El INEGI dio a conocer la estimación oportuna del PIB para el segundo trimestre, con la sorpresa de que disminuye marginalmente la actividad económica con respecto al trimestre anterior en -0.1 por ciento (más exacto, en -0.066 por ciento). Aunque este cálculo se basa en información incompleta del trimestre (cuenta con alrededor de 80 por ciento de la información), históricamente ha mostrado ser una buena estimación, ya que la diferencia con el cálculo tradicional (que se dará a conocer el 24 de agosto) siempre ha diferido a lo mucho en 0.1 puntos porcentuales.
Después del buen desempeño en el primer trimestre de 1.13 por ciento, se anticipaba una desaceleración significativa para el segundo, más no una tasa negativa. ¿Qué explica el comportamiento negativo? El INEGI informó que, por el lado de la producción, las actividades primarias disminuyeron -2.1 por ciento (que representan 3.4 por ciento del PIB) y las actividades secundarias cayeron -0.3 por ciento (alrededor de 30 por ciento del PIB), mientras que las terciarias aumentaron 0.3 por ciento (cerca de 60 por ciento del PIB). En una primera instancia, uno pensaría si el 60 por ciento del PIB aumentó 0.3 por ciento y lo demás disminuyó un poco menos de -0.5 por ciento (la caída ponderada de ambas actividades), la tasa ponderada sería positivo en alrededor de 0.2 por ciento. Sin embargo, el ajuste estacional de cada serie se lleva a cabo de forma independiente, por lo que no necesariamente debe de sumar. Por lo mismo, esta primera observación no ayuda a explicar mucho.
Dado que las actividades primarias pesan poco, la explicación de la caída debe estar en las actividades secundarias. Sin embargo, no tenemos información completa, ya que INEGI solo ha reportado el IGAE a mayo. En abril estas actividades disminuyeron -0.4 por ciento y en mayo crecieron 0.1 por ciento, por lo que podemos intuir que hubo una tasa negativa en junio. Si vemos su desglose, encontramos que minería aumentó 1.4 por ciento en abril y cayó -0.7 por ciento en mayo, mientras que las “utilities” y la manufactura reportaron tasas negativas en abril y positivas en mayo. El único sector que registró tasas negativas en ambos meses fue la construcción.
Desafortunadamente, no tenemos información del desglose del PIB por el lado del gasto, que es mucho más intuitivo (esta información no se conocerá hasta el 20 de septiembre). No obstante, habrá que recordar que la construcción (sector 23 del SCIAN) es una parte importante de la inversión fija bruta, que en el primer trimestre tuvo un desempeño positivo sorpresivo. Fue cuando el tipo de cambio disminuyó, en reflejo de una perspectiva alentadora sobre las negociaciones del TLCAN. Pero en el segundo trimestre, la trayectoria del tipo de cambio se revirtió ante un panorama desalentador sobre las mismas negociaciones. Ante estos eventos, es posible anticipar que la inversión (en construcción) experimentó una disminución en el segundo trimestre respecto al anterior y eso explica una parte importante de la tasa negativa en el PIB en este periodo.
Pero cabe preguntar, ¿fue la inversión privada o la pública la que disminuyó? En principio, es posible sospechar de ambos, aunque en la pública podríamos pensar en una desaceleración significativa, mientras que en la privada en una tasa negativa. Esto es porque la inversión pública casi siempre crece en el primer semestre del último año de cada sexenio, ante la premura de terminar obras e impactar a la actividad económica antes de las elecciones. Es difícil creer que la inversión pública pudiera crecer igual que en el primer trimestre, ya que fue una tasa muy elevada de 4.6 por ciento, pero sí de que reportó un avance. El problema es que no pinta bien para la segunda mitad del año, ya que el gobierno gastó lo que pudo antes de las elecciones y ya no tiene recursos para mantener el paso en lo que resta del año.
La nota positiva es que las expectativas en torno a un TLCAN exitoso han mejorado, por lo que pudiéramos anticipar cierta recuperación en la inversión privada. No obstante, es muy probable que se mantenga la cautela ante el cambio de sexenio y posibles modificaciones a las reglas del juego. Esto se traduce por lo pronto en una segunda mitad del año con bajo crecimiento. ¿Será?