La Inflación y el Buen Fin

Este año tuvimos la tercera edición del “Buen Fin”, un evento comercial inspirado en el famoso “Black Friday” de Estados Unidos. El propósito es ofrecer en un fin de semana larga, descuentos significativos en los precios de una gama amplia de mercancías para promover el consumo de los hogares y así favorecer al sector comercial. En Estados Unidos simboliza el inicio de la temporada navideña y se utiliza para medir el potencial de ventas de fin de año.

La primera edición, en 2011, fue precipitada y mal organizada. Se dio poco aviso a la mayoría de los comercios y no supieron bien cómo aprovechar la oportunidad. En principio, la segunda edición en 2012 tuvo más preparación y se vendió más. Sin embargo, la mayoría de las promociones no fueron mediante descuentos en los precios, sino a través de facilidades crediticias de poder comprar y pagar a 12, 18 y hasta 24 meses. El problema fue que resultó en un sobreendeudamiento en muchos hogares, que tuvieron que consumir mucho menos a lo largo del año para enfrentar los pagos excesivos en sus tarjetas. Al final de cuentas, resultó contraproducente. Si analizamos las ventas al por menor que reporta INEGI, vemos claramente un pequeño pico en noviembre, para después iniciar una clara tendencia negativa que ha durado todo lo que llevamos de 2013.

¿Cómo nos fue con la tercera edición? El juicio final todavía no se ha emitido, pero las cúpulas empresariales que representan al comercio declararon como 24 horas después que las ventas habían aumentado hasta 15 por ciento respecto al año pasado. Por lo premura de la cifra, existe una duda razonable de su veracidad, pero parece ser que en esta ocasión hubo más descuentos verdaderos y menos promociones a plazo. Por lo menos eso es lo que sugiere el reporte de inflación de noviembre.

De entrada, la inflación de noviembre fue 0.93 por ciento, superior a la tasa de 0.68 por ciento del mismo mes del año pasado.  Sin embargo, si analizamos el boletín de prensa del INEGI, encontramos que 88.9 por ciento de los aumentos de precios en el mes se explican por el componente “no subyacente”. Si vemos la lista de los “top ten” precios de mayor incidencia, encontramos que los primeros cinco explican 78.2 por ciento del aumento total del mes. El de mayor impacto, obviamente, fue la electricidad (ya que terminó el periodo de subsidios de temporada cálida), seguido por el “pico de gallo” (la combinación de precios de jitomate, cebolla y chile serrano) y la gasolina.

Cualquier efecto de descuentos en el Buen Fin se debe observar en el componente subyacente de la inflación. A primera vista no parece ser que hubo menores precios, ya que la tasa de 0.14 por ciento de la subyacente fue mayor al 0.05 por ciento del año pasado. Sin embargo, la tasa menor del año pasado se debió fundamentalmente a las promociones que hubo en el servicio de la telefonía móvil; el componente de “otros servicios” disminuyó 0.72 por ciento. En cambio, este año no solo no hubo descuentos en este servicio, sino que aparece en el sexto lugar de los “top ten” de mayores aumentos; ahora la tasa de “otros servicios” aumentó 0.45 por ciento.

En principio, cualquier efecto de descuentos del Buen Fin debería reflejarse en el concepto de “mercancías no alimenticias”. El año pasado hubo un aumento de 0.31 por ciento, lo que subraya la ausencia de verdaderos descuentos. Pero en esta ocasión, este rubro presenta una disminución de 0.07 por ciento. Si tomamos en cuenta que el Buen Fin se dio en la segunda quincena del mes, vemos que la tasa quincenal disminuyó 0.12 por ciento. Aparentemente, ahora sí hubo algo de descuentos.

Pero, ¿fueron buenos descuentos? Parece ser que no tanto, pues si comparamos la tasa de la segunda quincena de noviembre (-0.12 por ciento), no fue sustancialmente menor a las tasas de la última de junio y de las dos de julio, de -0.13, -0.18 y -0.19 por ciento, respectivamente. Al final de cuentas, parece ser que la mayoría de los comerciantes nos dieron más atole con el dedo que verdadero descuentos.

¿Qué tantos hogares cayeron víctimas a este tapujo comercial? En estos días, la ANTAD dará a conocer las ventas de sus socios. Serán las primeras cifras duras al respecto. No obstante, queda la duda respecto a qué tan efectivo es el INEGI en captar los descuentos del Buen Fin. Puede ser que los tomadores de precios aprovecharon el fin de semana larga para ir de vacaciones. Si fuese el caso, el efecto en precios del Buen Fin habrá quedado sin registro y sin manera de colaborar. ¿Qué habrá sido?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.