Perspectivas Económicas 2018

Ya estamos por concluir 2017, un año por de más complicado. En 2013 solo alcanzamos crecer 1.4 por ciento, mientras que casi experimentamos una recesión. Este año apunta a que terminará como el segundo más bajo del sexenio con una tasa estimada del PIB de 2.1 por ciento, producto de la incertidumbre que inyectó la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos y al poco margen que tuvieron las finanzas públicas ante los abusos de los años anteriores. También, como en años anteriores, afectó la disminución paulatina de la producción de petróleo. Además, aumentó la inflación significativamente, registrando la tasa anual más elevada desde 2001. Peor aún, la inflación implícita en la canasta alimentaria de Coneval nos hace ver que los que más sufrieron ante la merma de su poder adquisitivo fueron las clases socioeconómicas más bajas. En este año crecimos poco, aumentó la pobreza y terminamos con una distribución todavía más inequitativa del ingreso.

Pero la peor noticia es que 2018 se avecina como un año todavía más complicado. Entre que la incertidumbre sobre el posible desenlace de las negociaciones del TLCAN ha aumentado, el Congreso de Estados Unidos acaba de aprobar una reforma fiscal que pudiera ser nefasto para nosotros y la Reserva Federal está a punto de acelerar su estrategia de reducir el carácter expansionista de su política monetaria, enfrentamos un escenario difícil. Ahora agreguemos una contienda presidencial compleja en la cual el ganador podría llevarse menos del 30 por ciento del voto popular y seguramente tendrá un Congreso de oposición. Finalmente, recordemos que es el último año de sexenio (conocido como el año de Hidalgo), en que debemos observar un patrón de gasto público invertido sin margen de maniobra en las finanzas públicas.

La dinámica típica del último año de sexenio resulta en mayor crecimiento, impulsado por más gasto público (en especial en la primera mitad del año) y la premura de concluir todas las obras públicas. Sin embargo, siete de las 25 instituciones financieras que participan en la encuesta quincenal de expectativas de Citibanamex opinan que el crecimiento en 2018 será igual o menor que el de 2017 mientras que, en promedio, todos esperan apenas una mejoría marginal de una décima. Solo dos instituciones, Scotiabank y Santander, manifiestan un escenario más optimista con una tasa de 2.7 por ciento para el año entrante. En cambio, cinco instituciones anticipan crecimiento por debajo de 2.0 por ciento.

Uno de los factores que influye en esta perspectiva nada optimista es el compromiso del gobierno federal de concluir el año con un déficit fiscal tradicional de 2.0 por ciento del PIB, sin el apoyo de un remanente operativo del Banco de México. Será interesante observar los esfuerzos del gobierno priísta para activar la economía en la primera mitad del año ante las restricciones fiscales aparentes y la angustia de ocupar en estos momentos el tercer lugar en las encuestas.

Lo que no queda claro es que si las expectativas de crecimiento de las instituciones financieras consideran un escenario con o sin TLCAN. Por lo pronto, podemos anticipar que continúe el estancamiento en la inversión privada ante la incertidumbre, lo que explica el poco dinamismo esperado. Sin embargo, si las negociaciones actuales terminan sin un acuerdo, es muy posible que veamos un freno significativo en la segunda mitad del año que, aparentemente, no esta considerado en las proyecciones. ¿Qué tanto? Difícil de saber, pero será principalmente por una disminución en la inversión, mientras que las exportaciones continuarán en lo que concluye el plazo de seis meses. Esto significa que el impacto mayor de quedarnos sin TLCAN será en 2019, al iniciar el próximo sexenio.

Las buenas noticias de 2018 están en la disminución anticipada en la inflación. Sin excepción, todas las instituciones financieras esperan menos inflación el año entrante. El consenso prevé que disminuye a 3.85 por ciento en 2018 de 6.55 por ciento a finales de 2017. La institución más pesimista, Finamex, ve la tasa en 4.60 por ciento, mientras que 13 instituciones la ven por debajo de 4.0 por ciento. La razón principal es el cambio en la base de comparación dado que nadie anticipa otro gasolinazo. Esto aboga bien para el consumo de los hogares, dado que permitirá cierta recuperación en la merma del poder adquisitivo que sufrimos la mayoría este año.

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