Las proyecciones de crecimiento para este año se han revisado a la baja consistentemente a lo largo de todo el año, en la medida en que vamos conocido el desempeño de la actividad económica. Antes de iniciar el año, tanto el gobierno como el consenso de los analistas preveían una tasa de 3.5 por ciento para 2013, casi medio punto porcentual menos que el año anterior. Sin embargo, se combinaron muchos factores al mismo tiempo para frenar el crecimiento y ahora se anticipa una tasa ligeramente superior al 1 por ciento, pero suponiendo aun que se inicie una recuperación en la última parte del año.
El gobierno federal ha concedido que habrá menos crecimiento en el año cada vez que el INEGI ha dado a conocer las cifras del trimestre en turno. A los pocos días después del 20 de agosto cuando se divulgó el crecimiento del segundo trimestre, la SHCP revisó a la baja su expectativa a 1.8 por ciento. Es casi un hecho cuando el INEGI dé a conocer el tercer trimestre el próximo 21 de noviembre, SHCP reconocerá todavía una tasa menor.
El optimismo inicial del gobierno llevó a que se aprobara en el presupuesto de 2013 un balance fiscal “cero”, que implicaba un proceso de consolidación fiscal ante los déficits de los últimos cuatro años de la administración de Felipe Calderón. Sin embargo, ante la llegada de una ligera recesión, ahora SHCP recurre a una política fiscal más expansionista al pedir la autorización debida para incurrir en un déficit de 0.4 por ciento del PIB este año y 1.5 por ciento para 2014. En principio, esto le dará margen para no tener que recortar el gasto ante la caída en los ingresos a raíz de la menor actividad económica y compensar las medidas anticíclicas recaudatorias al inicio de 2014.
El gobierno federal no es el único preocupado por la caída en la actividad económica. El Banco de México decidió la semana pasada reducir la tasa de política monetaria por tercera vez en el año, también para apuntalar al crecimiento económico. En principio, la tasa de inflación subyacente ha permanecido por debajo de 3 por ciento por prácticamente diez meses y es casi un hecho que así quedará hasta fin de año. Lo único que le ha impedido reducir la inflación general por debajo del objetivo de 3 por ciento ha sido la política de precios del gobierno en materia de energéticos y tarifas autorizadas, lo cual queda fuera del alcance de la política monetaria. Al reconocer la existencia de una brecha de producto negativa, el Banco no prevé presiones inflacionarias en el corto plazo, por lo que puede aumentar el grado de laxitud en su política.
El único peligro inminente que enfrentan las autoridades monetarias sería un aumento desbordado en la inflación en enero a consecuencia de las medidas fiscales contenidas en la reforma hacendaria. Aumentará el IVA en la zona fronteriza y los precios de refrescos y algunos alimentos, lo que podría traer efectos secundarios. A pesar de que el cálculo del Banco es que será de impacto moderado y transitorio, ya anunció desde ahora que no habrá una reducción adicional en diciembre en la tasa de política monetaria. La Junta de Gobierno quiere hacer lo posible para apuntalar el crecimiento económico, pero sin afectar adversamente las expectativas de inflación.
¿Cuál es la lección fundamental de la decisión de política monetaria? Aunque el objetivo prioritario es mantener la estabilidad de precios, el Banco no descartar el uso de los instrumentos a su alcance para apoyar al crecimiento económico y coadyuvar un ambiente propicio para la creación de empleos. La idea central es que la mejor forma que la política monetaria puede contribuir al bienestar general es mediante la estabilidad de precios. Pero si no existen presiones inflacionarias latentes, el Banco acomodará su política para apoyar el crecimiento. Queda en evidencia que la estabilidad de precios es un medio para un fin mayor y no existe una obsesión por parte de las autoridades monetarias por abatir la inflación al costo que fuera.
Esto significa que el debate en torno a un doble mandato para el Banco es prácticamente irrelevante. Bajo el esquema actual, la Junta de Gobierno analiza a fondo el balance de riesgos de inflación, al igual que el balance de riesgos de crecimiento económico. Si uno lee los anuncios de política monetaria y los informes trimestrales de inflación, encontrará siempre un análisis equilibrado de ambos. Cambiar el mandato único hacia uno doble, no modificaría la política monetaria actual, pero sí sería causal para inyectar presiones políticas indebidas.