El INEGI dio a conocer su estimación oportuna del PIB para 2017 de 2.1 por ciento, que fue la tasa esperada del consenso. Si vemos la última encuesta de expectativas quincenal de Citibanamex, observamos que la gran mayoría anticipaba esta tasa. No prevaleció el optimismo de Santander (2.3 por ciento), ni el pesimismo de BBVA, Credit Suisse y Vector (1.9 por ciento). El resultado fue producto de un buen desempeño de 1.0 por ciento de crecimiento en el último trimestre del año, mediante un rebote después de la caída de -0.3 por ciento en el trimestre anterior.
A primera vista, parece que hubo una desaceleración significativa en el ritmo de crecimiento respecto a 2016, ya que la tasa de 2.1 por ciento de 2017 es menor a la de 2.9 por ciento de 2016. Sin embargo, debemos recordar que 2016 fue año bisiesto, por lo que hubo un día más para producir bienes y servicios. Si ajustamos ambos años por este efecto calendario, equivalente a pensar cual hubiera sido el crecimiento si hubieran tenido el mismo número de días, la tasa de 2016 sería 2.7 por ciento, mientras que la de 2017 sería 2.3 por ciento. Simplemente por este efecto, ya acortamos mucho la distancia. Recordemos que un día de 365 al año equivale a 0.27 por ciento.
La segunda consideración es la velocidad con que disminuyó la producción petrolera en 2017 fue mayor a la de los años anteriores. Ya cuando contemos con la información detallada por sectores y subsectores (el 23 de febrero), podremos hacer el cálculo preciso de cuánto fue el crecimiento no petrolero de la economía. Intuitivamente, no va ser muy diferente al año anterior, aunque también contribuyó a la desaceleración la caída en la construcción. Al final de cuentas, los tres grupos de actividades crecieron un poco menos en 2017 que el año anterior, pero tampoco observamos comportamientos radicalmente distintos.
No será hasta el 21 de marzo que el INEGI dará a conocer el desglose del PIB por el lado del gasto, pero será aquí donde veremos cambios más notorios con el 2016. Con las cifras que tenemos para los tres primeros trimestres del año y algunos indicadores mensuales para octubre y noviembre, podemos intuir que notaremos una desaceleración en el consumo de los hogares (aunque no tanto como se anticipaba ante la merma en el poder adquisitivo), tasas negativas para el consumo de gobierno y la inversión fija bruta y una mejoría en el desempeño de las exportaciones. Posiblemente lo que más caracterizará 2017 será la caída en la inversión fija bruta, producto no solo de la disminución significativa en la inversión pública (resultado de la consolidación fiscal del gobierno), sino también del freno en la inversión privada como respuesta a la incertidumbre que provocó la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos y el proceso de renegociación del TLCAN.
Dado que se anticipó correctamente el rumbo de la inversión fija bruta, la sorpresa del año tendría que ser la resiliencia del consumo privado ante la merma en el poder adquisitivo a raíz del marcado incremento en la inflación. ¿Cómo lo podemos explicar? No solamente sufrimos mucha más inflación, sino también observamos cierto deterioro en indicadores relevantes como las remesas familiares (medido en pesos reales), el salario medio real de cotización en el IMSS y en el ingreso laboral real implícito en la ENOE. En buena medida, la respuesta parece ubicarse en los datos de empleo. El IMSS registró un incremento de 801 mil trabajadores en el año, lo que produjo un incremento en la masa salarial del instituto (salario promedio multiplicado por empleo), aunque buena parte de este empleo fue la formalización de ocupaciones ya existentes. La tasa de desempleo urbano registró 4.0 por ciento en el año, la tasa más baja desde que existe la ENOE a partir de 2005. Si multiplicamos el aumento de empleo captada por la ENOE por el salario medio real (ingreso promedio por hora multiplicado por el número de horas trabajadas en la semana), observamos que la masa salarial laboral real tuvo una tasa positiva para el año. En otras palabras, el aumento en el empleo contrarrestó el deterioro en el salario real, lo que más o menos mantuvo el ingreso disponible de los hogares. Aun así, creció menos el consumo que en los dos años anteriores, pero más de lo que habíamos esperado.
¿Siguiente paso? Esperar al cálculo tradicional del PIB que dará a conocer INEGI en tres semanas.
Tenía entendido que las remesas habían alcanzado sus niveles máximos, pero en el artículo dice que en realidad no?
No me quedó claro este punto, ¿Dónde busco más información al respecto?
Hola Dalia,
Las remesas, medidas en dólares, registraron un nuevo máximo en 2017 de 28,771 millones de dólares.
Las familias que reciben estas remesas las convierten en pesos para comprar bienes y servicios en su hogar. Si sube el tipo de cambio, el monto de las remesas en pesos será mayor, mientras que si baja el tipo de cambio, serán menos pesos. En adición, las familias enfrentan inflación, que hace que los precios de los bienes que quieren adquirir serán más elevados entre mayor sea la inflación. Por lo mismo, ajustamos el monto de las remesas en pesos por la inflación, lo que los economistas dicen expresar en términos reales. Dado que queremos saber el poder adquisitivo de las remesas,,el flujo de dólares lo convertimos a «pesos reales».
En 2017 aumentó el monto de las remesas en dólares. Pero, ¿fue suficiente para aumentar el poder adquisitivo de las familias? En otras palabras, el incremento compensó la baja en el tipo de cambio y el incremento en la inflación en el año? Sí aumentó el poder adquisitivo de las remesas en los primeros meses del año, llegando a un máximo en mayo. Sin embargo, en los siete meses restantes del año, la combinación de la disminución en el tipo de cambio y la alta inflación fue mayor al incremento de las remesas en pesos reales, por lo que el poder adquisitivo de estas remesas disminuyó en ese lapso.
Durante la mayor parte de 2016, el poder adquisitivo de las remesas estaba creciendo a tasas superiores de 20 por ciento anual. Sin embargo, a partir de 2017 fue desacelerando de tal manera que el monto de las remesas medidos en pesos reales a fin de año solo fue 1.4 por ciento mayor al del año anterior.
Ojalá queda más claro la explicación.
Muchos saludos,
Jonathan