Desde que Goldman Sachs inventó el concepto de los BRIC hace más de diez años, México sintió celos por estar excluido del grupo de países que pueden convertirse en las economías dominantes hacia 2050. En principio, escogieron a Brasil, Rusia, India y China porque eran países de gran población y enorme territorio, lo que les otorgaba las dimensiones estratégicas para crecer en forma sostenida más que otros países. Ante la pregunta de por qué no se había considerado a México, Goldman Sachs argumentó que (al igual que Corea), aunque tenía el potencial para competir con los BRIC, no se incluyó en el grupo porque fue evaluada como país más desarrollado. De hecho, México ya era miembro de la OCDE, lo que le daba otro status.
En la presentación original se decía que estos cuatro habían presentado enormes cifras de crecimiento de su PIB y de participación en el comercio mundial. Sin embargo, Brasil era una economía que había mostrado muchos problemas para crecer. Su tasa de crecimiento promedio anual de 1981 a 2003 fue tan sólo 2.0 por ciento, incluso por debajo del 2.4 por ciento de México en el mismo lapso. Además Brasil es de los países más cerrados al comercio exterior de América Latina; su relación de comercio al PIB es como una cuarta parte de la de México.
No obstante las objeciones, Brasil empezó a crecer mucho más a partir de 2004, el segundo año del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva. En los siguientes siete años (de 2004 a 2010), la economía brasileña creció a una tasa promedio de 4.5 por ciento, prácticamente lo doble de México, que siguió básicamente igual que antes (2.3 por ciento). El crédito se le otorgó a Lula por su política económica pragmática de izquierda y su carismática personalidad. Por casi una década Brasil se mantuvo como el destino favorito de la inversión extranjera directa y el país promesa de la región.
Sin embargo, en los últimos dos años Brasil se ha estancado, creciendo a una tasa promedio de apenas 1.8 por ciento (mientras que México creció 3.9 por ciento). A principios de año se pensaba que podría recuperarse y crecer 3.5 por ciento. Pero a raíz de su comportamiento reciente, el consenso se ha revisado a la baja para situarse en 2.3 por ciento. Su producción industrial no ha crecido desde 2010, mientras que el sector de servicios se ha estancado. Al mismo tiempo, el déficit fiscal ha aumentado mucho y su relación de deuda a PIB se ha elevado considerablemente.
En adición al problema de crecimiento, la tasa de inflación se ubica por encima de 6 por ciento, lo que ha obligado al Banco Central a aumentar la tasa interbancaria. Pero el freno de la política monetaria se ha perdido ante la expansión de la política fiscal y el resultado ha sido estancamiento con inflación. Peor aún, el déficit de la cuenta corriente ha crecido mucho, llevando a que el real se deprecie rápidamente y contribuye más todavía a las presiones inflacionarias. El Secretario de Hacienda ha prometido recortes en el gasto, pero las presiones políticas y sociales del momento hacen pensar que simplemente no se llevarán a cabo.
Encima de sus problemas fiscales, el país enfrenta el compromiso de ser anfitrión del Mundial de 2014 y de las Olimpiadas en 2016, lo que obliga al gobierno a realizar inversiones cuantiosas en una infraestructura que no favorece a la mayoría de la población. Esto ha enfurecido a mucha gente, que han decidido manifestarse en contra del gobierno en más de cien ciudades. En poco tiempo, la estrella que dejó Lula se ha desvanecido y algunos ya se preguntan si Brasil puede o debe auspiciar estos eventos.
La situación de Brasil se ha deteriorado a tal punto que la agencia calificadora Standard & Poor’s modificó su perspectiva a negativa, lo que significa que está bajo observación para un posible rebaja en su calificación de riesgo-país. Al no ser que encuentre una salida a su situación, es muy probable que la calificación de BBB baje a BBB-, apenas un escalón encima del grado especulativo.
Al final de cuentas, el auge brasileño de Lula realmente no fue resultado de una nueva política económica, sino simplemente producto del “boom” en los precios de los commodities. Un estudio realizado por el economista Affonso Pastore, presenta evidencia empírica que los ciclos de buen crecimiento en la inversión fija bruta fueron resultados de los ciclos de crecimiento en los precios globales de los commodities y no de otra cosa. El problema es que ante el menor crecimiento de China, estos precios han descendido y no parecen que van a recuperarse pronto.
Por lo pronto, la situación actual no pinta bien para Brasil.
Totalmente de acuerdo, aunque Brasil deslumbro al mundo con su fortaleza mostrada durante el periodo de Lula. Para México, al menos les valió el ganar el proyecto Etileno XXI, equipo es el proyecto mas grande en Petroquimica de los últimos años.