El Segundo Debate

No me desilusionó el segundo debate ya que no tenía muchas expectativas.  Fue medio aburrido, totalmente predecible y sin contundencia por parte de todos los candidatos.  EPN y AMLO decidieron no atacar, sino simplemente exponer sus propuestas y plantear sus diferencias.  En principio, ambos se ven en la delantera por lo que su tarea en el debate era limitarse a defenderse.  Quadri quiso repetir su fórmula de ustedes los políticos, yo el ciudadano y en fin, pero ya no fue la novedad.  Atacó sin contundencia y su única novedad fue plantear preguntas a los demás, que no tuvo mucha consecuencia ya que la mayoría fueron ignoradas.  JVM se dedicó a señalar, criticar y golpear y dejó a un lado la oportunidad de resaltar las propuestas que realmente lo harían diferente a los dos últimos gobiernos panistas.

Para mí los ganadores fueron EPN y AMLO, ya que creo que consolidaron sus posiciones en las preferencias del público y mostraron que la contienda se ha convertido en una decisión entre dos.  Los perdedores fueron JVM y Quadri, ya que no me convencieron en lo absoluto y me quitaron cualquier duda acerca de sus posibilidades.  En lo particular, no me gustan los golpes bajos entre los candidatos, ya que no se ve muy presidencial, sino más bien corriente.

Gabriel Quadri es una persona inteligente con buenas propuestas, pero como lo señaló claramente Josefina, un voto para él es un voto para Elba Esther y su familia.  El PANAL representa mucho de lo que no queremos los mexicanos y difícilmente me gustaría otorgarle el registro mediante mi voto.  Además no tiene experiencia política y menos material para ser presidente.  Aunque admito que me cautivo cuando lo conocí y escuché sus propuestas, nunca, ni por un segundo, pensé que podría votar por él.

En un principio, cuando apenas estaba por empezar la campaña oficial, pensé que Josefina podría ser la menos mala.  Sin embargo, cuando la escuché por primera vez me asombre de su habilidad de hablar y no decir nada.  Después me dio la impresión de que sus ataques constantes eran para encubrir el hecho de que no tenía propuestas que realmente la diferenciaran de los dos presidentes panistas anteriores.  Más bien, un voto por ella representaba la continuidad y no el cambio.

En el debate, aprovechó el espacio sobre los temas de México y el exterior para decir que estaba muy orgullosa de los taxistas y los oftalmólogos.  Después dijo que quería compartir con los candidatos que en los años “2010, 2011 y 2012 hemos tenido los mayores crecimientos económicos entre estos 2010 y 2012 contra los últimos cuatro años del PRI”.  Yo me acordaba que el crecimiento promedio de cada uno de los últimos cuatro sexenios iban en descenso, es decir, fueron 4.0%, 3.5%, 2.1% y 1.9%, respectivamente para los sexenios de Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, suponiendo para 2012 una tasa de 3.5% (el último consenso).  Para que Calderón pudiera superar a Fox en materia de crecimiento, 2012 tendría que experimentar una tasa de 5.0% o más (lo cual se ve sumamente difícil).  Por lo mismo, presumir de materia de crecimiento como un logro de este sexenio se me hacia medio descabellado.  Fui inmediatamente a revisar las cifras y encontré que Josefina está equivocada.  Suponiendo una tasa de 4.0% para 2012 (para darle el beneficio de la duda), el promedio de los tres años (5.5 y 3.9% para 2010 y 2011, respectivamente), nos da un promedio de 4.5%.  Sin embargo el promedio de los últimos cuatro años del PRI (7.3%, 5.0%, 3.6% y 6.0%, respectivamente para 1997 a 2000) nos da un promedio de 4.8%.

