Publicado en el Periódico Reforma
El Presidente Vicente Fox declaró el martes pasado que su política económica es de un “desarrollo estabilizador”, aludiendo a que ha buscado crecer sin inflación. Sin embargo, esta no es una etiqueta que pueda utilizar libremente, ya que está reservada para describir el modelo de desarrollo de los años sesenta.
De hecho, los derechos de autor corresponden a Antonio Ortiz Mena, quien fue Secretario de Hacienda del primero de diciembre de 1958 al 16 de agosto de 1970. Ortiz Mena utilizó la frase “desarrollo estabilizador” para describir la política económica que él, junto con Don Rodrigo Gómez (Director General del Banco de México), llevaron a cabo en los sexenios de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Esta resultó en un crecimiento económico elevado y sostenido, en un ambiente de estabilidad de precios.
Seguramente, lo que Fox quiso decir es que su política ha impulsado el crecimiento económico sin generar presiones inflacionarias. Sin embargo, no quiso aludir a que su sexenio sea similar al desarrollo estabilizador de Ortiz Mena. Lo más probable es que Fox no sepa bien las características de la política económica de aquella época y posiblemente ni siquiera sabe que es una frase reservada para referirse al modelo económico que se utilizó hace ya cuarenta años.
La verdad es que no le conviene la comparación. De entrada, el crecimiento promedio anual del desarrollo estabilizador fue 6.3 por ciento, mientras que el de los cuatro años que llevamos de la administración actual, es de 1.6 por ciento. La inflación promedio de esa época fue 2.2 por ciento y la de Fox es de 4.8 por ciento. Esto significa que Fox ha logrado una cuarta parte del crecimiento económico, en un ambiente de más del doble de inflación. De entrada, esto parece indicar que Fox no está ni siquiera cerca de obtener los resultados que obtuvo el desarrollo estabilizador de Ortiz Mena.
Pero la comparación es realmente peor de lo que suena, ya que el desarrollo estabilizador se caracterizó por muchos aspectos que Fox ha buscado evitar. El presidente presume que su política económica ha logrado reducir la pobreza y mejorar la distribución del ingreso. La crítica más grande del desarrollo estabilizador fue que empeoró la distribución del ingreso y nunca logró que los beneficios de un mayor crecimiento económico llegaran a las clases más necesitadas. Luis Echeverría, el presidente que terminó con el modelo de Ortiz Mena a partir de 1971, lo reemplazó con el modelo de “desarrollo compartido”, que precisamente buscaba enmendar estos defectos. Por lo mismo, presumir de un “desarrollo estabilizador” que mejora la distribución del ingreso y reduce la pobreza, es una contradicción total de términos.
El desarrollo estabilizador termina trágicamente con la muerte de Don Rodrigo Gómez el 14 de agosto de 1970 y con la renuncia, dos días después, de Antonio Ortiz Mena como Secretario de Hacienda. Al poco tiempo, Ortiz Mena es nombrado Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) donde realizó una gestión de 17 años. A pesar de los buenos resultados en materia de crecimiento económico y estabilidad de precios, Ortiz Mena fue severamente criticado por la izquierda mexicana. Por ejemplo, podemos leer el libro de Carlos Tello, escrito en 1979, “La Política Económica en México 1970-76” (Siglo Veintiuno Editores), en el cual justifica la dirección tomada a partir del sexenio de Echeverría con base en los malos resultados del desarrollo estabilizador de Ortiz Mena. Tello alega que el crecimiento económico únicamente benefició a la élite empresarial y provocó una distribución del ingreso todavía más inequitativa.
Obviamente, Ortiz Mena siempre defendió su modelo. Por ejemplo, podemos leer el libro que escribió en 1998, “El Desarrollo Estabilizador: Reflexiones sobre una Época” (Fideicomiso Historia de las Américas, Serie Hacienda, El Colegio de México y Fondo de Cultura Económica). Ortiz Mena y algunos economistas posteriores (como Leopoldo Solís), tradicionalmente caracterizaron los años entre 1940 y 1970 por dos periodos principales: el de crecimiento sostenido con inflación de 1940 a 1958 y el del desarrollo estabilizador de 1958 a 1970. Ortiz Mena defendió su época principalmente como una de disciplina fiscal y monetaria, que condujo a la estabilidad aludida y provocó las condiciones propicias para el crecimiento sostenido.
Sin embargo, esta visión tan halagadora del desarrollo estabilizador fue cuestionada por Enrique Cárdenas, posiblemente el historiador económico contemporáneo más influyente de nuestro país. Cárdenas, quien es de los pocos economistas serios que se dedican de lleno a estudiar la historia económica de México, fue hasta hace algunos años rector de la Universidad de las Américas. Él prefiere dividir las décadas de los cincuenta y sesenta en dos periodos distintos: el del crecimiento económico sano de 1950 a 1962 (también se refiere a este periodo como de crecimiento sostenido con choques externos) y el de alto crecimiento con debilidad estructural de 1963 a 1971. Esta diferenciación excluye la inflación como característica endógena de la economía y se concentra más en la capacidad de la economía para mantener un ritmo sostenido de crecimiento económico.
Para Cárdenas, la mayor inflación de los cincuenta se debe a la existencia de choques externos y no a una menor disciplina fiscal y monetaria. De hecho, él argumenta que hubo mayor disciplina en los cincuenta que en los sesenta. La ausencia de inflación en los sesenta se debió más bien a la ausencia de choques externos. Por ejemplo, el déficit fiscal acumulado de la década de los cincuenta apenas alcanzó 0.3 por ciento del PIB, un promedio de 0.03 por ciento. En cambio, en los años sesenta, la cuenta pública se volvió crónicamente deficitaria y el déficit fiscal fue creciendo ligeramente año con año. Inclusive, esta década fue criticada por la ausencia de una reforma fiscal.
Pero lo más severo de la década del “desarrollo estabilizador” fue la debilidad estructural que provocó a través del proteccionismo desmedido, los subsidios crecientes y una estructura oligopólica de los mercados. Las características de la industria eran de ineficiencias escondidas, altas tasas de ganancia y un debilitamiento gradual de las finanzas públicas. Por lo mismo, hubo la creación de muchas empresas y sectores que subsistían en condiciones antieconómicas y un deterioro de las cuentas externas que condujeron a un endeudamiento externo severo.
¿Esta es la política económica que presume Fox?