Existen distintas encuestas de expectativas económicas que preguntan a un múltiplo de instituciones, analistas y expertos, sus opiniones y proyecciones sobre el acontecer de los indicadores macroeconómicos principales del país. Consensus Economics (de Inglaterra) y LatinFocus (de España) reportan un consenso (la mediana de los encuestados) para el crecimiento del PIB mexicano de una tasa de 2.2 por ciento para 2019, similar a la esperada para este año. Emerging Markets Economic Data (de Hong Kong), Citibanamex (de instituciones financieras) y Banxico (de especialistas en economía del sector privado) anticipan 2.1 por ciento para ambos años, mientras que la Encuesta Mensual de Expectativas del IMEF señala una expectativa de 2.0 por ciento para 2019, una décima menor a la que tiene para este año. Si calculamos el “consenso de los consensos”, es decir, la mediana de los consensos de las seis encuestas, vemos que la expectativa generalizada es que vamos a crecer 2.1 por ciento, tanto en 2018 como 2019.
En términos generales, vemos que prácticamente todos están revisando sus proyecciones de crecimiento a la baja. Pero no solo los especialistas en economía del sector privado. En julio, el FMI redujo su expectativa de crecimiento para México en -0.3 puntos porcentuales para el año entrante. En su momento, había dicho que la razón de su escenario menos optimista era por “las tensiones comerciales y la prolongada incertidumbre que rodea la renegociación del TLCAN y el programa de políticas del nuevo gobierno”.
En agosto, el Banco de México revisó su proyección oficial para el PIB de 2018 en -0.2 puntos porcentuales (el punto medio de su rango) y en -0.4 puntos para 2019. El Banco expuso que se espera que el país “siga enfrentando un entorno complejo, en el que es posible que se observe un incremento en las tensiones comerciales a nivel mundial, mayores tasas de interés externas y un dólar fuerte, y escenarios de contagio provenientes de otras economías emergentes, lo cual puede conducir a que continúe observándose atonía en diversos componentes de la demanda privada y las exportaciones”. En cuanto al ámbito interno, “existe incertidumbre asociada al cambio de administración en el país y a los retos de implementación de la agenda de política pública”. Con todo y esta revisión a la baja, Banxico admite que “el balance de riesgos para el crecimiento económico del país continúa sesgado a la baja”.
Queda claro que los “expertos” opinan que el inicio de sexenio será difícil. Aunque los integrantes del nuevo equipo económico de AMLO son más optimistas y piensan que van a poder reactivar la economía desde el mero principio del sexenio, uno de ellos me dijo “que esto será como una montaña rusa”. Sin embargo, ¿qué opinan los ciudadanos a pie, los no expertos? Ante la pregunta en la encuesta de confianza del consumidor de qué esperan para la situación económica del país dentro de 12 meses, el optimismo ha aumentado en forma sin precedente. Incluso, ante la misma pregunta, pero a los empresarios, también vemos una mejoría en esta percepción. En otras palabras, existe una expectativa muy positiva entre los no expertos de que vamos a ver una mejoría inmediata en la economía. El optimismo no proviene de que ya se llegó a un arreglo de libre comercio con Estados Unidos o de que el crecimiento económico de nuestro vecino va como viento en popa, sino por la llegada de AMLO y la promesa de una nueva política económica para el país.
No hay duda de que vamos a tener cambios. El gobierno entrante ha prometido gastar mejor y diferente, realizar inversiones nuevas, modificar las reglas para abatir la corrupción, dar capacitación a los jóvenes que no han tenido oportunidades, aumentar las pensiones de los viejitos y promover los salarios de los trabajadores más precarios. Si funciona esta nueva visión, sí deberíamos ver una mejoría en el crecimiento económico.
Sin embargo, existen rezagos administrativos, de logística y de implementación en estas políticas. Difícilmente vamos a ver más crecimiento de inmediato. Además, el nuevo gobierno va a implementar medidas de austeridad, disminución de puestos y recortes de salarios a funcionarios, junto con un presupuesto fiscal más conservador que antes. Los que tomarán las decisiones tienen menos experiencia para instrumentar tantos cambios y proveer resultados tan rápidos. Si siempre vemos una desaceleración en el primer año de cada sexenio, ¿por qué ahora podrá ser diferente?
El quien será el próximo jefe de gabinete con AMLO ha dicho que buscará ser el contacto del sector privado para impulsar el crecimiento, quien ve a este sector como esencial para promover la inversión. No obstante, la comunidad empresarial necesitará seguridad, respaldo y confianza para empezar a invertir de nuevo. La buena relación y el entendimiento entre ambos se ganará con hechos, algo que no se dará de la noche a la mañana.
Es más probable un comienzo lento, aunque posteriormente podríamos ver la reactivación económica y alcanzar mejores tasas de crecimiento. En vías de mientras, ¿podremos ver que se mantenga la confianza que muestra la población en que va a mejorar la situación económica del país? Donde no hay duda, es que van a ser tiempos interesantes.