Después de un año de inflación a la baja, todos anticipan que 2016 se caracterizará por una tendencia alcista. La pregunta no es si va a subir la inflación, sino cuánto. ¿Será un incremento moderado limitado para quedar cerca del objetivo de Banxico? O bien, ¿empezaremos a sentir los efectos de un mayor traspaso de la depreciación del peso y una disminución en la brecha negativa del producto (output gap), a tal grado que sorprenderá la inflación al alza?
Por lo pronto, ya tenemos los datos de la inflación de enero, un mes importante, ya que marca la pauta para el año. El gobierno casi siempre aprovecha para ajustar sus tarifas y precios bajo su control, mientras que empresas aumentan sus precios a principios de año. De entrada, el INEGI informó una tasa de 0.38 por ciento para el mes, por arriba de lo que esperaban todas las instituciones financieras que participan en la Encuesta Quincenal de Banamex. La inflación de los últimos doce meses aumentó a 2.61 por ciento, mientras que la de las últimas 24 quincenas llegó a 2.75 por ciento, la más elevada desde la primera quincena de julio del año pasado.
De entrada, sorprendió la tasa de 0.35 por ciento de la segunda quincena del mes, ya que la primera quincena aumentó tan solo 0.03 por ciento. Había instituciones como CIBanco, que esperaban -0.11 por ciento para la segunda mitad de enero. Sin embargo, la tasa subyacente fue 0.19 por ciento para el mes, ligeramente por debajo del consenso de 0.21 por ciento. Por lo mismo, lo que realmente sorprendió fue el componente no subyacente, que aumentó 1.0 por ciento en la quincena (después de una disminución de -0.13 por ciento en la quincena anterior), para registrar un incremento de 0.96 por ciento en el mes. ¿Qué explica este aumento y deberíamos estar preocupados?
De entrada, las alzas en los precios de frutas y verduras (como cebolla, calabacitas y jitomate) explican dos terceras partes del aumento en el componente no subyacente. Estos precios aumentan y bajan mucho, en forma casi aleatoria. También aumentaron las tarifas autorizadas por el gobierno 1.13 por ciento en el mes (derechos por el suministro de agua). Estos incrementos típicamente se presentan en este mes y después no aumentan tanto. En general, podemos pensar que el incremento pronunciado en este componente no obedece a una presión inflacionaria per se, sino simplemente un ajuste estacional que no se debe repetir mucho en el año, salvo el comportamiento en los precios de frutas y verduras que es totalmente impredecible.
Lo que siempre debe preocupar más es el componente subyacente, ya que, si hay un mayor traspaso de la depreciación del peso o si empieza a sentirse presiones por una demanda agregada creciente, es aquí donde lo vamos a notar. De entrada, no hay evidencia (todavía) de un mayor traspaso. El componente de mercancías no alimenticias (el más susceptible a un traspaso) registró un incremento de 0.16 por ciento y su variación anual llegó a 3.1 por ciento. Si tomamos en cuenta que el tipo de cambio ha aumentado alrededor de 40 por ciento en el último año y medio, queda claro que estos números reflejan una ausencia de efectos indirectos o secundarios sobre los precios. No descarta ajustes futuros, pero por lo pronto no hay evidencia de alguna contaminación.
El Banco de México ha reportado la presencia de una brecha de producto negativo desde hace tiempo, es decir, que el crecimiento de la economía se ubica por debajo del PIB potencial, que es lo máximo que podemos crecer sin ejercer presiones inflacionarias por el lado de la demanda. El componente de “otros servicios” (el más susceptible a estas presiones), registró una disminución de -0.07 por ciento en el mes, lo que sugiere que la brecha permanece negativa y que por lo pronto no hay evidencia de que se estuviera cerrando.
Por último, observamos que la inflación al productor en enero fue 0.87 por ciento, alcanzando una tasa anual de 3.9 por ciento. Esta cifra sugiere que los productores han experimentado mayores aumentos de precios, pero que no los han reflejado en sus precios al consumidor, todavía mayor evidencia de que permanece la brecha negativa de producto. Por ejemplo, la fabricación de equipo de cómputo refleja un incremento anual de 15.9 por ciento en los precios al productor, mientras que al consumidor refleja una tasa anual de -0.2 por ciento. En general, los bienes durables al consumidor han aumentado 2.7 por ciento anual, prácticamente la mitad del incremento al productor.
Conclusión, la inflación anual ha empezado su esperada trayectoria ascendiente, pero todavía sin mayor preocupación.