En esta ocasión vuelo a tomar un debate que mantengo con el INEGI desde hace más de diez años.
Desde abril de 2001, el INEGI levanta cada mes la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO), a partir del cual se elabora el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC). En un principio, la ENCO consistía en ocho preguntas, de las cuales se toman cinco para el cálculo del ICC. A partir de 2003 se extendió la ENCO a 15 preguntas, sin embargo, por razones misteriosos no se divulgan al público las 10 preguntas que no se utilizan en la elaboración del ICC.
El ICC es un indicador muy útil para evaluar el sentimiento del consumidor. Aunque no en forma perfecta, sirve para estudiar las posibilidades de que el consumo de los hogares pueda crecer a la par de la economía, o bien, tomará un curso más cauteloso. Se construye mediante una metodología relativamente sencilla, que cuantifica preguntas y respuestas cualitativas. Cada pregunta tiene cinco posibles respuestas, que se caracterizan por su grado relativo de “optimismo” o “pesimismo”. La respuesta más pesimista posible tiene una ponderación de cero, después 25, 50 y 75, hasta la más optimista que se pondera por cien. De esta manera, cada pregunta se convierte en un subíndice de cero a cien, que refleja algo similar a un promedio ponderado de las respuestas. Si el cien por ciento de las personas responde con la respuesta más pesimista, su valor sería cero; si todos responden con la más optimista, toma el valor de cien. Al final de cuentas, el punto intermedio (50) representa un umbral entre el relativo pesimismo y optimismo de la gente. Para construir el ICC, se toma el promedio simple de los cinco subíndices. De esta manera, se puede evaluar el sentimiento ponderado de los consumidores en cualquier momento dado y seguir de cerca su evolución a través del tiempo.
No obstante, el ICC tiene un problema que dificulta enormemente su interpretación e incluso, se presta a comparaciones no válidas. En muchas ocasiones, los analistas comenten errores analíticos sin darse cuenta. Esto se debe a que el INEGI convierte cada uno de los cinco subíndices a una base 100 para enero de 2003 antes de calcular el promedio correspondiente para el cálculo del ICC. Este procedimiento elimina la referencia de una escala de 0 a 100, lo que ya no permite observar el nivel de confianza tal cual en un momento dado. Esto significa que el nivel de 91.8 que reportó el INEGI para septiembre 2014 sólo sirve para ver cómo ha cambiado a través del tiempo, mientras que el valor en sí no refleja el sentimiento relativo del consumidor. En otras palabras, no sabemos si 91.8 refleja un sentimiento relativamente optimista o no de los hogares. En cambio, si se hubiera reportado en su versión original, sabríamos que el ICC tomó un valor de 38.2 puntos en el mes, lo cual lo ubica ligeramente por debajo de su promedio histórico (39.8) y significativamente menor al umbral de 50 puntos.
El primer problema que refleja el ICC con base 100 es matemático. Dado que no es lo mismo dividir los cinco subíndices por cinco números (escalares) y después sacar el promedio, que sacar el promedio directamente. Esto hace que el cambio porcentual de un mes a otro sea diferente. Con base 100 puede ser que el INEGI reporta una mejoría de 2.1 puntos porcentuales, mientras que en su forma original el incremento fue tan solo 0.8. Peor aún, dependiendo de los momentos, puede darse el caso de que el INEGI reporta una disminución cuando en realidad aumentó (o viceversa). Esto último ha sucedido en más de una docena de ocasiones a lo largo de los últimos 13 años.
El segundo problema del ICC con base 100 es que no debemos comparar los subíndices entre sí (algo que muchos analistas hacen cotidianamente). Por ejemplo, si vemos la información de septiembre como el INEGI lo reportó, encontramos que el subíndice de la situación económica del país comparada con la de hace doce meses tiene un valor de 93.2, mientras que el de la situación esperada del país dentro de un año reporta un nivel de 92.3 puntos. Si comparamos los dos subíndices, deberíamos llegar a la conclusión de que los consumidores son más pesimistas acerca del futuro del país comparado con la actualidad. Sin embargo, dicha conclusión no es válida. Lo único que podemos decir es que en enero de 2003 los dos subíndices tenían un valor de 100 cada uno y ahora tienen los valores reportados, lo cual significa que los dos han disminuido pero el subíndice del futuro del país ligeramente más. De hecho, si tomáramos los valores originales de los dos subíndices antes de que el INEGI impusiera la base 100, encontraríamos que sus niveles en realidad son de 35.0 y 41.2 puntos, respectivamente. Esto significa que claramente los consumidores muestran más optimismo acerca al futuro del país comparado con la actualidad.
De hecho, los valores originales de la Encuesta revelan que los consumidores siempre ven mejor la situación de sus hogares que la del país en general y siempre muestran más optimismo acerca del futuro a la situación actual, tanto para sus hogares como para el país. Esta conclusión analítica de primera importancia no lo podemos deducir de la ENCO o del ICC directamente tal y como lo reporta el INEGI. Peor aún, los analistas están constantemente concluyendo falsedades analíticas sin saberlo.
El tercer problema del ICC con base 100 surge en el momento en que queremos comparar el sentimiento de los hogares con los empresarios. El INEGI levanta la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial (EMOE) con preguntas muy similares a la ENCO y construye un Indicador de Confianza Empresarial (ICE). Sin embargo, el nivel del ICC de 91.8 de septiembre no tiene nada que ver con el nivel de 52.7 que reporta el ICE, a pesar de que utilizan ambos indicadores la misma metodología y preguntas muy similares. La razón es que el INEGI no pone el ICE en base 100, sino lo deja en su forma original de un índice de difusión de cero a cien. En otras palabras, el ICE se sitúa ligeramente arriba del umbral de 50 puntos, cual podemos comparar con el nivel de 38.2 del ICC sin base 100. Si se hace la comparación como lo reporta el INEGI, pensaríamos que el consumidor es sumamente más optimista que el empresario, cuando sucede en realidad justo lo contrario.
Por ejemplo, en las dos encuestas se realiza exactamente lo misma pregunta: ¿cómo ve la situación económica futura del país comparado con la actualidad? En el caso del consumidor el INEGI dice que es 93.2 y para el empresarial es 54.9. ¿Conclusión posible? El consumidor ve mucho mejor el futuro del país que el empresario. Sin embargo, no es cierto, ya que la pregunta al consumidor antes de pasar a base 100 es 35.0, muy por debajo del subíndice de la EMOE. No solamente no podemos comparar los niveles de la misma pregunta, sino ni siquiera los puntos que subió o bajó, ya que parten de bases diferentes.
Las dos encuestas (ENCO y EMOE) se realizan en Direcciones Generales distintas dentro del INEGI; la primera lo levanta la Dirección General que se dedica a los hogares, mientras que la segunda la Dirección General que atiende a los establecimientos. Sin embargo, llama la atención que dos direcciones generales en un mismo instituto aplican criterios distintos a indicadores similares.
El argumento del INEGI para aplicar la base 100 a enero 2003 es que el ICC siempre se ha ubicado por debajo del umbral de 50 puntos, es decir, el consumidor mexicano es un pesimista eterno, solo que a veces es más pesimista que otras veces. Según esto, significa que el umbral de 50 puntos no sirve de referencia para analizar el sentimiento de los hogares. Más bien se debería establecer econométricamente cual es el umbral empírico que divide el pesimismo relativo de un sentimiento no tan malo. Sin embargo, el problema se puede resolver sin imponer la base 100, mediante a una nota de pie de página que diga que no deberíamos utilizar de referencia el nivel de 50. Por lo menos, habría menos errores interpretativos y el ICC tendría mucho más valor analítico.