Hoy, viernes 19 de agosto, se dio a conocer el crecimiento del PIB del segundo trimestre. El encabezado del comunicado de prensa del INEGI dice “crece el Producto Interno Bruto 3.3 por ciento en el segundo trimestre del año”. Dado que es visiblemente menor al del trimestre anterior (4.6 por ciento), el más bajo que se ha observado en los últimos seis trimestres y menor a lo que esperaba el mercado (3.6 por ciento), es muy probable que se va a interpretar como mala noticia y clara señal de que ya estamos en medio de una desaceleración. Ante los últimos acontecimientos en los mercados mundiales, esto pudiera ser el primer paso hacia una nueva recesión. ¿Será cierto?
De entrada llama la atención que se enfatiza el crecimiento anual, que no se ve muy bien, en vez del trimestral, que es la práctica de las economías modernas y es mejor noticia. El INEGI llevaba buen rato con la buena práctica de destacar el crecimiento trimestral (a partir de cifras desestacionalizadas), para enfocarnos en el comportamiento propio del trimestre y no en lo que ha pasado en los últimos cuatro. Es difícil explicar por qué ahora se dan pasos hacia atrás en las buenas prácticas de comunicación.
La diferencia es importante, permítanme explicar por qué. El crecimiento anual es el comportamiento de los últimos cuatro trimestres y no sólo el segundo trimestre en sí. Esto significa que la cifra no sólo resulta del trimestre que agregamos (el segundo del 2011), sino también por él que quitamos del cálculo (el segundo del año anterior). Resulta que el trimestre que estamos quitando fue el mejor del año pasado. No es que este trimestre por sí no fuera tan bueno, pero si quitamos el del año pasado, el crecimiento tiene que reflejar una desaceleración. Esto lo llamamos el efecto base y definitivamente actuó en contra.
Si nos enfocamos en el comportamiento del trimestre tal cual, lo que llamamos el crecimiento marginal, resulta que el crecimiento fue relativamente bueno, de 1.1 por ciento. Fue mejor que el del primer trimestre del año (0.6 por ciento) y por arriba del promedio de los últimos cuatro trimestres. Si el crecimiento de cada trimestre del año fuera igual al que acaba de concluir, la tasa del PIB aumentaría 4.5 por ciento en 2011. Habría que recordar que el comportamiento de la actividad económica en el periodo tuvo un impacto negativo a raíz de las interrupciones de suministros asociadas con el tsunami de Japón. A pesar de este evento temporal, el trimestre creció 1.1 por ciento.
Si analizamos las tendencias de los sectores que componen el PIB, encontramos desempeños favorables en el secundario (industria) y el terciario (comercio y servicios), mientras que sólo el primario (agricultura) mostró una tendencia a la baja. Dado que el comportamiento de este sector es más aleatorio y no tiene correlación con el ciclo económico, tenemos que concluir que, intrínsecamente, el comportamiento del PIB del segundo trimestre estuvo todavía mejor de lo que refleja la cifra.
No hay que olvidar que junto con el PIB, el INEGI dio a conocer las cifras mensuales de la actividad económica (el IGAE). A primera vista, sobresale el desempeño negativo de junio, que disminuyó 0.2 por ciento respecto a mayo. Para algunos esto pudiera ser una de las muy buscadas señales de la desaceleración. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que un mes negativo por si sólo significa casi nada enfrente a la variabilidad normal del IGAE. Por ejemplo, 6 de los últimos 24 meses registraron crecimientos negativos y aun así el IGAE creció 10.6 por ciento en el periodo (equivalente a 5.2 por ciento anual). En cada uno de los trimestres en que el IGAE mostró en uno o dos meses tasas negativas, el trimestre en su conjunto terminó con crecimientos positivos.
Si nos fijamos en la tendencia del IGAE, encontramos que todavía es positiva. Si bien vemos que lleva 13 meses creciendo cada vez a un ritmo menor, es natural al alejarnos del ímpetus que tuvo el año pasado por una base de comparación sumamente favorable.
Por todo lo anterior, el análisis del segundo trimestre nos dice que vamos relativamente bien. El balance de la noticia es más positivo que negativo. Esto no significa que no habrá una desaceleración más adelante, en especial si consideramos que las perspectivas de la economía de Estados Unidos se han nublado ante los últimos acontecimientos. Pero por lo pronto, la evidencia todavía apunta a que el crecimiento sigue en pie.
Por supuesto que hay que ver el marginal y la cosa no va deteriorándose tanto. Los mercados, sus analistas y traders están esquizofrénicos. El desempleo y déficit fiscal en USA siguen muy mal, pero lo fundamental sería esperar si en los próximos meses toman las medidas para arreglarlos. Tomar medidas para «destapar (flush-out)» el crédito bancario son necesarias. Toda la liquidez que inyectaron está atorada en los balances bancarios. Los bancos no tuvieron que pensar mucho para saber que lo mejor para ellos era comprar bonos (antes y después de la degradación en su calificiacion), pues ante una anunciada caída de tasas, las utilidades de sus posiciones de bonos serían automáticas. Reactivar el crédito comercial (no al consumo) ayudaría mucho a reactivar la economía de USA, crear empleos y curar la esquizofrenia de los banqueros, traders y analistas. Si no lo hacen, el próximo trimestre del PIB mexicano va a resultar afectado y no blindado como dicen los funcionarios mexicano….¿o no?