Días antes de que el INEGI anunciara el PIB del primer trimestre, el Banco de México dio a conocer el nuevo rango de crecimiento que anticipa para el crecimiento del año. Básicamente con información de dos meses (enero y febrero) y estimaciones sobre la actividad económica de marzo, el Banco revisó a la baja en siete puntos decimales para obtener un rango de 2.3 a 3.3 por ciento (punto medio 2.8 por ciento). Sin embargo, el desempeño de marzo resultó ser mucho peor de lo que se esperaba, por lo que el Banco se vio forzado a revisar aún más su estimado (aunque sin divulgar la nueva cifra).
A pesar de haber anunciado que ya no iba a reducir la tasa de política monetaria, la Junta de Gobierno decidió (por 3 votos a dos) bajarla de nuevo en 50 puntos base. En su comunicado, admiten una debilidad mayor a la estimada en el consumo y la inversión, mientras que el Gobernador del Banco aceptó públicamente que ya tienen un nuevo estimado de crecimiento más bajo, que será anunciado en su debido tiempo (en el próximo Informe Trimestral). Esta acción de las autoridades monetarias ha suscitado un debate interesante en torno al mandato del Banco. ¿Actúa como si tuviera doble mandato? ¿Está cediendo ante presiones políticas? ¿Busca el Gobernador complacer al Ejecutivo en pos de que le gustaría renovar su puesto por seis años más? ¿La decisión sorpresiva merma la credibilidad de la Junta? ¿Qué tan eficiente es la política monetaria para apuntalar el crecimiento económico?
El INEGI anunció hace un mes que la actividad económica de marzo había disminuido 0.81 por ciento respecto al mes anterior (ajustado por estacionalidad), uno de los peores desempeños de un mes desde la gran recesión de 2009. Esta caída llevó a que el crecimiento del primer trimestre fuera menor a lo esperado y a que casi todas las instituciones y analistas revisaran a la baja su estimado para el año. Sin embargo, resulta importante recordar que un mes malo no significa una tendencia negativa, ya que el crecimiento del IGAE siempre refleja cierta varianza. Después de un mes decepcionante, es usual observar una recuperación significativa al mes siguiente simplemente por un efecto rebote de una base de comparación baja.
Ahora el INEGI divulgó que la actividad económica de abril aumentó 1.25 por ciento, que es una tasa muy elevada (16.05 por ciento anualizado), mientras que la tasa de marzo fue revisada a -0.61. Una buena parte de la explicación de este comportamiento puede ser un rebote del mes anterior, pero aun así llama la atención. Si tomamos el crecimiento promedio mensual de los primeros cuatro meses del año y lo anualizamos, obtenemos una cifra de 4.3 por ciento. En otras palabras, con estos nuevos datos del INEGI, el comportamiento económico no parece ser tan débil como pensábamos con la información disponible a marzo.
El Banco de México nos había advertido que a pesar de una mejoría en las actividades secundarias (gracias a una recuperación en las exportaciones no petroleras), el consumo de los hogares y la inversión de las empresas reflejaban una debilidad preocupante. En el primer trimestre, las actividades terciarias (comercio y servicios) avanzaron tan solo a una tasa anualizada de 1.1 por ciento. Sin embargo, en abril el INEGI reporta un brinco de 1.09 por ciento respecto a marzo (13.84 por ciento anualizado), lo que sugiere el comienzo de una recuperación en serio. El problema es que todavía no queda claro la explicación de esta cifra. ¿Es simple ruido (positivo) de un mes o un efecto rebote? Si fuera el caso, no tenemos por qué esperar que los siguientes meses se comporten igual. Pero también pudiera ser que empieza a recuperarse la confianza en los hogares y en las empresas. De ser cierto, pudiera ser el comienzo de la recuperación tan anhelada. Pero independientemente de la interpretación, pone en más duda la decisión de Banxico, que ahora parece haber sido precipitada.
Paralelamente a esta discusión, hay que resaltar la manipulación engañosa de la SHCP. Los efectos de calendario hicieron que la tasa anual de marzo del IGAE tuviera un sesgo positivo, mientras que la de abril uno negativo. Sin embargo, la SHCP presumió la tasa de marzo sin mencionar que fue elevada (3.2 por ciento) por el efecto favorable de más días laborables. En cambio, puso de relieve inmediato el hecho de que la tasa baja de abril (0.5 por ciento) se debió a que en su comparación tuvo menos días laborables. No se vale. Quizá quiere engañar a algunos, pero lo único que logra realmente es una pérdida de credibilidad (que vaya si le hace falta).