en la inversión privada (mejor trimestre desde el tercero de 2015), ya que persiste la incertidumbre del TLCAN, aunado a la del proceso electoral. Finalmente, se observó cierta desaceleración en las exportaciones, pero aun así sigue creciendo a buen ritmo.

¿Cómo podemos explicar tan buen desempeño? En principio, el primer semestre del último año de cada sexenio es muy bueno. El gobierno gasta más para reactivar la actividad económica para que la población vaya contento a las urnas. La inversión pública presentó una tasa elevada (4.6 por ciento), fácil de explicar por la base de comparación tan baja. Si observamos el desempeño del tipo de cambio (que es posiblemente el mejor termómetro de las expectativas de corto plazo), en el primer trimestre presentó una disminución continua, reflejo de una mejoría en las perspectivas de las negociaciones. Después de un buen rato de estancamiento, es seguro pensar que muchas empresas empezaron a invertir para mantener su capacidad instalada, aprovechando esta instancia.

No es hasta mediados de abril, ya en el segundo trimestre, que el tipo de cambio vuelve a subir ante el deterioro en las negociaciones y con los anuncios de una guerra comercial por parte de Trump. Por lo mismo, podemos anticipar que el comportamiento de la inversión privada no será tan bueno en estos meses como lo fue en el primer trimestre. Las cifras de abril señalan que este trimestre empieza mal, con tasas negativas en todas las actividades. Es probable ver una mejoría en mayo y junio, pero sin que el crecimiento de los tres meses sea igual de dinámico que el principio del año.

Si analizamos los sexenios anteriores, encontramos que casi siempre se observa una desaceleración en la segunda mitad del último año de cada sexenio. Así pasó en 2000, 2006 y 2012. También observamos que el primer año de cada nuevo gobierno es de los más flojos, presentando casi siempre una desaceleración. Así lo vimos en 2001, 2007 y 2013. Incluso, en el caso de 2013 casi entramos en una recesión. Por lo mismo, independientemente de quien gana, es factible anticipar menor crecimiento para 2019. La inversión pública siempre arranca con un rezago importante en lo que la nueva administración tome posesión y se organice. La inversión privada queda en espera para saber cuales serán los nuevos proyectos, el rumbo de la política económica e incluso, para ver si no hay cambios en las reglas del juego. A este proceso, habría que apuntar el progreso de las negociaciones del TLCAN. Si todavía persiste incertidumbre o para esas fechas, Trump de plano ya anunció su salida o hubo escalamiento en la guerra comercial, tendríamos que señalar probabilidades crecientes de experimentar una recesión.

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