Hace poco más de un año el INEGI dio a conocer los resultados del Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) de 2015 y se vio envuelto en uno de los mayores escándalos en toda su historia, superado solo por el caso Merodio. Resulta que introdujo cambios en los criterios para la captación y verificación de los datos, de tal forma que ya no fuera comparable la información con años anteriores. El INEGI ha introducido cambios en metodologías y formas en levantar su información en múltiples ocasiones anteriores, pero en esta ocasión causó controversia al no realizar consulta previa ni abrir primero el tema a un mínimo debate. La molestia de Coneval, el instituto encargado de medir oficialmente la pobreza mediante las cifras del MCS, fue tan grande que, al final de cuentas, simplemente rehusó medir la pobreza para 2015. Causó mucha suspicacia, dado que las cifras de pobreza resultan sustancialmente menores a los años anteriores. El golpe al INEGI fue tremendo, especialmente en términos de credibilidad, confianza y transparencia.
El INEGI y el Coneval limaron asperezas al reunirse y discutir opciones al futuro. El Coneval no quería perder la comparabilidad con el pasado y alegaba que hubo un acuerdo en no cambiar la metodología en un periodo mínimo de diez años. El INEGI busca continuamente mejorar la medición del ingreso y sabe que la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) siempre lo ha subestimado. Parte del problema es que el INEGI ya había empezado a levanta la ENIGH 2016, por lo que ya era tarde que esta nueva encuesta pudiera ser compatible con las anteriores de 2010, 2012 y 2014. Por lo mismo, se quedó el Instituto de estadísticas con el reto de mejorar la medición y mantener la comparabilidad con el pasado al mismo tiempo, no uno u otro.
Si el INEGI hubiera mejorado la medición, pero dejando a Coneval sin la posibilidad de medir la pobreza, se hubiera armado de vuelta el escándalo. Pero también, si hubiera mantenido la comparabilidad, pero sin corregir las grandes deficiencias en la medición del ingreso, también hubiéramos dudado de su papel como el responsable nacional de producir las estadísticas del país. Por lo mismo, creo que el INEGI encontró una solución genial. Con el ENIGH 2016 inicia una nueva serie histórica con una medición más precisa del ingreso (y aún le falta), y al mismo tiempo ofrece un modelo estadístico que genera las cifras necesarias para medir la pobreza con elementos de continuidad con los ejercicios anteriores. Lo más importante de esto último es que Coneval está satisfecho con la entrega de lo mismo.
No obstante, el problema de la medición del ingreso todavía no queda del todo resuelto. Basta con dos ejemplos sencillos. La ENIGH 2016 dice que el ingreso de los hogares fue 6.24 billones de pesos el año pasado, mientras que las Cuentas Nacionales estiman que el consumo de las familias fue 13.36 billones de pesos. En otras palabras, el ingreso que calcula esta Encuesta es menos de la mitad de lo que los consumidores gastaron, por lo que la subestimación del ingreso sigue muy presente. Al mismo tiempo, la ENIGH dice que los ingresos de hogares provenientes de otros países (remesas) fueron 11.5 millones de pesos trimestrales, equivalente a 45.0 billones de pesos anuales, mientras que el Banco de México tiene registrado una entrada por 48.1 billones. Aquí podemos ver que, aunque la encuesta también subestima las transferencias, la diferencia ya no es tan grande como fue en el pasado. En resumen, podemos ver mejorías, pero al mismo tiempo vemos que todavía faltan más.
Afortunadamente, el INEGI está consciente de que todavía tiene que lograr una medición más completa del ingreso. No solamente enfrenta el reto de no subestimarlo, sino también de resolver el problema de que la encuesta está troncada en lo que respecta a los ingresos de los más ricos del país. Estos dos problemas nos hacen ver que la pobreza no es tan extendida como dice la encuesta, pero la distribución del ingreso es mucho más desigual que la que se logra medir. Para esto, el instituto propone desde ahora reunirse con la academia y expertos para discutir, debatir y explorar cómo se puede mejorar estas encuestas. Una de las vías más prometedoras es la integración de los registros administrativos del SAT, que tiene información valiosísima de los ingresos de todos los contribuyentes.