El pasado miércoles, el INEGI dio a conocer la tasa de desempleo para junio, que aumentó en todos sus ámbitos, es decir, su medición nacional y urbana, respecto al año pasado y al mes anterior y en sus series original, desestacionalizada y tendencia. Al día siguiente, el periódico Reforma reportó la noticia a ocho columnas, con énfasis en el hecho de que era la tasa desestacionalizada más elevada desde septiembre de 2009. Al leer la nota, la primera impresión es que deberíamos estar sumamente preocupados, ya que estamos al borde de una nueva crisis. ¿Será cierto?
Es importante saber leer los indicadores económicos en general y la tasa de desempleo en particular, ya que de lo contrario resulta fácil ser alarmista. De entrada, los medios concentraron su atención en la tasa nacional, que subió a 5.4% de 5.0% en el mismo mes del año anterior y en términos desestacionalizada a 5.7% de 5.6% en mayo. Sin embargo, hace más sentido observar la tasa urbana, que de hecho siempre es mayor a la nacional. La tasa de desempleo rural (que es la diferencia entre la nacional y la urbana) es muy baja y estable, mientras que su comportamiento obedece a una lógica distinta a la urbana. Al promediar la rural y la urbana, lo único que obtenemos es una tasa menor (las autoridades se ven mejor) pero distorsiona la realidad.
La tasa de desempleo urbana fue 6.4% en junio, comparado con 6.7% en el mismo mes del año anterior. La misma tasa desestacionalizada registró 6.4%, ligeramente mayor a la de 6.3% de mayo. De entrada, el aumento respecto al mes pasado no se ve tan alarmante, aunque las tasas de mayo y junio sí fueron mayores a las observadas en los primeros cuatro meses del año. Si nos detuviéramos aquí, podríamos pensar que la desaceleración empieza a tener un efecto, aunque todavía marginal, sobre el mercado laboral.
Es importante considerar que la encuesta mensual se realiza con una muestra relativamente pequeña, lo que da una elevada variación de un mes a otro. En cambio, si juntamos los resultados mensuales para ver tasas trimestrales, resulta que la varianza es mucho menor. ¿Qué significa esto? Que muchas veces una tasa mensual puede subir o bajar mucho sin realimente significar un cambio en la tendencia. Si analizamos la metodología de la encuesta que proporciona el INEGI, encontramos que el error estándar del dato trimestral es de 3%, mientras que el de los datos mensuales es de 6%, el doble. Si vemos las tasas del segundo trimestre, encontramos que la tasa de 5.9% es idéntico al del trimestre anterior y más baja que la que había hace un año.
Esta variabilidad nos debería llevar a no fijarnos tanto en la tasa mensual en sí, sino en su tendencia. Aquí encontramos una mejoría notable respecto a los picos que se observaron en 2009, pero en realidad, una tendencia prácticamente lateral desde el año pasado (cuando el PIB creció 5.5%). Es más, si comparamos el comportamiento del desempleo con el PIB, encontramos que periodos extendidos de crecimiento económico no han hecho mucho por disminuir el desempleo. Por ejemplo, entre 2005 y 2007 la economía creció en promedio casi 4% anual, sin embargo, la tasa de desempleo tuvo un desempeño lateral. La comparación nos hace pensar que periodos de recesión, estancamiento y hasta bajo crecimiento, hacen subir la tasa de desempleo, pero periodos de buen crecimiento no ayudan para bajarla. Esto significa que necesitamos periodos extendidos de mucho más alto crecimiento si es que queremos observar una tendencia a la baja en el desempleo.
Tampoco hay que olvidar lo que siempre se ha repetido a cansancio: la tasa de desempleo es un indicador rezagado del ciclo económico cuando una economía sale de una recesión y se encuentra en recuperación. Esto es no sólo por que las empresas no empiezan a contratar mano de obra inmediatamente, sino también porque muchas personas desalentadas por la recesión, que no buscaban empleo al pensar que no lo iban a conseguir, empiezan a incorporarse a la población económicamente activa al iniciar una búsqueda activa. Debemos recordar que para considerar a una persona desempleada se tiene que combinar una situación (estar sin empleo) y un comportamiento (buscar activamente un trabajo).
Parece contra intuitivo que la tasa de desempleo no baja mientras que el empleo registrado ante el Seguro Social sigue en aumento. Sin embargo, no hay que olvidar que los registros del Seguro no incluyen al sector informal, a los que trabajan por cuenta propia ni al sector público. De hecho, los registros del IMSS representan menos de una tercera parte de la población ocupada. Incluso, muchas veces los aumentos en los registros no implican más empleo, sino simplemente mejores esfuerzos por extender la cobertura del IMSS. Si una persona se da de alta en el Seguro en un momento dado, no necesariamente significa que hubo creación de empleo, ya que no se sabe su estatus anterior.
Algunos analistas ya hablan de signos claros de desaceleración, dando a entender que creceremos mucho menos en los siguientes meses. Sin embargo, la evidencia disponible todavía no puede confirmar esta hipótesis, ya que son únicamente datos marginales y claroscuros. Debemos recordar no fijarnos únicamente en el último dato, sino en las tendencias. Esto nos dice que todavía no debemos preocuparnos por el comportamiento del desempleo en el corto plazo, es decir, desde la perspectiva coyuntural. Sin embargo, sí debemos preocuparnos por su tendencia estructural.