Las exportaciones juegan un papel de singular importancia dentro de la actividad económica de México. Es uno de los principales motores de crecimiento, ya que cuando crecen bien jalan al resto de la economía. Su tasa de crecimiento es casi siempre de las mayores dentro de los componentes del PIB por el lado del gasto. A nivel mensual, es de los indicadores más oportunos, ya que se reporta la información a los 20 días hábiles después de haber concluido el mes. Por lo mismo, es prácticamente el primer pedazo de información que tenemos para empezar a saber si un mes determinado tuvo buen desempeño o no.
El INEGI acaba de reportar la balanza comercial para junio, de la cual se desprende que las exportaciones totales disminuyeron -0.8 por ciento respecto al mes anterior, resultado de caídas en las exportaciones no petroleras de -0.6 por ciento y las petroleras de -3.8 por ciento. Dado que las exportaciones manufactureras representan más del 87 por ciento del total de las exportaciones, su comportamiento resulta mucho más importante; aquí observamos que las exportaciones automotrices aumentaron 5.8 por ciento, mientras que las no automotrices disminuyeron -3.4 por ciento. Ante estas cifras, lo primero que podemos apuntar es que junio no fue tan buen mes, mientras que la tendencia-ciclo de las exportaciones empieza a mostrar un comportamiento lateral, lo cual no augura bien para el futuro inmediato.
No obstante, las tres variables que explican casi la totalidad del comportamiento de las exportaciones van bien. La producción manufacturera de Estados Unidos registra un avance sólido, mientras que las exportaciones totales de Estados Unidos muestran un crecimiento sostenido. Finalmente, el tipo de cambio real se mantiene en los niveles más favorables para nuestras exportaciones casi desde que existe el régimen cambiario actual. Si tomamos los primeros seis meses del año en su conjunto, sin considerar la estacionalidad, las exportaciones crecieron 9.1 por ciento respecto al mismo periodo de al anterior. Aquí observamos el mayor dinamismo en las exportaciones al resto del mundo (distinto a Estados Unidos), con un avance de 19.5 por ciento, promovido principalmente por exportaciones automotrices (46.7 por ciento de crecimiento). En cambio, las exportaciones a Estados Unidos crecieron 6.9 por ciento, motivado por exportaciones distintas a las automotrices, con un avance de 7.2 por ciento.
Por lo mismo, podemos afirmar un buen primer semestre, aunque en el margen existen señales de cierta desaceleración, con buenas perspectivas para el siguiente trimestre, ya que la demanda de Estados Unidos crece bien y mantenemos un tipo de cambio muy favorable. Sin embargo, tenemos que tener cuidado con estas cifras, por que la interpretación no termina allí. La balanza comercial nos reporta la cantidad de dólares que recibimos por nuestras exportaciones, pero no el volumen exportado. Para conocer la contribución al crecimiento del PIB, necesitamos traducir estas cifras de dólares nominales a pesos reales, es decir, a un proxy de volumen. En principio, parece ser una tarea fácil, ya que convertimos los datos de la balanza comercial a pesos, multiplicando por el tipo de cambio promedio del mes y después lo pasamos a valor real al deflactar por el índice de precios de exportación. La parte complicada proviene del índice de precios que utiliza INEGI para esta tarea, ya que no es exactamente el que se reporta mensualmente, que es el índice de precios productor de exportación. También hay una complicación adicional: las exportaciones de la balanza comercial son bienes, mientras que las de las cuentas nacionales incluyen servicios, como turismo.
Por lo mismo, tenemos que esperar a la cifra trimestral de exportaciones, que divulga INEGI en el marco de la desagregación del PIB por el lado del gasto. La mala noticia es que es prácticamente el último indicador en el calendario para el trimestre. Los datos del segundo trimestre que nos acaba de proporcionar en dólares nominales, no conoceremos su correspondencia en pesos reales hasta dentro de casi tres meses. El problema no queda allí. Resulta que los resultados pueden ser muy diferentes. Por ejemplo, en 2015 las exportaciones en dólares disminuyeron -4.1 por ciento, es decir, recibimos 4.1 por ciento menos dólares por lo que exportamos. Sin embargo, las cuentas nacionales señalan que en ese año exportamos 8.5 por ciento más, es decir, el volumen de exportación creció 8.9 por ciento. En otras palabras, en 2015 exportamos 8.5 por ciento más volumen por lo que recibimos 4.1 por ciento menos dólares. El año pasado, exportamos 3.9 por ciento más volumen por lo que recibimos 9.5 por ciento más dólares. Por lo menos los signos fueron iguales.
La conclusión es triste. Las cifras más oportunas del INEGI sirven de muy poco para saber cual es la contribución de las exportaciones a la actividad económica, por lo que tenemos que esperar a los datos más rezagados.