La Marcha de la Economía

El INEGI dio a conocer que la estimación oportuna del PIB en el segundo trimestre muestra una disminución de -0.3 por ciento respecto al trimestre anterior y 1.4 por ciento respecto al mismo trimestre del año anterior. Este resultado se deriva de una disminución de -0.1 por ciento en las actividades primarias (agropecuarias), una caída de -1.7 por ciento en las secundarias (manufactura, construcción y minería) y un estancamiento en las terciarias (comercio y servicios). Cabe recalcar que estas cifras son simplemente una primera aproximación al PIB con base en información preliminar e incompleta, por lo que podrían ser diferentes a las generadas para el PIB tradicional, que conoceremos el 22 de agosto.

El INEGI no pone los datos completos en su página (en el BIE), para enfatizar que estas tasas son simples estimaciones. Esto dificulta en parte cálculos derivados de estas tasas. De entrada, no son compatibles las tasas de -0.3 y 1.4 por ciento entre sí con los datos anteriores. Por ejemplo, si multiplicamos el PIB por el primer trimestre por la tasa de -0.3 por ciento, obtenemos un número para el PIB del segundo trimestre distinto a que si multiplicamos el segundo trimestre del año pasado por 1.4 por ciento. Si tomamos como bueno el PIB del segundo trimestre de 2015 y lo multiplicamos por 1.4 por ciento (la tasa anual reportada por INEGI), resulta que la caída del segundo trimestre de este año es -2.1 por ciento por debajo del PIB del primer trimestre. Por lo mismo, resulta muy complicado analizar lo que pasó.

Igual pasa con el IGAE, cuyos datos tenemos hasta mayo. Podemos suponer que la correlación entre el IGAE y el PIB es muy elevada, lo que permite sacar por diferencia lo que la estimación oportuna del PIB nos dice sobre el comportamiento implícito de junio. El IGAE disminuyó 1.25 por ciento en abril y creció 0.98 por ciento en mayo. Para que el promedio del IGAE de los tres meses correspondientes al segundo trimestre sea -0.3 por ciento por debajo del promedio de los tres meses del primer trimestre, el crecimiento [implícito] de junio fue 1.3 por ciento respecto a mayo. ¿Creíble? De ser cierto, estaríamos hablando del mejor desempeño para dos meses consecutivos (mayo y junio) desde junio y julio de 2009, que resultó de un efecto rebote al terminar la Gran Recesión de 2008-2009. En principio, este cálculo señala una recuperación robusta en la actividad económica de la caída registrada en abril. En cambio, si tomamos la tasa anual de 1.4 por ciento como punta de partida, junio solo tuvo un avance de 0.1 por ciento respecto al trimestre anterior, cuyo comportamiento se podría caracterizar como mediocre. En otras palabras, estos datos del PIB traen implícitamente cambios en la serie histórica, que simplemente no nos dejan saber bien lo que pasó en estos últimos meses.

A estas alturas, podemos pensar en dos escenarios, uno optimista y otro pesimista. El escenario optimista señala que el desempeño desfavorable de abril fue solo una “aberración”, que se compensó con una recuperación rápida en los siguientes meses. En el margen vemos una mejoría en Estados Unidos que, combinado del efecto rezagado de la depreciación de la moneda, podría traer cierta recuperación en las exportaciones en el tercer trimestre, mientras que el consumo y la inversión privada seguirán su trayectoria creciente. Para el cuarto trimestre hagamos el supuesto que Hilary Clinton gana las elecciones en Estados Unidos y podríamos terminar con una economía creciendo 2.5 por ciento o más.

En el escenario pesimista tenemos una caída en la actividad económica en el tercer trimestre, a raíz de los bloqueos en puertos y vías de comunicación en el país y una continuación en el estancamiento manufacturera de Estados Unidos. Dos trimestres consecutivos con tasas negativas marca el comienzo de una ligera recesión. Para el cuarto trimestre, vamos a suponer que gana las elecciones Donald Trump, lo que provoca una salida masiva de capitales del país, una depreciación adicional significativa de la moneda y la necesidad de aumentos pronunciados en la tasa de política monetaria de Banxico. Se detiene la inversión privada y la economía entra en una recesión ya más profunda. ¿Crecimiento para el año? 1.5 por ciento o menos.

A estas alturas, pienso que ambos escenarios tienen 50 por ciento de probabilidades.

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