También Josefina presumió que “la estabilidad económica que tenemos ni se puede despreciar ni mucho menos se puede echar por la borda”.  Pero el PAN no puede arrebatar el crédito de la estabilidad a un ente autónomo del gobierno federal, que es el Banco de México.  Tampoco puede olvidar que fue Carlos Salinas él quien le otorgó esa autonomía y fue Ernesto Zedillo que puso las bases actuales para la estabilidad económica que tenemos.  Tuvimos dos sexenios del PRI en las que se construyeron las bases para la inestabilidad (Echeverría y López Portillo), pero después el propio PRI elaboró las políticas que dieron pie a que retornara la estabilidad.  El mérito del PAN fue continuar con las políticas del PRI.  Debemos recordar que una de las características del PRI gobierno anterior a Echeverría fue justamente la estabilidad.  Por lo menos no dijo Josefina que una familia puede vivir muy bien con seis mil pesos al mes, que México es un país de altos ingresos o que ha aumentado el salario mínimo en la última década.

Déjame pensar por un momento que AMLO es totalmente creíble, honesto y bien intencionado.  Pero construir cinco refinerías, bajar el precio de los combustibles, evitar la participación privada en el sector energético y construir un tren bala entre la Ciudad de México y la frontera, se me hacen propuestas equivocadas.  También parece muy difícil obtener 300 mil millones de pesos combatiendo la corrupción y otro tanto igual mediante la austeridad republicana.  No dudo de la aritmética de AMLO como lo hace Quadri (ya que 3 + 3 +2 si es igual a 8), sino más bien de la efectividad de las medidas para obtener sus ahorros.  Si gana AMLO será con un Congreso hostil, que difícilmente le soltará los recursos para estas inversiones si no se obtienen los ingresos primero.  Por lo mismo, no queda muy claro qué tan efectivo podrá ser AMLO y qué tantos cambios realmente podrá surtir.  Después de razonar todo esto, queda todavía la duda de que si AMLO representa la república amorosa y que si sus cambios realmente serán “tranquilos, con orden, sin conflicto, convenciendo y persuadiendo para que México mejore, para que el pueblo viva mejor”.

¿Qué nos queda?  ¿EPN y el PRI?  Hagamos el ejercicio de escucharlo y sus propuestas sin la etiqueta del PRI, es decir, pensando que viene de cualquier otro partido.  Casi todo lo que ha dicho está bien.  Promete más ingresos para las familias, impulsar reformas, instrumentar un verdadero cambio, fortalecer la democracia, ser tolerante y gobernar para todos.  También nos ha dicho que combatirá la corrupción y eliminará la pobreza alimentaria.  Pero, ¿le podemos creer?  ¿Queremos darle tan pronto una segunda oportunidad al PRI?  La única oportunidad que he tenido para escuchar a EPN en viva voz fue hace algunos años cuando lo invité como orador especial a un Foro del IMEF que me tocó organizar en 2007.  Su llegada, su comportamiento, su estilo, fue todo reminiscente del autoritarismo del PRI anterior.  Literalmente nos hizo a un lado y nos dijo su gente que se ocuparían de toda la organización mientras que él estuviera allí.

Aunque los últimos años de Zedillo fueron de crecimiento y el inicio de la estabilidad económica, quedó claro que la mayoría de la población quería cambios.  Después de doce años del PAN todavía estamos esperando la mayoría de los cambios, en especial más crecimiento, empleos y seguridad y menos corrupción, violencia y despilfarro.  Dado que todos prometen cambio, al final de cuentas el raciocinio del voto queda entre la credibilidad de EPN y AMLO.  ¿El PRI ha cambiado lo suficiente como para realmente hacer lo que propone?  ¿No tenemos por qué tenerle medio a AMLO?

Al final de cuentas, el segundo debate no logró despejar mis dudas o cambiar mi percepción de credibilidad de los candidatos.  Faltan tres semanas de campaña…

1 comentario en “El Segundo Debate”

  1. Creo que nadie ha cuestionado a los candidatos su promesa de crecer al 6% anual. En el contexto económico internacional actual, en el cual las economías más desarrolladas estan en una profunda crísis, parecería más que un milagro poder tener el crecimiento económico que prometen los tres candidatos punteros.

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