Hubo una ligera caída en la actividad económica de -0.1 por ciento en el segundo trimestre del año, ante una disminución verdaderamente marginal en el consumo privado (-0.04 por ciento), una reducción significativa en la inversión pública (-5.0 por ciento) y una caída en la inversión privada (-1.0 por ciento). Los únicos componentes del PIB que crecieron fueron el consumo de gobierno (0.7 por ciento) y las exportaciones (2.2 por ciento), aunque ambos crecieron menos que en el trimestre anterior. Para el tercer trimestre, esperábamos una mejoría marginal mediante una recomposición en el consumo privado y un crecimiento continuo en las exportaciones, pero eso sí, con inversión a la baja y una disminución en el consumo público. Es común observar cierta desaceleración en la segunda mitad del último año de cada sexenio, pues el gobierno ya gastó lo que tenía que gastar y el sector privado empieza a tomar una actitud de cautela ante el inminente cambio de gobierno.
Sin embargo, el crecimiento del tercer trimestre de 0.8 por ciento fue algo sorpresivo. Al examinar los datos disponibles en su momento, vimos que septiembre fue muy buen mes, alimentado específicamente por un incremento significativo en las actividades secundarias, en especial por la manufactura y la construcción. Para el trimestre en sí, la recuperación en la construcción de septiembre no alcanzó a empujar la inversión fija bruta lo suficiente para registrar un avance positivo, pero el buen desempeño de la producción manufactura hizo pensar que fueron las exportaciones lo que impulsó el buen comportamiento en el trimestre.
El INEGI publica primero el PIB y su desglose por el lado de la producción, es decir, cuánto creció la producción interna bruta del país en su totalidad, desglosado por 20 sectores productivos, de los cuales uno es agropecuario, cuatro son secundarios (construcción, manufactura, minería y “utilies”) y quince son terciarios (comercio y distintos servicios). El desglose del PIB por sus componentes del gasto (consumo, inversión y exportaciones) se da a conocer prácticamente un mes después. Lo último, que es más intuitivo para el análisis del comportamiento macroeconómico, nos llega mucho después de terminar el trimestre. En este caso, estos datos los divulgó el INEGI apenas el 19 de diciembre, siendo que el trimestre terminó el 30 de septiembre.
Al analizar estos indicadores, encontramos que los datos no cuadran, es decir, no nos permiten entender a fondo qué pasó en el tercer trimestre. Los únicos dos componentes que crecieron fueron el consumo de los hogares (0.5 por ciento) y la inversión pública (0.3 por ciento), pero ambos por debajo del crecimiento del PIB de 0.8 por ciento. La inversión privada disminuyó -0.7 por ciento y el consumo de gobierno cayó -1.6 por ciento, tal como se esperaba. Pero la sorpresa fue que las exportaciones presentaron una disminución marginal de -0.01 por ciento, por lo que no fueron el componente que explica el crecimiento global del trimestre. Si sumamos todos los componentes, el PIB del trimestre debió haber disminuido -0.5 por ciento. ¿Cómo explicar esta discrepancia?
Tenemos que tomar en cuenta dos discrepancias estadísticas. El primero proviene de la dificultad de medir el PIB por dos lados distintos. Aunque en la teoría, deben de sumar igual, en la práctica es casi imposible ya que las cuentas nacionales se construyen mediante una inferencia estadística. El INEGI argumenta que la medición del PIB por el lado de la producción es más robusta, por lo que, si no concuerda por el PIB que sale al medir los componentes del gasto, a lo último habrá que siempre añadir una discrepancia estadística.
La segunda discrepancia sale por la forma en que se apliquen los ajustes estacionales. Cada componente tiene su propio ajuste, incluyendo el PIB, por lo que la suma de los componentes no es igual al PIB, aún cuando se agrega la primera discrepancia estadística. Por lo mismo, para el tercer trimestre tenemos una gran discrepancia estadística (que es la suma de las dos discrepancias) que simplemente impide tener un buen análisis del tercer trimestre. Si bien es cierto que la tasa de 0.8 por ciento es más robusto, ¿qué es lo que lo explica? Simplemente no sabemos.
Hay que aclarar que no es por una mala medición del INEGI, sino por la dificultad inherente de la medición de las cuentas nacionales.