A pesar de que la inflación está bajo control y se ubica muy cerca de su objetivo, nos enfrentamos una problemática inflacionaria difícil. ¿Cómo puede ser?
El INEGI reportó que la tasa de inflación anual de la primera quincena de febrero de 2015 llegó a 3.04 por ciento, bastante cerca del objetivo puntual de 3.0 por ciento establecido por el Banco de México. La tasa mensual negativa de enero, la persistencia de una brecha de producto negativa y el hecho de que la SHCP se comprometió (a medias) a no subir el precio de la gasolina en lo que resta del año, llevó a que las autoridades monetarias ratificaran su expectativa de que la inflación alcanzará el 3.0 por ciento a principios de 2015, continuará en niveles cercanos a esta tasa durante el transcurso del año y que cierre ligeramente por debajo de dicho nivel en diciembre. De ser cierto esta predicción, la inflación promedio del año quedará muy cercana al tres por ciento con relativamente poca volatilidad, lo que implica que se cumplirá el objetivo de inflación por primera vez en la historia del Banco Central Autónoma.
De hecho, la inflación ha sorprendido a la baja en cada una de las tres primeras quincenas del año. Si las tasas quincenales hubieran sido las que esperaba el mercado, tendríamos 0.50 por ciento de inflación acumulado en lo que va del año (mes y medio); en cambio, la inflación acumulada es en realidad 0.003 por ciento, prácticamente cero. Si observamos la última encuesta quincenal de Banamex (del 20 de febrero), ya ubicamos a 10 instituciones (de 24) que anticipan una tasa de inflación fin de año de 3.0 por ciento o menos. Por ejemplo, Finamex espera que la inflación termine 2015 en 2.51 por ciento. La inflación subyacente, que supone refleja mejor la tendencia de la inflación en el mediano plazo, registró una tasa anual de 2.25 por ciento a fines de enero, la tasa mínima histórica desde que existe el índice quincenal de precios. Igualmente, la tasa subyacente anual del índice mensual llegó a 2.34 por ciento en enero, también la tasa anual mínima histórica desde que existe el índice mensual.
La piedrita en el camino pudiera ser un traspaso mayor a lo anticipado de la depreciación cambiaria. El precio del dólar aumentó alrededor de 11 por ciento en aproximadamente dos meses a partir de mediados de noviembre. Hasta hace poco no había evidencia de un traspaso de esta depreciación hacia los precios internos. Sin embargo, en la primera quincena de febrero, los precios de las mercancías no alimenticias (los más susceptibles al tipo de cambio) aumentaron 0.59 por ciento, el incremento quincenal más elevado para una quincena en este subíndice desde la primera quincena de agosto de 2001. El impacto en el índice general fue neutralizado por una baja importante en los precios de los jitomates (-27.9 por ciento) y demás componentes de la inflación no subyacente, de tal manera que la tasa general (0.11 por ciento) resultó relativamente baja. Sin embargo, pudiera ser el indicio de un ajuste todavía mayor.
Si examinamos la lista de los diez precios que más subieron en la quincena encontramos cuatro en la categoría de mercancías no alimenticias: papel higiénico y pañuelos desechables, cigarrillos, ropa de abrigo y pasta dental. Sin embargo, ninguno tuvo una incidencia importante. Esto sugiere que los aumentos en esta categoría fueron generalizados, resultado de las presiones derivadas de un tipo de cambio mayor y no de algún problema de abasto específico en un mercado particular. De ser cierto, pudiéramos esperar más aumentos en los siguientes meses. Los precios de este subíndice habían sido de los que menos habían subido en el pasado, ya que su tasa anual se ubicaba por debajo de 2 por ciento desde 2013 a la fecha.
Salvo las posibles presiones derivadas de la depreciación, el panorama inflacionario permanece bajo control. Incluso, la existencia de una brecha de producto negativo sugiere que el próximo movimiento de la tasa de política monetaria debería ser a la baja. Sin embargo, en los dos años anteriores entraron al país casi 100 mil millones de dólares en inversión de cartera. Como se sabe, estos recursos son muy susceptibles a las tasas de interés y al ambiente geopolítico internacional. Esto nos sitúa en una situación muy vulnerable a posibles alzas de tasas por parte de la Reserva Federal. Al final de cuentas, esto significa que las autoridades monetarias mexicanas se verán forzados a aumentar la tasa interbancaria de fondeo en México a la par con los vecinos, independientemente si tenemos presiones inflacionarias o no.
Esto nos lleva a un escenario posible de alzas en las tasas de interés, a pesar de un cumplimiento del objetivo de inflación, con expectativas de menor inflación en el mediano plazo y dentro de la continua presencia de una brecha de producto negativa.