Hace dos semanas abordé el tema del segundo periodo del Gobernador del Banco de México. Me sorprendió la cantidad de comentarios que recibí al respecto; todos están de acuerdo que Agustín Carstens era el candidato ideal para seguir al frente de nuestro banco central. Nadie menosprecia su capacidad y experiencia, ni lo que ha hecho en sus primeros seis años en el puesto. No solamente tenemos una política monetaria bien encaminada hacia su objetivo y temas afines como la estabilidad financiera y los sistemas de pago bajo la lupa, sino además ha mejorado mucho la calidad y amplitud de los análisis que hace el banco. Los trabajos de investigación son de clase mundial y el instituto funciona como un semillero extraordinario de economistas para el sector público, la banca y organismos internacionales. Sin dudas, es de las pocas instituciones del país que realmente funcionan.
No obstante, el tema recurrente en los comentarios recibidos, que retoma el hilo de muchas discusiones que he tenido a lo largo de los años con colegas míos, es el de los chequeos y balances, o contrapesos necesarios para evitar la discrecionalidad y arbitrariedad de la administración de los recursos públicos del instituto. Hemos escuchado demasiadas historias de un manejo proclive al gasto, excesos en viajes, prerrogativas para cierto personal, contratación desmedida de plazas y un crecimiento de estructura que no parece racional. Por ejemplo, hace seis años el Banco tenía ocho directores generales y 22 directores de área; hoy tiene nueve directores generales y 33 directores de área, que representa 48 por ciento más de mandos superiores (verificable en la página de Internet del Banco). ¿Ha sido necesario tal expansión?
Una de las propuestas que he escuchado de varios lados es que lo que falta para ya consolidar la autonomía de la institución es la creación en el Senado de una Comisión de Banca Central. Ésta podría ser el vehículo para un buen chequeo y balance para la transparencia y rendición de cuentas, la cual podría también mejorar la administración misma del banco. Esta Comisión debería obligar al Banco a entregarle al Congreso un reporte trimestral sobre su operación financiera, que fuera complemento al informe actual sobre la inflación y el manejo de la política monetaria. Para garantizar la autonomía, habría que aclarar que sería un “informe” y no un presupuesto que busca autorización, en aras de que los mexicanos tenemos el derecho a conocer cómo se gastan los recursos públicos en un órgano independiente.
Hay otros temas bajo discusión, como la transparencia y comunicación del Banco en cuanto al manejo de la política monetaria. Por ejemplo, el Banco publica regularmente gráficas de indicadores cuyos datos no están disponibles al público en general. Algunos de los más importantes es la del PIB potencial y la brecha del producto. Solicité los datos y metodología para reproducir una gráfica sobre el ingreso personal real, que se construye mediante información pública, pero tardé meses en conseguir la información. Busqué entablar una discusión sobre los indicadores de confianza al consumidor, pero siempre ante un temor bajo el cual operan los extraordinarios funcionarios del Banco. Mencioné en una columna pasada un comentario (ni siquiera tan importante) que había escuchado en varias reuniones, que después supe que había recibido reproche.
Las minutas de la Junta de Gobierno son un gran avance, pero faltaría que se identifique los comentarios con nombre y apellido. Sabemos muy poco de qué y cómo piensan los Subgobernadores. Sus puntos de vista son monolíticos y siempre homogéneos con la versión oficial (hasta en sus presentaciones en PowerPoint). Tal parece que los miembros de la Junta de Gobierno tienen que pedir permiso para hablar y qué opinar con cualquier ente fuera del Banco. El staff tiene miedo hasta de aceptar una invitación a comer. Mucha autonomía, pero con la apariencia de un totalitarismo que parece innecesario. Concuerdo con muchos de mis colegas en que el staff debería de tener más soltura para opinar y divulgar el credo del banco central, ya que tienen la madurez y capacidad.
Realmente felicito a Agustín Carstens por su ratificación para un periodo más. Nos conviene como país y estoy seguro que seguirá construyendo para el bien de todos. Ojalá que escuche mis comentarios, inspirados por muchos de mis colegas, y que los acepte como crítica constructiva. Creo que puedan ayudar a tener un banco central todavía más sólido, transparente y que rinda mejores cuentas a la sociedad.