Existen muchos indicadores económicos para el seguimiento mensual de la coyuntura. En los primeros días de cada mes, contamos con la familia de indicadores de difusión, como las de confianza del consumidor y empresarial, el indicador IMEF y el IPM del INEGI. Estos son de percepción, que dan brochazos de dirección, más no cantidades, de ciertos aspectos de la economía. Enseguida, contamos con indicadores de dos asociaciones, la AMIA y la ANTAD, que dan cuentas rápidas de las ventas de sus agremiados. La AMIA nos dice cuántos vehículos se produjeron, cuántos se exportaron y cuántos se vendieron en el mercado local. Esta es una información valiosa, ya que, aunque no representa la totalidad de la industria, muestra claramente la dirección de una parte significativa del sector manufacturero más importante del País. La ANTAD reporta la tasa anual de crecimiento nominal de las tiendas afiliadas, que representa una muestra interesante del comercio formal al por menor.
No es hasta la cuarta semana del mes que empezamos a tener los primeros indicadores “duros” de la actividad económica nacional del mes anterior. Estos son las cifras oportunas de la balanza comercial y el reporte laboral, que consiste en la tasa de desempleo urbano y algunas cifras más complementarias del mercado laboral. Las primeras sirven para conocer la actividad exportadora del mes, un motor de crecimiento fundamental de la economía e indicador de la producción manufacturera y las importaciones, que reflejan la demanda agregada de la economía. Aun así, dada que la información se presenta en dólares nominales, en ocasiones no refleja fielmente el volumen que posteriormente se incorporará en el cálculo del PIB. Por ejemplo, en 2015 las exportaciones en dólares crecieron 0.8 por ciento, mientras que en pesos reales aumentaron 9.0 por ciento.
El INEGI informó que las exportaciones siguen a la baja en el quinto mes del año, ya que disminuyeron 2.3 por ciento respecto al mes anterior. A estas alturas del año, las exportaciones acumuladas muestran disminuciones respecto a los primeros cinco meses del año anterior: las petroleras 38.7 por ciento, las automotrices 2.8 por ciento y las manufactureras no automotrices 3.1 por ciento. Estas cifras apuntan a que las exportaciones este año van a contribuir mucho menos al crecimiento del PIB que en 2015 y que pudiera ser la fuente principal de una desaceleración económica. Por el otro lado, las importaciones acumuladas del año muestran tasas negativas en los bienes de consumo y de uso intermedio no petroleros y los de capital, reflejo en parte de una desaceleración en la demanda agregada, pero seguramente también como consecuencia directa del aumento en el tipo de cambio. El balance final del comercio exterior no es buena noticia para el desempeño económico del País; augura mal mes, por lo menos para la producción manufacturera.
También acaba de divulgar el INEGI las noticias sobre el desempeño del mercado laboral. La tasa de desempleo urbano es un excelente indicador de la coyuntura, ya que tiene una elevada correlación con el Índice Compuesto de Indicadores Coincidentes, que mapea el ciclo económico. Desde el año pasado, observamos una mejoría paulatina en esta tasa que, en conjunto con otros indicadores, explica el desempeño mejorado en el consumo de los hogares. La mala noticia es que aumenta por segundo mes consecutivo al registrar 4.91 por ciento (hace dos meses se ubicaba en 4.75 por ciento). La buena noticia es que la tendencia-ciclo de la tasa todavía muestra una tendencia (ligera) a la baja. Sin embargo, un mes más al alza y seguro que veremos de nuevo una tendencia también al alza. Si se interrumpe la mejoría observada desde el año pasado, es posible que empecemos a ver una desaceleración en el consumo de los hogares, que seguramente implicaría crecer menos este año.
Si utilizamos la información que proporciona el Sistema de Indicadores Compuestos Coincidente y Adelantado (SICCA) del INEGI sobre los ciclos económicos de México (a partir de 1980), resulta que la fase de expansión actual (83 meses a marzo) es la más larga de los 36 años de datos que tenemos. En 2013, estuvimos muy cerca de entrar en una recesión, pero milagrosamente la libramos. Los datos actuales apuntan hacia una mayor desaceleración. ¿Estaremos cerca del final de este ciclo?