El INEGI reportó hoy en la mañana (viernes, 7 de octubre), que la inflación para septiembre fue 0.25 por ciento, producto de una tasa de 0.21 por ciento en la primera quincena y 0.06 por ciento en la segunda. La inflación fue resultado de un aumento de 0.27 por ciento en el componente subyacente y 0.17 por ciento en el no subyacente. En general fue muy buen resultado, ya que septiembre suele ser uno de los meses de más alta inflación en todo el año, dado que le afecta la estacionalidad de las colegiaturas. De hecho, la tasa fue la más baja para un mes similar desde 1970, es decir, desde hace 41 años. Ayudó el hecho de que las colegiaturas aumentaron mucho menos que otros años y que hubo una disminución en general en los precios de las frutas y verduras.
Con estos resultados, la tasa anual de la inflación general disminuyó a 3.14 por ciento, la más baja desde julio de 2006 y muy cerca del objetivo puntual del Banco de México. De igual forma, la subyacente baja a 3.12 por ciento, que es una tasa que no habíamos visto desde febrero de 2006. Estos resultados se obtienen a pesar de que han aumentado bastante los precios de los alimentos; la tasa anual de ese subíndice se ubica en 7.3 por ciento. Sin embargo, los incrementos más pronunciados en estos precios se han visto compensado por aumentos sumamente bajos en los servicios.
La inflación juega un papel singular en la economía, ya que no sólo afecta el poder adquisitivo de la población, sino que también influye en las decisiones de inversión de las empresas, en las tasas de interés y en el tipo de cambio. Por esto es muy importante para las instituciones financieras, que realizan muchas operaciones en el mercado de dinero en base a sus expectativas. De hecho, Banamex levanta una encuesta quincenal entre las principales instituciones como unos tres o cuatro días antes de que el INEGI de a conocer los resultados. Esta encuesta, conocida como la de “Expectativas de Analistas de Mercados Financieros” determina lo que llamamos el consenso de mercado. Si el resultado difiere del consenso, las instituciones realizan operaciones para compensar sus errores de apreciación, lo que puede tener un impacto importante en los mercados.
La encuesta es interesante, ya que no sólo nos presenta la media y mediana de los encuestados, sino que proporciona las proyecciones de cada institución que participa. De esta manera sabíamos que es lo que esperaba cada uno para la inflación general y subyacente de septiembre. Por ejemplo, Bancomer esperaba una inflación muy baja de 0.20 por ciento, mientras que Scotiabank estimaba que iba ser mucho más elevada de 0.38 por ciento. En cuanto a la subyacente, Vector anticipaba que sería sólo 0.23 por ciento y Barclays Capital pensaba que se iría hasta 0.44 por ciento. Realmente el rango entre estas proyecciones es muy grande, en especial si consideramos que ya se conocía la inflación de la primera quincena.
Al saber que la inflación de la primera quincena fue 0.21 por ciento, lo que en realidad están proyectando es la de la segunda quincena. Dado que el índice de precios del mes es el promedio de los índices de las dos quincenas, podemos calcular fácilmente lo que cada institución estaba esperando implícitamente para la segunda quincena y así saber que tan consistentes son cada uno.
En un extremo tenemos Bancomer que esperaba una tasa mensual de 0.20 por ciento. Para que se pudiera dar esta tasa, la inflación de la segunda quincena tenía que haber sido -0.02 por ciento. Esta expectativa resulta extraño ya que en toda la historia de la inflación quincenal, nunca se ha observado una tasa negativa en una segunda quincena de septiembre. ¿Qué era lo esperaba Bancomer? La única forma de que se pudiera dar ese resultado hubiera sido con un desplome en los precios de frutas y verduras, muchísimo más allá de lo que se observó. Es más, dado que Bancomer esperaba que la tasa subyacente fuera 0.28 por ciento, implícitamente tenía una expectativa de que la no subyacente fuera -0.08 por ciento en el mes. Dado que el componente no subyacente aumentó 0.19 por ciento en la primera quincena, la única forma en que si pudiera dar el resultado que esperaba Bancomer era si la tasa no subyacente de la segunda quincena fuera -0.45 por ciento. Dado que el resultado fue 0.10 por ciento, nos preguntamos en realidad ¿qué era lo que veía Bancomer que absolutamente nadie más esperaba?
En el otro extremo tenemos a Scotiabank con su expectativa de 0.38 por ciento para el mes, lo que implícitamente significa que anticipaba una tasa de 0.33 por ciento en la segunda quincena. De entrada, nunca se ha dado que la tasa de la segunda quincena de septiembre sea mayor a la de la primera. ¿Por qué ahora? Parte de la explicación es que Scotiabank anticipaba una tasa subyacente muy elevada (0.18 por ciento) en la segunda quincena, pero en realidad lo que más sorprende es su expectativa de 0.55 por ciento para el componente no subyacente para el mes, que a su implicaba 0.80 por ciento para la segunda quincena. En otras palabras, Scotiabank anticipa una escalada enorme en los precios de frutas y verduras en la segunda mitad del mes. Obviamente, los analistas de Scotiabank no van al mismo supermercado que los de Bancomer. Pero más bien, estos números nos dicen que ni uno de los dos van a cualquier mercado, ya que están muy apartados de la realidad.
Aun así hay instituciones con inconsistencias todavía más grandes. Por ejemplo, Barclays Capital esperaba que el componente no subyacente disminuyera 0.23 por ciento en Septiembre, mientras que Deutsche Bank anticipaba un incremento de 0.70 por ciento. ¿Cómo podemos explicar estas expectativas? A pesar de que son economistas profesionales y reconocidos, los números nos dicen que muchos contestan las encuestas con cualquier número, sin preocuparse por las consistencias ni las consecuencias. Sin embargo, no todos lo hacen con la técnica al despreocupé; por ejemplo, Monex y Santander no sólo tenían números muy cercanas a lo que reportó el INEGI, sino que mostraron consistencia entre los diversos componentes.