Justo un día antes de que empezara la cuarta edición del ya famoso “Buen Fin”, el INEGI dio a conocer las cifras relacionadas al consumo privado en el mercado interior para agosto. La noticia no fue del todo positivo, ya que disminuyó el consumo -0.28 por ciento respecto a julio, mientras que la tasa anual se redujo a 1.3 por ciento de 2.5 por ciento en el mes anterior. También se reporta una tendencia que, aunque todavía positiva, muestra una desaceleración importante desde marzo; en agosto avanza a un ritmo mensual de apenas 0.1 por ciento. Ante la noticia, Banamex dijo que se confirma “que la recuperación del consumo perdió impulso en los últimos meses”.
No hay duda de que el consumo permanece débil. De hecho, la serie de tendencia-ciclo del INEGI avanzaba a un ritmo promedio mensual de 0.41 por ciento en el primer trimestre; disminuye a 0.22 por ciento en el segundo y ahora avanza 0.09 por ciento en lo que va del tercero. Hemos visto un deterioro marcado en el ingreso personal disponible desde hace varios años. Primero, por una inflación relevante mayor al salario medio; segundo, ante la generación de empleos con salarios más bajos de los que se perdieron hace algunos años en la gran recesión; y tercero, a raíz de la Reforma Hacendaria que aumentó impuestos y limitó el otorgamiento de prestaciones. En adición a la merma observada en los ingresos, las familias se encuentran ahora más endeudados, lo que limita sus posibilidades de consumir bienes y servicios. Al final de cuentas, hemos visto que todos estos factores han contribuido a una disminución en la confianza del consumidor, que se ubica en niveles de mucho pesimismo.
Las cifras merecen un análisis más detenido para tratar de determinar si realmente estamos ante un nuevo deterioro del consumo, o bien, simplemente se mantiene el patrón de un consumo que avanza a pasos muy lentos. Lo primero que tenemos que considerar es que la serie original del consumo privado (como prácticamente en cualquier indicador) contiene una distorsión por los efectos de calendario. En el caso del consumo, si tomamos el valor absoluto de las diferencias entre la serie original y la corregida por los efectos, entre enero de 2010 y agosto de 2014 observamos un promedio mensual de 0.87 puntos porcentuales, es decir, casi un punto porcentual de diferencia cada mes.
En el caso de agosto, la diferencia fue de 0.97 puntos porcentuales, ya que la serie original muestra un crecimiento anual de 1.28 por ciento y la corregida una tasa de 2.25 por ciento. Esta última señala que la tasa anual de agosto (redondeado a un punto decimal es apenas 0.1 puntos porcentuales menor al promedio observado en los últimos seis meses, mientras que se ubica 0.4 puntos porcentuales por encima del promedio observado en los primeros ocho meses del año. Sin embargo, si tomamos el promedio del avance mensual (de la serie ajustada por estacionalidad), encontramos que la tasa anualizada es de 3.4 por ciento.
En conclusión, podemos decir que el consumo de los hogares avanza, pero a un ritmo todavía lento. Las cifras del ANTAD de octubre muestran una mejoría en relación a los meses anteriores, pero todavía permanecen débiles. El Buen Fin dará un respiro temporal, pero no promete ser punto de inflexión. Lo que si queda claro es que las exportaciones muestran un mayor dinamismo y la inversión privada empieza a responder, mientras que el consumo privado contribuye muy poco y el gasto público permanece en terreno negativo.
El próximo viernes (21 de noviembre) conoceremos el crecimiento del IGAE para septiembre y el PIB para el tercer trimestre. Anticipamos una tasa positiva para el PIB, pero menor a la observada en el segundo trimestre. El próximo miércoles sabremos si el Banco de México modificará su proyección de crecimiento del año, que hasta ahora lo mantiene entre 2.0 y 2.8 por ciento (punto medio 2.4 por ciento). Con la información que contamos hasta ahora, es factible que modifiquen su rango ligeramente hacia abajo, posiblemente en un par de puntos decimales.
Don Jonathan, por si le interesa.
¿De qué habla Banxico? ¿Tiene evidencia? ¿Por qué lo hace?
La minuta del Banco de México refleja preocupación de su Junta de Gobierno por «acontecimientos sociales»:
«… la mayoría [de los miembros de la Junta de Gobierno] agregó que los recientes acontecimientos sociales en el país podrían deteriorar los niveles de confianza de los agentes económicos, locales y extranjeros, con su consecuente efecto adverso sobre la inversión.»
¿A qué se refiere exactamente con acontecimientos sociales? ¿A la matanza de Ayotzinapa o a las protestas que se han desatado?
Si se refiere a lo primero, se interpretaría como una crítica al Estado y al Gobierno que lo conduce. Si se refiere a lo segundo, se interpreta como un llamado a la calma, a la no protesta, a no criticar al Gobierno.
La selección de temas y la manera de expresarse no es trivial. El banco central escogió decir que las protestas van en contra de la economía. Aunque también podía haber dicho que la delincuencia va en contra de la economía.
El Banco de México podía haber hecho referencia a un acontecimiento reciente que tiene consecuencias directas sobre la inversión; pero decidió no tocarlo. Podía haber dicho que las licitaciones poco claras, o que se anulan inmediatamente después de anunciarlas, inhiben la inversión.
También pudo haber dicho que la corrupción, especialmente en las más altas posiciones del Gobierno, y de sus familiares, puede desalentar la inversión.
El banco central no escogió ninguna de estas opciones. Prefirió censurar, de manera indirecta, las protestas y movilizaciones de la sociedad por la falta de seguridad.
¿Y en qué se basa la decisión de señalar los efectos de los acontecimientos sociales? ¿Hay evidencia?
La única evidencia que parece tener el banco central proviene de su encuesta de expectativas.
Pero esta evidencia NO apunta a lo que señala el Banco de México en su minuta. Por el contrario, la encuesta señala los problemas de inseguridad como el principal factor en contra de un mayor crecimiento.
A falta de claridad, y en vista de la falta de lógica, nos queda conjeturar.
La conjetura más verosímil parece ser que el banco central censura de manera indirecta las protestas sociales a pesar de que sus propias encuestas señalan que la causa de las protestas es el primer factor que obstaculiza el crecimiento económico de manera interesada.
Con esta censura indirecta, el banco central trata de contribuir a calmar las protestas sociales y, sin duda, trata de hacerle un favor al Presidente. Poco importa que la evidencia del mismo banco central diga otra cosa.
Como todos sabemos, Agustín Carstens requiere del favor del Presidente para ser ratificado el próximo año.
COROLARIO
La corrupción del Estado que nos ha llevado a los niveles de inseguridad que tenemos, también pasa por la corrupción de las instituciones por motivos personales o políticos; en este caso del banco central, supuestamente autónomo, que se comporta cada vez más como un instrumento al servicio del Señor Presidente.
Así es como se destruyen la credibilidad de las instituciones y las instituciones mismas.