Hace tres años Lehman Brothers anunció que se declaraba en bancarrota, lo que provocó derrumbes de los mercados bursátiles en casi todo el mundo y ajustes significativos en los tipos de cambio. Aunque Estados Unidos técnicamente ya estaba en recesión, ese evento marcó su intensificación y contagio hacia el resto del mundo. Lo que siguió fue la peor recesión mundial vista desde la gran depresión de los años treinta del siglo pasado.
Aunque la recuperación empezó en junio de 2009 (por lo que llevamos un poco más de dos años en esta fase), realmente no han cerrado todas las cicatrices de esa crisis en Estados Unidos (ni en muchas partes del mundo). La tasa de desempleo permanece muy elevada, el mercado de vivienda sigue estancada, la confianza del consumidor está muy errática y las familias norteamericanas todavía ahorran poco. Peor aún, el gran estimulo fiscal que implementó el gobierno de Obama elevó el déficit fiscal y las relaciones de deuda a niveles ya peligrosos en términos de sostenibilidad, mientras que la política monetaria expansiva de Bernanke llegó a sus límites.
Si en su momento fue Lehman Brothers la gota que derramó el vaso, ahora fue Standard & Poor’s. Su anuncio de denigrar la sagrada calificación de AAA del gobierno norteamericano ha provocado derrumbes similares y mayores probabilidades de una nueva recesión. Todo lo que ha pasado esta semana nos deja una sensación como si ya hubiéramos estado allí antes, lo que en francés se conoce como déjà vu.
Obviamente hay similitudes con lo que vivimos hace tres años. Pero también hay diferencias y posiblemente lo último puede ser lo que más nos debería preocupar. El mes anterior al comienzo de la recesión de 2008-2009, la tasa de desempleo en Estados Unidos estaba en 4.7 por ciento, el gobierno podía instrumentar una política fiscal contracíclica y la Reserva Federal tenía margen para bajar su tasa de política monetaria y llevar a cabo una expansión sin precedentes. En buena medida estas políticas evitaron que la recesión fuera más profunda y prolongada.
Ahora la tasa de desempleo se ubica en 9.1 por ciento y no hay margen para la implementación de políticas contracíclicas. Peor aún, el bloque de congresistas republicanos extremistas acordó extender el límite de endeudamiento del gobierno bajo la condición de que se llevaran a cabo recortes significativos en el gasto. Esto significa que si Estados Unidos entra en recesión, empezará en condiciones mucho peores que en la anterior y no podrá llevar a cabo políticas correctivas. Incluso, los recortes actuarán como una política procíclica que agravara la crisis.
En medio de los desplomes de las bolsas en todo el mundo y los ajustes cambiarios en la semana, hubo varias cuestiones que llaman la atención. De entrada, los reportes corporativos de empresas que cotizan en la bolsa en Estados Unidos fueron muy buenos y anticipan mejores resultados en la segunda mitad del año. Con las tasas de interés en el piso, uno pensaría que es momento de comprar y no vender. Sin embargo, la psicología colectiva de histeria fue más fuerte que el razonamiento financiero y se escasearon los compradores. La historia nos ha enseñado que los grandes derrumbes ocurren cuando todos quieren vender y nadie comprar.
En una máxima expresión de ironía, casi todos los que salieron del mercado bursátil se fueron al mercado de bonos de la tesorería de Estados Unidos. A pesar de la decisión de Standard & Poor’s, es obvio que el mercado considera al papel gubernamental norteamericano como lo más seguro que existe. Standard & Poor’s puede decir AA+, pero todos los inversionistas nos están diciendo que sigue siendo AAA. Ante un gran acumulo de demanda, las tasas de interés de estos bonos bajaron aún más. Por ejemplo, el bono a 10 años está ahora casi en 2.0 por ciento. La teoría dice que si un instrumento financiero reduce su calificación, debe pagar más y no menos interés para compensar un mayor riesgo.
¿Qué sigue? No es eminente que Estados Unidos vaya a entrar en una recesión, pero definitivamente las probabilidades han aumentado bastante. De ser así, no será una recesión de doble declive (double dip) que algunos vaticinaban, ya que si pasa un periodo mínimo de seis meses entre una y otra recesión, ya son recesiones separadas. La recesión anterior terminó a mediados de 2009, ya hace más de dos años. Por lo mismo, si Estados Unidos cae en recesión será una totalmente nueva.
Todavía está por verse si entraremos o no en recesión. Pero sí podemos estar seguros de que habrá un periodo prolongado de estancamiento en lo que Estados Unidos lleva a cabo los ajustes estructurales necesarios para reducir su dependencia en cuanto a deuda y sanear sus finanzas públicas. Por lo mismo, deberíamos anticipar una revisión a la baja en las proyecciones de crecimiento económico para los siguientes años.
¿Cómo queda México en todo esto? Es sumamente conocida la dependencia que tenemos de Estados Unidos. Por más que el gobierno quiere hablar de la fortaleza de la economía interna, en realidad sabemos que tenemos un solo motor de crecimiento que son las exportaciones no petroleras: si se apaga este motor, la economía interna de nuestro país se estanca. Simplemente no tiene la fuerza suficiente como para crecer por sí sola. Por algo, el ajuste en el tipo de cambio del peso fue de las más pronunciadas en el mundo.
La estabilidad macroeconómica, las reservas internacionales, una banca saneada, un balance externo muy baja, finanzas públicas no tan malas y todos los demás puntos positivos que dice el gobierno que tenemos, ayudarán para amortiguar el golpe pero no para evitarlo. Si Estados Unidos entra en recesión, no hay duda alguna que nosotros también. Si simplemente entra en una etapa de estancamiento prolongada, asimismo compartiremos esa suerte.
Estimado Jonathan:
MUY interesantes tus comentarios! En particular y como exportador de artesanías (no petroleras), el ajuste de la paridad peso/dolar en realidad me beneficia aunque obviamente un tipo de cambio estable es lo mejor para todos!
Te mando muchos saludos y leeré tus futuros articulos. Gracias.
Mars
El artículo esta muy interesante, creo que es importante saber lo que probablemente viviremos en, al parecer un futuro no muy lejano y las medidas que todos deberíamos tomar para no ser tomados por sorpresa ya que muchas familias (y e de incluir la mía) no están consientes de los cambios y caídas que hay en la economía de los Estados Unidos y las consecuencias que dejaran en nuestro país.