El INEGI dio a conocer la estimación oportuna del PIB para el tercer trimestre, que muestra una tasa de crecimiento de 1.0 por ciento respecto al trimestre anterior y 1.9 por ciento respecto al mismo trimestre del año anterior. El resultado se deriva de un aumento de 1.2 por ciento en las actividades primarias, una caída marginal de -0.1 por ciento en las secundarias y crecimiento de 1.5 por ciento en las terciarias. Básicamente no hubo sorpresas, ya que sabíamos que la producción industrial sigue estancada y lo que explica el poco crecimiento que tenemos son los servicios y el comercio. Cabe recalcar que estas cifras son una primera aproximación al PIB con base en información preliminar e incompleta, por lo que podrían ser diferentes a las generadas para el PIB tradicional, que conoceremos el 23 de noviembre. No obstante, no anticipamos grandes diferencias.
La tasa de 1.0 por ciento es muy buena. En términos anualizadas (como lo presentan en Estados Unidos), implica crecimiento de 4.1 por ciento, mucho mejor que el avance estimado de 2.9 por ciento de nuestros vecinos. Es la mejor tasa trimestral desde el tercer trimestre de 2013, es decir, de los últimos doce trimestres. Sin embargo, no nos vayamos con la finta. No es como para ir a celebrar al Ángel. Es, más que cualquier otra cosa, producto de un efecto rebote del mal desempeño del trimestre anterior (que tuvo una tasa negativa de -0.2 por ciento). De hecho, el promedio de crecimiento de los dos últimos trimestres es de 0.4 por ciento, muy en línea con el promedio de los tres trimestres del año y con los últimos cuatro trimestres. En términos anualizados, el ritmo de crecimiento de los últimos trimestres se ubica alrededor de 1.8 por ciento. Lo anterior se ve reflejado en la tasa anual, es decir, del tercer trimestre respecto al mismo trimestre del año anterior, que fue de 1.9 por ciento. De hecho, si crecemos 0.4 por ciento en el cuarto trimestre de este año (y suponiendo que no haya revisiones en las tasas anteriores), terminaremos el año con un PIB alrededor de 1.9 por ciento por encima de 2015 (corregido por efectos de calendario).
Hace tres meses, después de conocer los resultados de la estimación oportuna del PIB del segundo trimestre, vimos el rango de crecimiento posible reducirse a un intervalo de 1.5 a 2.5 por ciento. Con la información del tercer trimestre se cierra el intervalo a uno de 1.8 a 2.1 por ciento. En un extremo tenemos una economía que se estanca completamente y no hay un avance respecto al trimestre anterior. Dado que vemos que el consumo de los hogares mantiene su ritmo, es difícil pensar que sea el caso. En el otro extremo, pensemos que la actividad económica crezca 1.0 por ciento en el trimestre nuevamente; en este caso terminaríamos el año con una tasa de 2.1 por ciento. Mediante la examinación de las cifras disponibles, no se ve que vayamos a terminar en ninguna de estos dos extremos, por lo que personalmente pensaría en un rango de 1.9 a 2.0 por ciento, marginalmente por debajo del promedio observado en los primeros tres años del sexenio.
Dentro de los factores que podrían marcar la diferencia, el más importante es el resultado de las elecciones de Estados Unidos la semana entrante. Nunca antes habíamos visto una situación tan polarizada en ese país y en especial con un candidato tan radical. Trump representa un verdadero peligro para México y su sola presencia tiene parado decisiones de inversión. Su victoria tendría un impacto significativo en el corto plazo en casi todos los rubros. No obstante, solo quedaría un mes y medio en el año, poco tiempo como para cambiar mucho la tasa de crecimiento de 2016. En el caso contrario, una victoria de Clinton alivianaría el ambiente, seguramente propiciando de nuevo flujos de capital e inversiones, sin embargo, no lo suficiente como para marcar mucha diferencia en el cierre del año. Entre las dos opciones, la diferencia de crecimiento podría alcanzar un punto decimal para el año, aunque mucha más diferencia para 2017.
Uno de los elementos que ha contribuido al lento avance de la actividad económica ha sido la caída en las exportaciones, a pesar de un gran ajuste en el tipo de cambio. Aunque los datos disponibles (hasta septiembre) no muestran señales de cambio de tendencia, un repunte en el último trimestre del año sí podría marcar una diferencia importante.