Las exportaciones del sector automotriz representan casi 30% de nuestras exportaciones manufactureras totales. Desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, el sector ha crecido a gran paso. Después de un periodo de relativo estancamiento entre 2001 y 2006 y posteriormente la gran recesión de 2008-2009, el sector ha adquirido un dinamismo sin precedente gracias a las exportaciones. Esto ha sido posible mediante cambios geográficos en las líneas de producción dentro de América del Norte, un tipo de cambio más favorable a las exportaciones y mayor reconocimiento de las ventajas comparativas del país. Pero, ¿el mercado interno?
Si analizamos las cifras de las ventas al por menor (al consumidor final) de automóviles nuevos, encontramos que se registró el pico en 2006 al vender casi 1.14 millones de unidades. La recesión pasada tuvo un impacto mayor, ya que las ventas cayeron 33.8% del pico a su punto más bajo en 2009. A partir de entonces, se han recuperado alrededor de 27.2% (con estimaciones propias para fin de este año), pero todavía se ubican 15.8% por debajo del máximo histórico de 2006.
A pesar de que México es reconocido internacionalmente como de los grandes productores de automóviles a escala mundial, la venta interna es bastante mediocre. Si volteamos a ver a países similares a México como Argentina y Brasil, encontramos que venden alrededor de 21 y 18 unidades, respectivamente, por cada mil habitantes. En cambio, en México la venta interna apenas llega a 8, cifra sustancialmente por debajo de otros países. Pero un examen más detenido muestra que en 2005 México vendía ligeramente más vehículos (arriba de 10 por cada mil habitantes) que Argentina y Brasil. En los últimos seis años hemos visto una disminución en el mercado interno mexicano, al lado de un auge de nuestros vecinos. ¿Qué le pasó a nuestro mercado?
En 1993 se negociaron los términos para el TLCAN que posteriormente permitieron que México se convirtiera en un gran centro manufacturero del sector. Sin embargo, al mismo tiempo las negociaciones del tratado incluyeron cláusulas que a la postre limitaron gravemente el desarrollo del mercado interno. Después de un periodo de gracia, el TLCAN abrió la puerta a la importación de autos usados, mayores de 10 años, con un arancel de 10% sobre el valor del automóvil. Las unidades usadas en Estados Unidos se deprecian rápidamente y toman un valor sumamente bajo después de los 10 años, por lo que ahora los mexicanos pueden comprar coches usados muy baratos. Dado que el gobierno mexicano mantiene el impuesto sobre automóviles nuevos (ISAN), más el IVA de 16%, los autos nuevos en México son bastante más caros que en otros países.
En los primeros años en que se permitieron las importaciones, la venta de autos usados del exterior superaran la totalidad de ventas de vehículos nuevos. Mientras que los mexicanos compraron 4.4 millones de unidades nuevas entre 2005 y 2008, adquirieron 4.7 millones de coches usados de Estados Unidos con una edad promedio que superaba los 12 años. Sin lugar a dudas, más hogares tienen ahora automóviles, pero con un parque vehicular mucho más viejo y seguramente con mayores emisiones.
La importación de autos usados llegó a 1.4 unidades por cada vehículo nuevo vendido en el país en 2006. La crisis pegó muy duro a este mercado en 2009, en especial porque nuestros vecinos dejaron de vender sus coches con intenciones de comprar uno nuevo. El mercado de importación disminuyó 73.5% en ese año y -82.7% respecto al pico de 2006. No obstante, el número de unidades en 2011 ya fue 118.7% mayor al mínimo de 2009. El año pasado, los usados representaron 0.66 unidades por cada vehículo nuevo vendido en el mercado interno. Aunque los importados no se han recuperado tanto como la ventas de nuevos, sigue siendo un obstáculo al desempeño del mercado interno.
Al final de cuentas, tenemos que preguntar cómo es que queremos el desarrollo del mercado de vehículos en el país. ¿Queremos que más mexicanos tengan automóvil propio sin importar la edad, las emisiones o el estado del parque vehicular? O bien, ¿queremos que los hogares tengan acceso a mejores automóviles? Puede ser difícil renegociar este capítulo del TLCAN y lo más seguro es que pudiéramos terminar perdiendo si lo intentamos. Sin embargo, para competir con Estados Unidos necesitamos ofrecer precios más baratos y mejores condiciones de financiamiento. Para lo primero, el gobierno debería abolir el ISAN para que un auto nuevo en México se acercara al precio de uno en Estados Unidos. Para lo segundo, el gobierno necesita buscar políticas que incentivan a los bancos a incrementar sus créditos automotrices y en mejores condiciones.