Eduardo Sojo, Presidente del INEGI, nos dijo hace un par de meses que el Indicador de Confianza del Consumidor está por cambiar su forma de presentación. En breve (aunque no sabemos exactamente cuándo), se empezará a divulgar en su forma original, es decir en una escala de 0 a 100, similar a cómo se presentan los indicadores de confianza empresarial. Esto significa que le quitarán la conversión de enero de 2003 igual a 100, para dejar el nivel del indicador en ese mes en 40.885. Significa que el valor reportado de marzo de 2015 (el último dato con que contamos) de 93.1, será realmente 38.5. Encontraremos que el nivel máximo de agosto 2001 será 47.69 y el mínimo registrado en octubre 2009 será 32.61 puntos. En otras palabras, veremos que el Indicador ha variado entre 32.61 y 47.69 en toda su historia (abril 2001 a la fecha), sin haberse situado nunca por arriba de los 50 puntos. De hecho, el Indicador solo ha rebasado un nivel de 45 puntos en siete ocasiones, cuatro meses en 2001 y tres meses en 2006.
La razón principal de haber impuesto base 100 desde su origen fue que al percatarse la Institución de que nunca había superado el umbral de los 50 puntos (referencia que separa un relativo optimismo del pesimismo), no convenía tener la posibilidad de “cuantificar” el pesimismo permanente de los consumidores mexicanos. Para esto, es importante entender que el umbral de 50 realmente no es una referencia para ver si la confianza es consistente con mayor o menor consumo. Más bien, es cuestión empírica encontrar un nivel en el Indicador que señale cuál pudiera ser ese verdadero umbral. Parece ser que el INEGI ha estimado econométricamente ese punto y en breve lo anunciaran. Nuestra especulación es que ande alrededor de los 38 puntos. Esto significa que si el Indicador registre más de 38 puntos, el consumo de los hogares estará más propenso a crecer, mientras que si se ubica por debajo el consumo podría estancarse o incluso, retroceder.
A diferencia del Indicador de Confianza del Consumidor, el Indicador de Confianza Empresarial se presenta en escala de 0 a 100, sin la imposición de una base 100. En la nota metodológica del boletín de prensa mensual, el INEGI señala que:
“Los indicadores están diseñados para que sus valores fluctúen entre 0 y 100. De esa manera, a medida que el optimismo se generaliza entre los informantes, el valor del indicador se hace mayor. Por otra parte, a medida que el porcentaje de informantes con opiniones pesimistas se incrementa, el valor del indicador disminuirá. Es frecuente que en este tipo de indicadores se utilice el valor de 50 como el umbral para separar el optimismo y el pesimismo; sin embargo, es importante reconocer que la interpretación resulta complicada cuando el porcentaje de respuestas entre el optimismo y pesimismo tiende al equilibrio. En ese caso, considerar el valor de 50 como el umbral ya no resulta lo más correcto, por lo que es frecuente que en los casos en que se tienen series suficientemente largas, la identificación de este umbral se haga de manera econométrica a partir de series desestacionalizadas, mediante la asociación del indicador con cifras duras de la economía.”
Los dos indicadores, tanto del consumidor como el empresarial, realizan las mismas preguntas, tienen las mismas posibles respuestas y se construyen mediante la misma metodología de índices de difusión. Entonces, ¿por qué el INEGI se ha empeñado en poner base 100 a uno y no al otro? Es una inconsistencia difícil de entender, pero parece ser que mientras que el INEGI se preocupó con el bajo nivel del Indicador del Consumidor, no lo estaba con el Empresarial ya que su nivel promedio siempre ya sido mayor. Mientras que el Empresarial ha fluctuado dentro de un rango de 32.6 a 58.4 con un promedio de 52.0 puntos, el del Consumidor se ha movido entre 32.6 y 47.7 con un promedio de 39.8. Otra explicación más simple puede ser que el Empresarial pertenece a la Dirección General de Estadísticas en Establecimientos, mientras que el del Consumidor se construye en otra dirección general, la de Estadísticas en Hogares; diferentes direciiones generales, diferentes criterios a aplicar.
¿Qué ventajas presenta el Indicador con una base 100? Realmente una sola, la de no permitir al usuario utilizar el umbral de 50 puntos como referencia del relativo optimismo o pesimismo. Sin embargo, esta es una razón muy débil por varias razones. Primero, matemáticamente sí es el umbral entre el balance de respuestas optimistas versus pesimistas. Que no lo sea para indicar si el consumo de los hogares (u otro indicador) debería expandirse o retraerse es otra cuestión. Segundo, lo único que tiene que hacer el INEGI es advertir que el uso de los 50 puntos como referencia pudiera tener una “interpretación complicada”, tal como lo hace en el caso del Indicador Empresarial. Finalmente, si al INEGI no le gusta el umbral natural de los 50 puntos, entonces que nos diga cuál sería la referencia econométrica.
