Por primera vez desde que empezó el sexenio, se han estabilizado las proyecciones de crecimiento. Prácticamente todas las encuestas ubican el consenso entre 2.5 y 2.6 por ciento y las pocas revisiones que hemos visto recientemente han sido de los extremos hacia el punto medio (es decir, se ha reducido el rango). Todavía hay quienes ven factible alcanzar la proyección de 2.7 por ciento que tiene la SHCP, mientras que igual número de analistas permanecen más pesimistas que la media. Implícitamente casi todos anticipan cierta recuperación en la segunda mitad del año, mientras que con un poco de suerte, pudiéramos alcanzar la previsión optimista de la SHCP.
Sin lugar a duda, la actividad económica mejoró en el segundo trimestre del año y se mantiene la tendencia. El mayor empuje viene por una mejoría en las exportaciones, mientras que la economía interna todavía permanece débil. En principio, esperamos que mejore, ya que las exportaciones siempre han funcionado como motor de crecimiento. Muchas de las incógnitas que frenaban la inversión privada se han resulto y la SHCP presume de un incremento en la inversión pública sin precedente.
No obstante, tengo varias inquietudes. El primero es la merma en el ingreso personal disponible de los hogares, que se refleja en muchas instancias. Por ejemplo, se ha comentado mucho que la mayoría de los empleos registrados en el IMSS en los últimos años son de salarios mucho más bajos que los perdidos en años anteriores. Pero hay otro indicador que no se ha analizado suficiente: la tasa de desempleo urbano. Si vemos la tendencia-ciclo que publica el INEGI, encontramos que ha registrado 13 meses al hilo al alza. Hace un año la tasa se ubicaba en 5.6 por ciento, mientras que la de Estados Unidos registraba 7.3 por ciento. En el último año, la tasa de nuestros vecinos ha disminuido constantemente hasta llegar a 6.1 por ciento, al mismo tiempo que la de nosotros ha aumentado y ahora están prácticamente iguales. No es usual que la tasa de desempleo en nuestro país sea igual o mayor a la de Estados Unidos.
Me sigue inquietando que el INEGI da más importancia a la tasa de desempleo nacional, que incluye la población de subsistencia agrícola (rural) que no tiene la misma relevancia. El INEGI publica la tasa urbana pero no da a conocer la rural. Si suponemos que la rural representa 19 por ciento del total, la tasa nacional está en 4.9 y la urbana en 6.0 por ciento, implícitamente significa que la tasa rural ronda alrededor de 0.0 por ciento.
Otra inquietud que tengo es que mientras la SHCP nos dice que el gasto público en general y la inversión pública en particular han crecido enormemente este año, las cuentas nacionales del INEGI reflejan exactamente lo contrario. Si sumamos el consumo de gobierno más la inversión pública de las cuentas de oferta y demanda global de bienes y servicios, encontramos que el nivel del gasto público es el más bajo de los últimos 17 trimestres. Incluso, el nivel del primer semestre de 2014 se ubica -0.9 por ciento por debajo del mismo periodo del año pasado, cuando había un proceso de consolidación fiscal combinado con un subejercicio del gasto. ¿Cómo puede ser que la SHCP dice que gasta mucho, pero no se registra en ningún lado? Peor aún, la SHCP ha solicitado un endeudamiento mayor para 2015 para incrementar todavía más el gasto, mientras que revisa a la baja el crecimiento esperado ahora que ya tenemos las reformas aprobadas. Según esto, ahora el crecimiento esperado con reformas es menor al escenario “inercial” sin reformas que presentó al inicio del sexenio.
Por último, me inquieta que el INEGI publica dos tasas “oficiales” distintas del PIB. El 21 de septiembre ratifica la tasa del PIB de 2013 de 1.07 por ciento. El 11 de septiembre divulga los datos del PIB dentro del marco de las cuentas nacionales y avisa que se revisa al alza a 1.44 por ciento. El 19 de septiembre publica la oferta y demanda global para el segundo trimestre y vuelve a decir que el crecimiento del PIB en 2013 fue 1.07 por ciento. Ambas tasas son oficiales, por lo que México ha de ser el único país del mundo que reporta dos tasas distintas para el crecimiento económico. Esto genera confusión y crea desconfianza en las cifras.
El desempleo va en aumento y el empleo tiene menos poder adquisitivo. El gobierno nos quita ingresos y se endeuda alegremente, pero no se registra el gasto en ningún lado. El INEGI publica distintas tasas oficiales de crecimiento y promedia el desempleo rural con el urbano para aparentar tasas de desempleo menores a lo que realmente tenemos. ¿Son válidas mis inquietudes?