Las noticias económicas de la semana pasada fueron mixtas, pero todavía con un ligero sesgo hacia lo positivo. En Estados Unidos hubo una sorpresiva disminución en la confianza del consumidor debido a los precios de petróleo que siguen en aumento. También la producción industrial de febrero no fue tan buena como se esperaba, aunque hubo una revisión al alza para enero. Sin embargo, la percepción sobre la marcha de la economía mundial ha mejorado, por lo que varios analistas e instituciones han revisado al alza sus expectativas de crecimiento para varios países. En México, la ANTAD reportó buenas ventas para tiendas comerciales para febrero, incluso mejor que lo reportado para enero.
Esta semana conoceremos las ventas de establecimientos comerciales al por menor y al por mayor, junto con indicadores de servicios (miércoles 21), la inflación de la primera quincena de marzo (jueves 22), el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) para enero (viernes 23) y la tasa de desempleo abierto para febrero (viernes 23).
Bajo la nueva clasificación sectorial (SCIAN) que utiliza el INEGI, las ventas al por menor son las que se hacen directamente al consumidor final, mientras que al por mayor son las que se hacen a un intermedio, por lo que ya no se utilizan las definiciones anteriores de menudeo y mayoreo (que implicaban tratos diferentes en precios al considerar el volumen de venta). Dado que las ventas al por menor implican compras del consumidor, este indicador es considerado el más importante. En diciembre se había reportado una disminución significativa respecto a noviembre, por el efecto del “buen fin” en noviembre. Siempre se reportan menos ventas en enero respecto a diciembre, por lo que es importante enfocarnos a las cifras ajustadas por estacionalidad, que anticipamos una tasa muy cercana a cero.
Al mismo tiempo, el INEGI dará a conocer el índice agregado de ingresos por la prestación de servicios privados no financieros. Recomendamos observar la tendencia del indicador, pero sin otorgar mucha importancia a la tasa en sí. La razón es que este indicador se construye con una muestra y ponderación distinta a la de las actividades terciarias de las cuentas nacionales en donde se calcula el crecimiento del PIB. Por lo mismo, su valor es meramente indicativo de una tendencia y no se presta mucho para una buena estimación de los servicios. Al respecto, es mejor utilizar la tasa de crecimiento de las actividades terciarias que se reporta en el IGAE.
Después de una tasa de inflación inusualmente elevada en enero y sorprendentemente baja en febrero, esperamos para marzo una tasa más “normal”. Aunque anticipamos para la primera quincena una tasa de 0.16% para la inflación general, será más importante enfocarnos en la tasa subyacente, que elimine las distorsiones de los precios agrícolas y se concentra más en las presiones que se generan por el lado de la demanda. En principio, esperamos una tasa de 0.13%, muy por debajo del reportado en el mismo periodo del año pasado (de 0.24%).
El viernes conoceremos las cifras del IGAE para enero. Con base a los resultados de varios indicadores que ya conocemos (como la producción industrial y varios indicadores de comercio y servicios), anticipamos un repunte en la tasa anual (superior a 4%) y un incremento cerca de 1% en la tasa ajustada por estacionalidad. Hasta ahora, los datos nos dicen que el primer trimestre del año deberá resultar mejor a lo que se anticipaba apenas hace un par de meses.
Finalmente, el INEGI dará a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo el viernes. Como siempre, recomendamos enfocar la atención en la tendencia de la tasa de desempleo urbana (y no la nacional) por ser más relevante para explicar la marcha de la economía y el comportamiento del mercado laboral. La tasa nacional incluye el desempleo rural, que refleja una problemática distinta y se incorpora para bajar la tasa y presentar al público la ilusión de una tasa menor a la realidad; en cambio, la tasa urbana es mejor reflejo de lo que sucede en los mercados. Los resultados mensuales siempre presentan una varianza muy elevada, por lo que a veces sus variaciones reflejan distorsiones en la muestra y no cambios reales en la tasa; en cambio, la tendencia elimina este ruido.
Desde que la tasa alcanzó su máximo de 7.9% en septiembre de 2009, hemos visto una tendencia a la baja, aunque muy lenta. Por ejemplo, la tasa de enero de 2012 de 5.8% todavía se encuentra muy por arriba de la tasa promedio de 4.8% que se observó entre 2005 y 2008, a pesar de que la recuperación empezó hace casi tres años. Anticipamos que la tendencia a la baja se mantendrá en febrero, aunque será importante observar una disminución más rápida para recuperar niveles observados en años anteriores.