Este lunes (6 de abril), el INEGI dio a conocer los resultados de los Indicadores de Confianza Empresarial para marzo, que muestran caídas en prácticamente todos los rubros. De los 25 indicadores publicados, hubo disminuciones en 24, mientras que en 16 el nivel se ubica por debajo del umbral de los 50 puntos. Cayó la confianza empresarial manufacturera como resultado de caídas en cada uno de sus cinco componentes y disminuciones en cada uno de los siete subsectores de la industria. La confianza empresarial en el comercio tuvo tasas negativas en sus cinco subíndices, mientras que la de la construcción disminuyó en cuatro. El único subíndice que no presentó un panorama más pesimista fue en la construcción ante la pregunta de ¿cómo considera usted la situación económica de su empresa hoy en día comparada con la de hace 12 meses? Esta sí presentó una pequeña mejoría, pero sólo porque la mayoría de las empresas constructoras vienen recuperándose de una crisis sufrida apenas hace un año.
No solamente llaman la atención las caídas generalizadas en todos los indicadores, sino también el hecho de que están registrando nuevos mínimos. Los Indicadores de Confianza de la Construcción y del Comercio marcaron records de pesimismo, ya que ambos llegaron al nivel más bajo que se ha observado a lo largo de toda su historia, que inicia en junio de 2011. En el caso de la construcción, el subíndice sobre la situación económica futura del país se ubica 7.9 puntos por debajo del nivel de marzo del año pasado para registrar su nivel más bajo de 57.7 puntos. En el Comercio, se desplomó el subíndice sobre el momento adecuado para invertir 10.5 puntos para llegar a un nuevo mínimo de 24.9 puntos, mientras que la situación económica futura de la empresa disminuyó 3.3 puntos para marcar 63.7 puntos. Aunque este último se puede considerar todavía relativamente elevado, siempre es el subíndice que refleja mayor optimismo.
El Indicador de Confianza Empresarial Manufacturero tiene más historia, ya que se levanta mensualmente desde enero de 2004. En este caso, todos los mínimos históricos pertenecen al periodo de la gran recesión de 2008-2009. Sin embargo, el Indicador y sus componentes registran los niveles más pesimistas de los últimos cinco años, no visto desde principios de 2010 cuando la economía apenas empezaba a recuperarse. El subsector que más cayó en marzo fue el de equipo de transporte (-6.2) para ubicarse en 49.7 puntos, mientras que el subsector con el nivel más bajo (43.5 puntos) fue el de “textiles, prendas de vestir, cuero y piel, madera, papel y otras”.
La caída en la confianza empresarial empezó hace seis meses y coincide con la última tendencia de revisiones a la baja en el consenso para el crecimiento económico. Como hemos comentado, hace seis meses el consenso para el crecimiento económico de este año era alrededor de 3.7 por ciento y a partir de entonces hemos visto una revisión sistemática hasta llegar a la expectativa actual que gira alrededor de 3.0 por ciento. Sin embargo, la previsión más pesimista de las encuestas es de 2.3 por ciento (Vector), que todavía se ubica por encima del crecimiento de los últimos dos años (de 1.4 y 2.1 por ciento, respectivamente). En este sentido, el consenso de mayor crecimiento este año no parece coincidir con el pesimismo empresarial. En buena medida, esto hace pensar que todavía vamos estar viendo más revisiones a la baja en los siguientes meses.
¿Por qué ha crecido el pesimismo en los últimos meses hasta llegar a los niveles actuales? Primero está la caída en el precio y en la producción petrolera, que provocó un primer recorte en el gasto público para 2015 y un recorte posterior para 2016. Al elaborar los “pre criterios” de política económica, la misma SHCP incorporó una revisión a la baja en su estimación de crecimiento de 3.7 a 3.2 por ciento. Muchos empresarios piensan que los recortes presupuestales no solamente implica menor inversión pública, sino también que afectará a la propia inversión privada. Habrá que recordar que la parte más importante de la inversión es justamente la construcción. También es posible que ven menos oportunidades para la generación de empleos y una mayor merma en el poder adquisitivo de los ingresos, por lo que habrá menos consumo de bienes y servicios en los hogares.
También habrá que tomar en cuenta que la manufactura empezó el año con un tropiezo, ya que ligó varios meses al hilo con caídas consecutivas en la producción. Pero sorprende un poco más el pesimismo del comercio, ya que los primeros meses del año han sido bastante buenos. Tanto la ANTAD como la AMIA reportan muy buenas ventas para enero y febrero. Aquí el problema es que las series de los indicadores de confianza empresarial para el comercio (y la construcción) apenas empezaron a reportarse a mediados de 2011, por lo que no existe suficiente historia todavía para calcular los ajustes estacionales. Esto significa que no deberíamos analizar los cambios en los niveles de confianza de un mes a otro. Sin embargo, los únicos dos subíndices que mostraron una mejora en el margen (en febrero respecto a enero) fueron precisamente los relacionados a la situación económica presente del país en estos dos sectores.
Existe la posibilidad de que los empresarios también estén influenciados por el ambiente político, que viene en deterioro ante el aumento en la corrupción y la inhabilidad del gobierno por enfrentarla. Los millones de anuncios políticos que anteceden las elecciones son como para deprimir al mexicano más optimista. Los escándalos de los 43 desaparecidos, la compra de las casas en Malinalco y en Las Lomas, el uso indebido de helicópteros y tantas cosas más son pruebas del cinismo creciente de nuestra clase política.
Al final de cuentas, tenemos que tomar en cuenta que un mayor pesimismo empresarial no implica en automático que el crecimiento económico en general o la inversión privada en particular vayan a resultar menores. El siguiente paso será examinar la confianza del consumidor que publicará el INEGI el miércoles 8 de abril. ¿Se desplomará igual?