¿Habrá Desaceleración?

Desde principios de año se ha comentado que el crecimiento de la actividad económica va a desacelerarse este año respecto al anterior.  Después de crecer 5.5 por ciento en 2010, el consenso de los economistas para este año es de 4.3 por ciento.  Las razones detrás de esta expectativa es que nuestro motor de crecimiento, las exportaciones no petroleras, no van a crecer tanto como el año pasado, ya que Estados Unidos demandará menos, y que tampoco tendremos el beneficio de una base de comparación tan favorable como el que tuvimos el año pasado; recordemos que veníamos de una caída de 6.1 por ciento en el PIB en 2009.

De una forma u otra, los datos parecen confirmar la desaceleración.  En Estados Unidos, permanece muy elevada la tasa de desempleo y muy deprimida la confianza del consumidor.  Los economistas que estudian las perspectivas norteamericanas han disminuido sus estimaciones de crecimiento para 2011 e incluso algunos hablan de la posibilidad de que vuelva a entrar en una recesión.  Aún descartando el escenario pesimista, todo parece indicar que nuestras exportaciones no podrán mantener el mismo ritmo de crecimiento que han demostrado en los últimos dos años.

Después de crecer 5.9 por ciento en enero (según el Indicador Global de Actividad Económica, IGAE), tuvimos tres meses consecutivos de menor crecimiento en México hasta llegar a 2.3 por ciento en abril.  En ese mes, nuestras exportaciones crecieron 12.6 por ciento, muy por debajo del ritmo observado un año antes de 43.0 por ciento.  En especial, fue notorio el menor dinamismo de las exportaciones de la industria automotriz, que crecieron 17.6 por ciento en abril, cuando registraron un promedio de 82.7 por ciento en la primera mitad de 2010.

Por lo mismo, fueron sorprendentes las cifras de mayo y algunas de junio que apuntan todavía hacia cierto dinamismo.  El IGAE de mayo creció 4.5 por ciento respecto al mismo mes del año pasado y casi 1.0 por ciento respecto al mes anterior, lo que lo convirtió en el segundo mejor mes de crecimiento de los últimos 14.  Las exportaciones de mayo y junio crecieron en promedio 23.5 por ciento, con saldos que ya rebasan los 30 mil millones de dólares por mes.  Todo parece indicar que abril sufrió una desaceleración temporal a causa de los desabastecimientos que se dieron en los mercados mundiales a raíz del tsunami de Japón, que se vieron compensados con una mayor producción en mayo en junio.

Las exportaciones automotrices crecieron más de 25 por ciento en cada uno de los dos últimos meses, al mejor ritmo observado de todo el año.  Las tasas tan elevadas del año pasado fueron medio engañosos, ya que reflejan más las caídas tan marcadas de 2009, que el crecimiento de 2010.  Por lo mismo, sabíamos que este sector presentaría crecimientos mucho menores este año.  No obstante, el dinamismo se ha mantenido y casi cada mes se registra un nuevo máximo histórico.  Al ritmo actual, se prevé que exportaremos más de dos millones de vehículos en el año.  Sabemos que tarde o temprano este crecimiento tendrá que desacelerarse mucho más, ya que la demanda total de automóviles en Estados Unidos no crece a estos ritmos y nos hemos visto favorecido por una ampliación en las líneas de producción en nuestro país.  Pero lo interesante es que hasta ahora todavía no se nota esta famosa desaceleración.

Al mismo tiempo en que deberíamos estar esperando más signos de desaceleración, seguimos viendo indicadores que sorprenden.  Un muy buen ejemplo es la inversión fija bruta, que era el componente de la demanda agregada más rezagada en esta etapa de recuperación.  A pesar de que el PIB creció 5.5 por ciento el año pasado, la inversión quedó prácticamente estancada, especialmente la privada.  Sin embargo, ahora que esperamos una desaceleración y existe mayor incertidumbre a raíz de la crisis de Grecia y la deuda de Estados Unidos, nos enfrentamos a un nuevo dinamismo en la inversión.  El indicador mensual de inversión señala un crecimiento de 15.5 por ciento en los primeros cuatro meses del año respecto al mismo periodo de 2010.  Más aún, las cifras de importaciones de bienes de capital de mayo y junio sugieren todavía mucho mayor dinamismo en estos meses.

¿Qué nos espera en la segunda mitad del año?  Recordemos que nuestro único verdadero motor de crecimiento son las exportaciones no petroleras y éstas dependen totalmente de qué pasará en Estados Unidos.  Aunque esperemos finalmente una solución al impasse norteamericano en torno a su techo de endeudamiento, que evitará una crisis mayor, cualquier arreglo necesariamente implica recortes de gasto y posibles aumentos en impuestos en algunos segmentos.  Esto significa el fin del gran estímulo fiscal, que seguramente tendrá un impacto adverso sobre la actividad económica de ese país y en consecuencia, en la demanda por nuestras exportaciones.

Casi todos los economistas esperan que esta desaceleración tenga un impacto más allá de la segunda mitad de este año, por lo que esperan todavía menos crecimiento en 2012.  Sin embargo, creo que no toman en cuenta el estimulo de la demanda agregada que siempre llega en año de elecciones.  Los mejores años de crecimiento de Zedillo y Fox fueron sus últimos y no nos debería sorprender un nuevo dinamismo (aunque temporal) en la primera mitad de 2012.

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