La semana pasada, el INEGI reportó la inflación de la primera quincena de octubre, que de nuevo sorprendió a la baja. La tasa anual de 2.47 por ciento representó un nuevo mínimo histórico por séptima quincena consecutiva. La más baja que se había registrado antes de este año fue 2.81 por ciento en la segunda quincena de 2005. Sin embargo, en las pocas ocasiones (tres) que se había asomada la inflación por debajo de 3.0 por ciento, duraba una quincena y volvía a subir. En esta ocasión, llevamos 13 quincenas en el año y 11 consecutivas en que la tasa anual ha registrado una cifra menor a 3.0 por ciento.
Si examinamos la serie mensual en vez de la quincenal, encontramos datos similares. En septiembre la tasa anual llegó a 2.52 por ciento, registrando así una nueva mínima histórica por quinto mes consecutivo. La tasa mínima anterior a este año fue en noviembre de 2005 cuando llegó a 2.91 por ciento. Igual, en las dos ocasiones anteriores que observamos una tasa menor a 3.0 por ciento, el gusto duró muy poco (un mes), mientras que ahora la tasa se ha ubicado por debajo de este umbral por cinco meses al hilo. Prácticamente todas las proyecciones para fin de año ubican la inflación en este terreno, por lo que terminaremos 2015 con mínimos históricos.
Para muchos es difícil creer estos números. Van al mercado o a las tiendas y ven que los precios siguen subiendo. Sienten como se deteriora su poder adquisitivo en forma continua. Ya no pueden comprar lo de antes. Llegan a la conclusión de que las cifras oficiales de inflación simplemente no son creíbles. ¿Está bien diseñado el índice de precios? ¿La canasta refleja la realidad del consumidor medio? ¿Cómo pueden decir que la inflación es el mínimo histórico si todos los días sube los precios?
Lo primero que hay que aclarar es que el INEGI no está diciendo que los precios no están subiendo. Más bien, sí están subiendo pero a un ritmo menor que antes. Lo segundo es que muchos precios muy visibles siguen subiendo a tasas significativas. Por ejemplo, hace un año la tasa de mercancías no alimenticias se ubicaba por debajo de 2 por ciento y ahora se encuentra por arriba de 3 por ciento. Las colegiaturas suben a un ritmo mayor a 4 por ciento, al igual que en los últimos seis años. Los precios de las frutas y verduras se ubican ahora casi 7 por ciento por encima del año pasado. Una de las principales diferencias, es que ahora no ha subido el precio de la gasolina (por lo menos en el interior de la República) y algunos precios han bajado (servicio de telefonía móvil, llamadas de larga distancia, tarifas eléctricas para la industria, etc.). Lo que estamos observando ahora es que, en promedio, los precios siguen subiendo pero a un ritmo menor que antes.
La incredibilidad en las cifras de inflación siempre ha existido. En la Encuesta Sobre la Confianza del Consumidor (ENCO), el INEGI pregunta cada mes a 2,336 viviendas en 48 localidades del país “comparando con los 12 meses anteriores, ¿cómo cree usted que se comporten los precios en el país en los siguientes 12 meses? Las posibles respuestas son que disminuyen mucho más, disminuyen algo más, suben igual, aumentan algo más o aumentan mucho más. Es decir, la pregunta va encaminado a ver si el consumidor piensa que la inflación se va a desacelerar, quedar igual o acelerarse en los siguientes 12 meses.
Si analizamos las respuestas mes con mes, encontramos que nadie responde que va a desacelerarse mucho, mientras que menos del uno por ciento de los hogares contestan que va a disminuir algo. En cambio las respuestas de que van a subir algo o mucho más son las que siempre escojan más del 90 por ciento de los encuestados. Por ejemplo, en 2014 aumentaron muchos precios a raíz de la reforma fiscal, mientras que en 2015 no solo no aumentaron de nuevo, sino que algunos precios incluso bajaron y es el año de los famosos mínimos históricos. Sin embargo, la percepción del consumidor sobre la inflación es peor para 2015 (por lo menos el promedio de los primeros nueve meses) de lo que fue para 2014. Más aún, si graficamos la inflación anual junto con el subíndice que se construye a partir de estas respuestas, encontramos que no hay correlación alguna.
La inflación de los últimos 5 años ha promediado menos de 4 por ciento, pero la percepción de los consumidores es que cada vez se acelera más. En otras palabras, no importa si los precios pueden estar subiendo mucho, algo o poco, ya que los consumidores sienten y piensan que los precios siempre están aumentando. Obviamente, esta sensación complica la credibilidad de cualquier medición de la inflación.