Pero, ¿cuáles son las desventajas de dejar al Indicador con su base 100? Aquí sí son muchas. La primera es que es matemáticamente inconsistente. El INEGI convierte a cada una de los cinco subíndices a base 100 y después saca el promedio para presentar el Indicador. Sin embargo, el crecimiento del Indicador con base 100 resulta diferente al Indicador en su versión original. Hace algunos años realicé un ejercicio de comparación y encontré 13 ocasiones en que el INEGI decía que bajaba la confianza cuando realmente había subido y viceversa. Los que no les gustan las matemáticas podrán obviar los siguiente. Pero para los más versados en algebra lineal, sabrán que se puede multiplicar o dividir un vector por un escalar sin modificar el cambio porcentual entre sus componentes; sin embargo, si se divide cinco vectores por escalares diferentes y después se calcula un nuevo vector como promedio de los cinco anteriores, no tendrá las mismas características que si calculamos el sexto vector como promedio de los cinco antes de dividir por sus respectivos escalares.
La segunda desventaja es que al convertir cada subíndice a base 100, ya no se pueden comparar entre sí. Por ejemplo, si comparamos lo que piensan los consumidores de la situación económica del país ahora con lo que perciben en el futuro (con base 100) en marzo, vemos que se percibe la situación actual (89.8) ligeramente mejor a la futura (89.7). Sin embargo, no es cierto ya que estos subíndices en su versión original señalan que la situación actual (33.8) se ubica en un nivel mucho más pesimista que la percepción del futuro (40.1).
La tercera desventaja es que no se puede comparar la confianza del consumidor con el empresarial, a pesar de que ambos indicadores se construyen mediante las mismas cinco preguntas. Por ejemplo, el empresarial indica que en marzo la situación económica actual del país se ubica en 44.11 puntos, mientras que el INEGI nos dice que en el mismo mes, el consumidor lo ubicaba en 89.81 puntos. ¿Quién ve mejor la situación económica actual del país? ¿El consumidor o el empresario? En principio, parece ser que el consumidor tiene lo doble de confianza que el empresario, pero no es cierto; es imposible saber con la imposición de la base 100. Sin embargo, el mismo subíndice del consumidor antes de convertirlo a base 100 señala un nivel de 33.75 puntos, por lo que el empresario tiene una visión más optimista que el consumidor.
La cuarta desventaja es que estos indicadores reflejan ciertos hechos estilizados (stylized facts), que no podemos saber ni apreciar con la base 100. Por ejemplo, el consumidor siempre ve mejor la situación de su hogar y la del país en el futuro que en la actualidad, el consumidor siempre ve mejor a la situación de su hogar que la del país; el consumidor siempre ve con más pesimismo la posibilidad de comprar bienes duraderos que cualquier otra pregunta. También existe un hecho estilizado al comparar la confianza del consumidor con el empresarial: el consumidor siempre es más pesimista que el empresario. Sin embargo, si el INEGI aplica base 100 al indicador, los usuarios no los pueden saber.
La quinta desventaja y posiblemente la más importante, es que en general el indicador con base 100 deja atrás mucha de su utilidad analítica y se presta a comparaciones inválidas que se derivan en conclusiones falsas. En los últimos años he visto un sinnúmero de gráficas de analistas comparando los subíndices entre sí o comparando el indicador del consumidor con el empresarial. Por ejemplo, la semana pasada escuché a un economista resaltar el “hecho” de que el consumidor ve ahora mejor sus posibilidades de comprar bienes duraderos, pero el empresario ve peor el momento actual para invertir. Sin embargo, el empresario sitúa el subíndice en 38.2 puntos, muy por arriba del consumidor que lo ve en 21.0 (ya sin la base 100). Aquí el problema no sólo es el hecho de que disminuye la utilidad analítica, sino que la gran mayoría de los analistas ni siquiera saben que no saben.
El debate sobre el uso de base 100 para este indicador lo llevo personalmente con el INEGI desde hace más de diez años, por lo que a mí me da un enorme gusto que finalmente se presentará al indicador en su versión original. Mi reconocimiento al Instituto por el valor de corregir la presentación de este valioso indicador, aunque sea a los catorce años de su existencia. Creo que es un cambio muy positivo, que solamente va mejorar el valor analítico del Indicador de Confianza del Consumidor. Enhorabuena. Ahora solo falta esperar el anuncio oficial.